Usted está aquí: lunes 25 de septiembre de 2006 Deportes Joselito Adame triunfó en Madrid ante dos Miuras

Joselito Adame triunfó en Madrid ante dos Miuras

LUMBRERA CHICO

Y tal como lo anticipamos aquí hace ocho días, el niño prodigio mexicano Joselito Adame triunfó el domingo pasado en Los Molinos, periferia de Madrid, al enfrentarse por primera vez en su carrera a un encierro de Miura, con 550 kilos de peso, alternando con dos desconocidos: el francés Jeremi Banti y el español José Manuel Sandín, que según las crónicas, respectivamente, oyeron ovación y rechifla, y silencio y pitos.

Para Joselito Adame, por el contrario, los defectos de sus adversarios se convirtieron en fuentes de estímulo para intentarlo todo con capote, banderillas y muleta, de tal suerte que a su primero le cortó una oreja y el público siguió agitando los pañuelos en demanda de la segunda, y como si no le hubiera bastado con eso -inscribir una marca histórica, la del primer mexicano que a los 17 años desoreja a un Miura-, con el último de la tarde repitió la hazaña, elevando su cosecha europea de 2006 a 50 orejas y un rabo.

La noche del domingo 28 de abril de 2002, luego de presenciar el debut de Joselito Adame en la Monumental Plaza México -el niño tenía entonces apenas 14 años de edad-, escribí, y La Jornada publicó al otro día, lo siguiente: "En una de mis lecturas infantiles más remotas recuerdo que ocho días después de la despedida de Rodolfo Gaona, en el Toreo de La Condesa se presentó un becerrista de 13 años que iba a convertirse en una leyenda de los ruedos. El autor de aquellas lìneas era Carlos Fernández Valdemoro, o Pepe Alameda, y aludía por supuesto al maestro Fermín Espinosa Armillita...

"Aunque hace ocho días no se cortó la coleta nadie, ayer pensaba en eso antes de entrar en la México mirando en el programa de mano la foto de Joselito Adame, su trágica sonrisa de niño torero. Y volví a pensarlo muchas veces más, cuando lo vi partir plaza, pero cuando empuñó la muleta doblada, terció el estoque de aluminio y se los echó a la espalda, caminando despatarrado en busca del juez, y cuando regresó a la barrera después de brindar a todo el mundo, para entregarle la montera a su padre, a quien abrazó deshecho en lágrimas, y cuando se fue a los medios flameando la franela para atraer a Juguetón, feo cubeto cárdeno entrepelado de 290 kilos y más alto que él pero sin duda el mejor del encierro, supe que estábamos ante la revelación de un fenómeno que, si el diablo lo permite, será también leyenda de los ruedos.

"Aprovechando todas las ventajas de su corta edad y de su pequeño cuerpo para transmitir su viva emoción al tendido, el niño, hacía un instante llorón, embarcó al animal con admirable oficio, y lo templó en redondo sobre todo por la derecha, y al final de cada serie puso a la gente de pie, y entonces culminó el trasteo con temerarias manoletinas, y cuando nadie suponía que iba a lograrlo y todos esperábamos que fuera cogido en el lance, dejó una media lagartijera en todo lo alto y la gente sacó los pañuelos pidiendo el rabo. Con acierto, el juez Ricardo Balderas le otorgó, únicamente, las dos orejas."

 
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