Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de septiembre de 2006 Num: 603


Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Carlos Correas: escándalo, polémica y olvido
ALEJANDRO MICHELENA
Vlady: paradigma del artista
ROBERTO RÉBORA
La línea y el cuerpo
DAVID HUERTA
La sensualidad y la materia
MERCEDES ITURBE
Vlady: utopías y destierros
JAVIER WIMER
Fernando Pessoa, el idioma y otras ficciones
ALFREDO FRESSIA
Lo que el viento a Juárez
Mentiras transparentes
FELIPE GARRIDO

Columnas:
A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Teatro
NOÉ MORALES MUÑOZ

Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

(h)ojeadas:
Reseña de Gabriela Valenzuela Navarrete sobre Habitar a otro

Cuento
Reseña de Leo Mendoza sobre Relatos de la condición humana


Directorio
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Emilio Castelar (1823-1899) fue el político demócrata y antimonárquico más relevante de España en el siglo XIX. Historiador, poeta y orador más elegante de España; participó en la creación de la primera República Española en 1873. Fue jefe del gobierno y ministro de Asuntos Exteriores. Luchó en su patria, sin conseguirlo, por separar a la Iglesia del Estado. Apoyó la abolición de la esclavitud en Puerto Rico con la ley del 21 de marzo de 1837. Máximo exponente de las ideas republicanas y liberales en España, ante la derrota de las fuerzas imperiales de Maximiliano en 1867, escribió así sobre la la lucha de Benito Juárez:

Emilio Cárdenas Elorduy

EMILIO CASTELAR A JUÁREZ

"Los hombres se levantan cuando se desploma un mundo sobre su cabeza, son los hombres mayores de la historia. Vencido, abandonado de América, maldecido por una teocracia que quiere a toda costa conservar sus perecederos bienes; entregado al extranjero por una turba de traidores; extendida la espada del primer imperio de Europa sobre su frente; puesta la bayoneta de los zuavos en su pecho; acompañado de generales ineptos o serviles; representante de una raza decaída; el jefe de un pueblo sin esperanza; Juárez no se rinde al destino, y severo e inflexible se levanta en medio de las ruinas, como la personificación sagrada de la república y de la patria...

Pero Juárez, hombre de nuestro siglo, creyente en la eficacia de la libertad y en la virtud de la ley del progreso, mantiene en sus manos los últimos jirones de la bandera de la República, porque sabe, en medio de sus desgracias, que los tiranos pasan, los tiranos perecen, y la libertad no puede morir mientras Dios presida el movimiento de la historia.

Es imposible que haya habido un hombre más firme en sus convicciones, ni más dispuesto a desafiar la adversidad.

15 de abril de 1867