Usted está aquí: lunes 25 de septiembre de 2006 Espectáculos Entregan a Max von Sydow el Premio Donostia por su trayectoria

La carrera de un actor depende de las oportunidades que le brinden, expresa

Entregan a Max von Sydow el Premio Donostia por su trayectoria

El papel de sacerdote, en el que me han encasillado, se debe a Ingmar Bergman, con quien he trabajado en cine y teatro, señala

El violín, de Vargas, se proyectó en Horizontes Latinos

FABIOLA PALAPA QUIJAS ENVIADA

Ampliar la imagen El actor durante la conferencia de prensa en San Sebastián y al recibir su reconocimiento Foto: Reuters e Iñaki Pardo/ tomada de la página web del festival

Ampliar la imagen El actor durante la conferencia de prensa en San Sebastián y al recibir su reconocimiento Foto: Reuters e Iñaki Pardo/ tomada de la página web del festival

San Sebastián, 24 de septiembre. El actor nacionalizado francés Max von Sydow recibió esta noche el Premio Donostia que otorga el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Señaló: "Hago lo mismo tanto en el cine como en el teatro. He trabajado también para Ingmar Bergman en teatro y luego en el cine, y es la misma situación en ambos casos. Claro que la carrera de un actor depende muchísimo de las oportunidades que le brinden; he tenido muchas buenas oportunidades".

La fuerza dramática de su rostro, su imponente figura y una capacidad para representar todos los aspectos humanos, desde los más viles hasta los más delicados, han hecho de Max von Sydow uno de los más grandes actores del cine europeo.

El intérprete del padre Merrin en El exorcista (1973) recordó sus inicios: "Para llegar a actor en Suecia, lo mejor era ingresar a la Academia de Teatro Nacional, donde los estudiantes, después de tres años, tenían la oportunidad de mostrar su trabajo ante todos los directores de teatro y productores de cine que asistían a las funciones".

Respecto de si se considera el alter ego de Ingmar Bergman, Von Sydow expresó que no. Aclaró que quizá los personajes de las obras y guiones escritos por el realizador reflejan una parte de la personalidad del sueco.

La película que más ha disfrutado como actor ha sido Pelle, el conquistador (1988), porque "es un personaje excelente y la experiencia fue maravillosa. La historia más grande jamás contada (1965), que no fue una excelente cinta, pero tiene imágenes preciosas, fue una experiencia diferente por muchas razones; también cambió mi vida porque fue el primer filme en el que trabajé fuera de Suecia. No lamento haber participado en él; ojalá hubiera sido mejor".

Max von Sydow señaló que durante su carrera lo han encasillado en el papel de sacerdote: "Todo empezó por culpa de Bergman, porque ha realizado películas con contextos o tramas religiosos, entonces he aparecido como el caballero que juega ajedrez con la muerte o el mago con aspecto de Jesucristo.

"Los directores no son imaginativos ni valientes; si necesitan a una persona para interpretar un papel religioso no la buscan, se acercan a quienes ya han interpretado ese papel con éxito. Muchos productores me han visto en papeles con trasfondos filosóficos o religiosos y me han encasillado; el actor tiene que luchar para evitar que eso suceda".

Max von Sydow ha participado en películas como El manantial de la doncella (1990), La carta del Kremlin (1970), Minority Report (2002), y acaba de finalizar el rodaje de L' Inchiesta (La investigación, 2006).

Guerra y falta de agua

En la jornada de este domingo en San Sebastián se presentó en la competencia oficial la película francesa Si el viento sopla la arena, que, desarrollada en el desierto de Yibutí, es dirigida por Marion Hänsel. Basada en la novela francófona Chamelle, de Marc Durin-Valois, narra la odisea de una familia que vive la amenaza de la guerra y la falta de agua.

El largometraje "no es una visión fatalista, simplemente muestra una realidad corta de lo que ocurre en Africa, que es más duro de lo que se ve en la película. Es una pieza de esperanza, porque la realidad es peor, esto sólo es ficción", señaló Durin-Valois.

Asimismo agregó que ante esa realidad "sólo existe la salida de avanzar y continuar, porque si no se muere. No sé si es fatalismo, pienso que luchan como pueden".

La actriz Carole Karemera, originaria de Ruanda, que personifica a Mouna, explicó que en el filme "existen condiciones particulares, como el tiempo: cada día hay esperanza y la dureza del clima da experiencia; ésa es nuestra forma de vivir, nuestro tiempo".

Karemera, quien comenzó su carrera en la obra de teatro Ruanda (1994), de Jacques Delcuvellerie, señaló que el paisaje del desierto de Yibutí es duro, a diferencia de las colinas verdes que hay en Ruanda; sin embargo, disfrutó del colorido y belleza del desierto.

El actor Issaka Sawadogo, de Burkina Faso, expresó que en la película los protagonistas no lloran porque en Africa han sufrido bastante y han aprendido a "llorar por dentro. Hay que conformarse con vivir y también vivir situaciones como la muerte de los hijos, pero hay que seguir viviendo y mantener la esperanza.

"Lo que hemos intentado mostrar es la situación real de una región de Africa, donde no hay agua ni comida, ni teléfonos celulares para pedir ayuda. No hay nada, sólo queda avanzar sea cual sea la situación. Es algo muy doloroso que vivimos constantemente dentro de nosotros mismos; las lágrimas, por lo tanto, podían estar o no, lo importante es cómo se vive esa realidad."

Defensa de las mujeres

La directora de la cinta, Marion Hänsel, mencionó que en varias escenas defiende la visión de las mujeres, sobre todo cuando "se piensa que al tener una hija es una boca más que alimentar; por eso la madre salva a su hija, quien finalmente es la más fuerte y la que da esperanza de vida a su padre".

Si el viento sopla la arena, también muestra el trabajo de las organizaciones no gubernamentales, que brindan ayuda a los refugiados de Africa, convirtiéndose en algo esencial para la supervivencia de los africanos.

Las producciones de Hänsel se caracterizan por abordar temas como la búsqueda de identidad, la muerte y herencias, así como las relaciones de padre e hija. "Me siento a gusto en las historias de familia, en los conflictos sicológicos que llevan consigo, lo que, sumado al marco socio político de Chamelle, hacen de ésta la película en que más me he comprometido", dijo la directora francesa.

Del director británico John Boorman se proyectó The Tiger's Tail, comedia sobre la vida de dos gemelos que son separados al nacer y cuyas vidas son muy diferentes.

La película mexicana El violín, de Francisco Vargas, se presentó en Horizontes Latinos. En la sección Perlas de Zabaltegi se proyectaron Neil Young: Heart of Gold, del estadunidense Jonathan Demme, y la portuguesa Belle Toujours, de Manoel de Oliveira.

 
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