Usted está aquí: domingo 24 de septiembre de 2006 Política A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

Los juguetes de Forbes

Ampliar la imagen Hugo Chávez, el bolivariano presidente de Venezuela cuya lengua no conoce el reposo FOTOAp

En la Quinta Avenida de Nueva York hay un formidable museo que exhibe los juguetes del niño Forbes. La realidad supera a la fantasía y los Reyes Magos vuelven a ser astrólogos venidos de oriente. Adelanto de las utopías y el portento del horizonte inalcanzable para poder perseguirlo eternamente.

Juguetes de la Quinta Avenida, tan cerca de mis ojos, tan lejos de mi vida. Y que nos perdone Tablada, pero los juegos de Forbes son cuentas de lo cósmico; no bastan las listas de multimillonarios publicadas para deslumbrar a los hombres del común. No, hay una lista de billonarios (mil millones hacen un billón en las cuentas anglosajonas). Pero de dólares se trata y no han de ser muchos los que acumulan ese tanto. Dicho sea con todo respeto, como diría López Obrador: ¡cuenta por cuenta, dólar por dólar!

Vinieron a México los emisarios del rey de los juguetes. Reunión para iniciados; para algunos que han alcanzado la gloria de verse en la nómina de los ricos más ricos del mundo, así como para los aspirantes a esas alturas y quienes les llevan las cuentas o trabajan por su cuenta, siempre al servicio del sacrosanto dólar y de sus dueños. De cómo alejar a México del borde del abismo, por no abrir la puerta de las reformas en energía, comunicaciones y, desde luego, laborales. Siempre, conforme al dictum del mundo de juguete según Forbes y los profetas del neoconservadurismo que nos obsequiaron el consenso de Washington y la situación lose-lose. No crece o casi no crece la economía nativa desde hace cinco lustros. De empleos ni hablar.

Estamos en el interregno que dará paso a la Presidencia de Felipe Calderón y devolverá la alternancia a los anaqueles de algún museo de juguetes mexicanos, con diábolo electoral y serpientes y escaleras que parezcan subir cuando bajan. Mientras los jóvenes turcos de la tecnocracia se reunían al conjuro de Forbes y el tintineo del oro, Vicente Fox perseguía la quimera del parlamento continuo, del decir y desdecirse sin pausa ni reposo. Acudió a la ONU, habló ante la Asamblea General. Y el canciller Derbez obtuvo gloriosa victoria diplomática al lograr que el secretario general, Kofi Annan, sentara a su mesa al presidente Fox, al lado de George W. Bush. ¡Como niño con juguete nuevo! Pero se interpuso la incontinencia retórica.

Hugo Chávez, el bolivariano presidente de Venezuela, cuya lengua tampoco conoce el reposo, pareció decidido a darle la razón a quienes lo señalaron como modelo del populismo y mecenas de los afanes presidenciales de Andrés Manuel López Obrador. CNN sirvió de prólogo a la Asamblea General de la ONU. Dijo Hugo Chávez que no reconocería al gobierno que presidirá Felipe Calderón; que tiene pruebas de violaciones a la pureza del sufragio; que una convención nacional democrática designó presidente legítimo a Andrés Manuel López Obrador. La cancillería desempolvó la no intervención en asuntos internos de otros estados para condenar el flagrante intervencionismo del señor Chávez.

Pero Vicente Fox salió en defensa del derecho de injerencia del venezolano, a quien Carlos Fuentes llamó payaso en un rapto de razonada ira. Todavía no concluía la ronda de aplausos y exabruptos por la burda injerencia, cuando el presidente Fox proclamaba urbi et orbi que el gobierno de Cuba debería convertirse en democracia electoral y transitar por la vía del mercado en busca del aval de la Casa Blanca, o cuando menos de un asiento a la mesa de míster George W. Bush. Intervencionismo en las alturas y contagio en el llano de la política interior: delegados hay en el Distrito Federal que han dicho a todo pulmón que ellos no "reconocerán" al gobierno de Calderón; alguno, ignorante de la sede de los poderes de la Unión, del Poder Ejecutivo, jura que Felipillo santo no pisará el territorio de su delegación.

Y ahí viene la marcha de oaxaqueños que al salir de los valles ya se había dividido sin remedio. Los maestros de la sección 22 anunciaron que debatirían la posibilidad de volver a la aulas. Y los de la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca se despidieron con una silbatina dedicada al dirigente que tuvo la osadía de acordarse de los miles y miles de alumnos que pierden el año escolar y podrían perder el futuro, por un conflicto sin pies ni cabeza. En la atalaya convoca Carlos Abascal a Alfredo Harp Helú y a Diódoro Carrasco Altamirano. Si el llorón de Icamole viviera, el del dinero mantendría vivo su ánimo filantrópico y el de origen agrarista seguiría siendo jefe político del estado; no habría llegado José Murat al gobierno: contra la voluntad de Ernesto Zedillo, pero con el viento a favor de la democratización diseñada en el taller de juguetes de allá de aquel lado.

Y Gabino Cué, protegido de Diódoro, no sería legislador del PRD en trance de Frente Amplio Progresista. Entre vueltas y revueltas hay encuentros y desencuentros de la generación que, según sentencia de José Angel Gurría, llegó para gobernar hasta bien entrado el siglo XXI. Y ahí están. Manuel Camacho y Porfirio Muñoz Ledo; Luis Téllez y Miguel Angel Yunes; Elba Esther Gordillo y Eduardo Medina Mora; Héctor Moreira y Carlos Salomón Cámara. En Bucareli y en el cónclave de Forbes; presente y futuro de la administración de la cosa pública en favor de los dueños del dinero y bajo la égida imperial de los dueños de los dueños del dinero.

Carlos Slim, empresario ejemplar inversionista y flautista de Hammelin a cuyo conjuro acuden dueños de capitales para sumarse a sus empresas y repetir el milagro de la multiplicación exponencial del capital. Todo eso y, además, en 1982, cuando los ricos de aquí se llevaron su dinero, Slim apostó a comprar lo que se vendía en México. Y ganó. Apareció en la lista de Forbes. En tercer lugar, repetía la vanidad aldeana de los que aplaudieron al gobierno de empresarios, para empresarios, por empresarios. Pero los que sí juegan con juguetes de Forbes, corregían el cuento del gato con los pies de trapo: no es gobierno de empresarios, sino de gerentes. En estas horas turbias, llegó la venganza de los cuidadores de dineros ajenos: en el cónclave de Forbes, Slim criticó la convención nacional, la designación de presidente legítimo e itinerante.

Y los del movimiento purificador que aplaudían el concurso del capital en el rescate del Centro Histórico, acudieron a Proudhon para recitar que detrás de toda gran fortuna hay un gran crimen. Lo que hay es millones en la miseria. No hay empleos. La violencia del crimen organizado se impone del río Bravo al Suchiate. Y el diluvio que viene.

El gobierno de Zacatecas rechazó la descentralización del magisterio impuesta en 1992; en Baja California, los maestros se enfrentan al gobernador Eugenio Elorduy y deciden integrar el SETE, sindicato estatal; en Oaxaca, la sección 22 prende la mecha y la APPO convierte las hogueras de las barricadas nocturnas en incendio que amenaza al país entero y pone en entredicho al estado de derecho.

Pero en la Quinta Avenida exhiben los juguetes de Forbes y en México juegan con los que pasaron por el tamiz del zedillismo para enfrentarlos a los que saltaron del salinismo al Frente Amplio Progresista: del tablero negro los secretarios de Felipe Calderón, y del rojo los de la Presidencia itinerante: ¡hagan su juego, señores!

 
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