Usted está aquí: domingo 24 de septiembre de 2006 Cultura En la Viena decimonónica, la cuna de la cultura actual: José María Pérez Gay

Ahí surgieron o modificaron ideologías, ciencias, estéticas, sensualidades y masacres

En la Viena decimonónica, la cuna de la cultura actual: José María Pérez Gay

La presencia de minorías étnicas en la ciudad europea a fines del siglo XIX, decisiva

JUAN CARLOS G.PARTIDA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen José María Pérez Gay participó en la cátedra Julio Cortázar, aquí, en imagen de archivo Foto: Marco Peláez

Guadalajara, Jal., 22 de septiembre. En el pasado reciente de Viena, José María Pérez Gay encontró el alud de explicaciones que detallan las circunstancias de buena parte de la cultura del mundo hasta nuestros días, desde la sublimación hasta la barbarie, al partir del hecho de que en la capital del imperio austro-húngaro, que finalizó a principios del siglo XX, se crearon y profundizaron todas las corrientes que para bien, pero también para mal, dieron la fisonomía a lo que hoy llamamos modernidad.

En su conferencia magistral esta noche en el paraninfo Enrique Díaz de León de la Universidad de Guadalajara -el cierre a su semana de visita en Guadalajara como maestro invitado para la Cátedra Julio Cortázar-, Pérez Gay logró desmenuzar el enredado amasijo cultural que significó la Viena de finales del siglo XIX y principios del pasado, su legado a la humanidad que pasó por casi todos los ámbitos, que renovó o modificó costumbres y conocimientos, ciencias y estéticas, sensualidades y masacres.

"Un centro cultural que en esa época atrajo a los judíos en toda Europa, a los irlandeses, a las minorías eslavas. Aún hoy, la cultura del imperio austro-húngaro nos seduce como nos seduce el rostro de una doble verdad", dijo el ponente ante auditorio lleno, encabezado por el rector Trinidad Padilla López y flanqueado por Raúl Páramo Ortega, su presentador.

De este reino extenso, bastión contra herejes e infieles donde nacieron o vivieron innumerables personalidades quienes cuestionaron o exaltaron los valores sociales y humanos en medio de un gobierno autocrático, se recrearon, primero, y se experimentaron, después, los espacios participativos, las políticas liberales, que sin embargo nunca tuvieron la suficiente fuerza para resistir las tradiciones de las naciones que acecharon al imperio floreciente hasta su destrucción.

En ese sentido, dijo Pérez Gay, el imperio cedió a sus propias contradicciones internas, en medio de un caos de etnias y costumbres, donde quedó a flote Viena como la ciudad singular, capital del mundo cultural.

"En Viena se dieron cita los mejores compositores en una época irrepetible: Johannes Brahms, Mozart, Schubert, Strauss, Hugo Wolf. Ni una sola pausa en 150 años. No hubo un año en que Viena no conociera una obra maestra de la música, de la literatura, los vieneses nunca se reconocieron como tales portentos, no sabían lo que iban a significar después, en el siglo XX."

La arquitectura en Viena tuvo también su evidencia en esta cultura, al transformar lo barroco y elegante en una ciudad moderna, un contraste de tal magnitud que hace que necesariamente esas fuerzas se impacten una contra otra y logren detallar lo que fue la capital austriaca desde principios del siglo pasado hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial.

Durante su exposición, el sociólogo con grado de doctor por la Universidad de Berlín, hizo especial énfasis en las aportaciones de Freud, de Kafka y de Wittgenstein. El primero reformó las categorías que esquematizaban la noción del hombre y sus motivaciones, a pesar de vivir en una ciudad que aparentemente detestaba y de lo cual dejaba constancia en sus cartas, pero que en la formación de su teoría sicoanalítica le sirvió, a juicio de Pérez Gay, para armar postulados que pudieran no sólo interpretarse a nivel humano, sino como un mapa de la propia Viena.

La llamada sensualidad vienesa que venía de muchos antes que Freud sirvió para que éste armara gran parte de su conglomerado científico que revolucionó la noción humana, para que explorara las características andróginas que hombres y mujeres llevamos dentro, para que junto con sus discípulos pudiera concluir que la mayoría de los hombres son esclavos de una antigua desdicha que desconocen.

Treinta años, los primeros del siglo XX, que lograron transformar la sicología, la estética, la biología. "La cultura vienesa inició la evaluación y la crítica del lenguaje, se preguntó cuál es el significado del significado, qué significaba un texto hablado y otro escrito, como entender la arquitectura y sus vocabularios propios". También se preguntó acerca de la decodificación, de los símbolos en la filosofía, la física.

Y en ese apartado destacó a Ludwig Wittgenstein "uno de los filósofos más críticos y afilados del siglo XX, una pasión intelectual" que se dejó sentir como arquitecto de una casa ejemplar, escultor, músico que pudo llegar a ser uno de los grandes directores de su época, maestro de primaria, ermitaño, profesor universitario que nunca dio clase, heredero de una enorme fortuna que repartió entre instituciones y amigos.

Pérez Gay logró recrear para todos los espectadores del paraninfo momentos comunes cuyo origen muchos desconocían o apenas sospechaban. "Cuando los historiadores del siglo XXI estudien y definan la realidad del siglo XX seguramente lo harán a través de esa perspectiva, la de Viena de finales del XIX".

Por otro lado también habló de la decadencia, de la prostitución, los arrabales, las sirvientas que eran objeto sexual de sus patrones. Y de la gestación de su propio final, con el éxodo masivo a Viena de los judíos, quienes rápidamente ascendieron en las esferas del poder económico y político de la mano de las oportunidades en una ciudad que se recreaba a sí misma para ofrecerlas. Eso a su vez devino en la gestación del antisemitismo, no tanto por razones xenofóbicas como por otras más interiores entre los cristianos, pues no era la muerte de Jesús lo que lanzaba a estos contra los judíos -decía Freud-, sino la presencia misma del nazareno porque en el fondo repudian a un dios que niega todas sus pulsiones sexuales.

Fue a esa Viena que llegó Adolfo Hitler, el joven y poco talentoso pintor en busca de oportunidades en los albores del siglo XX, donde intentó sin éxito ingresar en la Escuela de Artes en un rechazo de incalculables proporciones históricas.

Y así, en la culminación de su ponencia que descubría a todos el origen de muchas motivaciones en la vida cotidiana, Pérez Gay concluyó para redondear con aplausos de pie su conferencia magistral: "Cuando en 1938 Hitler entró en Viena, regresaba a esa ciudad, la que fue el origen y la creación de la barbarie, nuestro futuro anterior".

 
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