Usted está aquí: lunes 25 de septiembre de 2006 Deportes Pobre presencia de los de Xajay y novillo vivo al español Jairo Miguel

En la México desafinan empresa, ganadero y alternantes, no así la banda de música

Pobre presencia de los de Xajay y novillo vivo al español Jairo Miguel

Ernesto Castellón, al tercio, pero sin emocionar

Ernesto Sánchez, sólo detalles

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen Jairo Miguel, ante su primero de la tarde de ayer, preparando un par de banderillas Foto: Jesús Villaseca

Luego de diez novilladas sobraban nombres para haber integrado una tercia o una cuarteta de jóvenes que dieran otro tono a los dos últimos festejos del serial; es decir, que el interés por el espectáculo y por el escenario no se enfriaran antes de la inminente temporada grande 06-07.

Pero por encima de un público que se fue metiendo a las novilladas y de media docena de muchachos que calaron en el ánimo de ese público, ciertos intereses, criterios y decisiones vieron pasar sin pena ni gloria una tarde que debió ser importante.

En tarde soleada, con algo de viento, y estando en el ánimo de la gente los nombres del colombiano Ricardo Rivera y de los mexicanos Víctor Mora, Octavio García El Payo y Mario Aguilar, entre otros, la empresa decidió sacar a estos últimos del cartel e incluir al tapatío Ernesto Castellón, que había obtenido merecida oreja luego de riñonuda faena y cornada al entrar a matar, la tarde de su presentación; al mexiquense Ernesto Sánchez, con calidad y triunfador en Arroyo y en La Florecita, pero sin sitio, y al español Jairo Miguel, aún muy verde para aspirar a un triunfo en la Monumental de Insurgentes, como lo había demostrado en la novena novillada.

Quedaba la incógnita de los bureles de Xajay, tan cotizados entre la torería nacional, los cuales a su pobre presencia y encornaduras indignas de la Plaza México acusaron un descastamiento evidente en varas y una sosería desesperante en el último tercio, a excepción del primero, que en la muleta metió muy bien la cabeza.

Ojalá estos criterios no prevalezcan a lo largo de la temporada que se avecina, pues darán al traste con las expectativas y promesas de la nueva empresa, que deberá olvidarse de voluntarismos, vendetas y represalias, y ofrecer de una vez por todas al público un elenco y un derecho de apartado a la altura de su compromiso con la afición.

Después de la cornada en su anterior actuación, el valor de Ernesto Castellón sigue inalterable, al igual que sus deficiencias técnicas, pues continúa abusando del pico, así como dejando luz o espacio entre él y el toro y, lo más grave, sin acabar de entender que el arte del toreo es básicamente expresión interior, transmisión de sentimientos que reflejen y exalten los del público.

Con su primero, Siempre así, bizco del derecho que no recargó en el multipuyazo pero que llegó al último tercio con claridad y hasta son, Castellón logró tandas limpias y ligadas... de tres muletazos y el de pecho, lo que aunado a su poca expresión se tradujeron apenas en una salida al tercio, luego de dejar una entera desprendida.

Con su segundo, Cigala, bello castaño con trapío, que quiso quitarse el palo en el puyazo, Castellón ejecutó templadas chicuelinas y revoleras. Más derechazos a otro pasador pero sin transmitir ni emocionar ninguno. Lo despachó de media y tres descabellos. Como este joven no agregue algo impactante a su tauromaquia...

En España los toreros se hacen toreando; en México se hacen de milagro. Tal es el caso de Ernesto Sánchez, quien no obstante sus buenas maneras y sus triunfos no ha logrado darle continuidad a su carrera, por lo que la intuición y calidad que posee se topan con su falta de sitio.

Por ambos lados tiró muy bien Sánchez de su primero, Coco, cornigacho destartalado, sólo que en minitandas de tres y el remate. (Si lo mismo hacen Ponce y compañía en una tauromaquia a cuentachiles.) Otro tanto realizó con su segundo, al que toreó bien a la verónica y por caleserinas, luego de que el novillo recargara en el puyazo, pero esta vez se puso pesado con el acero y hasta dos avisos escuchó.

En el pecado de aceptar la repetición, el joven Jairo Miguel llevó la penitencia. Avaro con la capa, decoroso en banderillas y tedioso con la muleta, se enfrentó primero a una rata pasadora y sosa que hasta los ocasionales pitaron, y con el que cerró plaza, mal con los palos y pésimo con la espada hasta escuchar los tres avisos. ¿Con qué merecimientos volvió a la Plaza México? La rechifla que le dedicaron se oyó hasta su Cáceres natal.

La ovación de la tarde fue para el trompeta de la banda de música luego de interpretar La virgen de la Macarena, quizá como preámbulo al guateque flamenco-muleteril próximo. Y ya entrados en música, hay que ir este martes 26 o jueves 28 al Palacio de Bellas Artes y emocionarse con la Carmen del maestro José Antonio Morales, que imprime a esta obra un temple que sólo da el duende.

 
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