Usted está aquí: viernes 6 de octubre de 2006 Capital Corrupción, forma de gobernabilidad en los reclusorios capitalinos: CDHDF

Detalla conclusiones de un informe que será presentado a finales de este mes

Corrupción, forma de gobernabilidad en los reclusorios capitalinos: CDHDF

Las duras normas de ingreso de visitantes se tornan laxas adentro: responsable del estudio

ALEJANDRO CRUZ FLORES

Ampliar la imagen Fila de espera para ingresar al Reclusorio Norte, en un dia de visita Foto: Francisco Olvera

Ampliar la imagen Encuentro durante la visita dominical, en el Reclusorio varonil Oriente Foto: María Luisa Severiano

Los fines de semana y los miércoles, días de visita en el Reclusorio Norte, se instalan en los patios unas tiendas de campaña conocidas como las cabañas, donde, de manera alternativa, los internos reciben a sus familiares o amigos, pero también se lleva a cabo comercio sexual y la venta de "cualquier mercancía necesaria para sobrevivir en la cárcel"; incluso drogas.

Un negocio, las cabañas para visita íntima

En ese mismo centro penitenciario, así como en los reclusorios Oriente y Sur, los días de visita los patios se convierten en verdaderos tianguis, donde se puede encontrar de todo: puestos de comida con tanques de gas, y cazos con aceite hirviendo, para preparar las fritangas.

Víctor Morales Noble, director de Seguimiento a Recomendaciones de la Comisión de Derechos de Humanos del Distrito Federal (CDHDF), relata que cuando personal del organismo acude a al Reclusorio Norte observa montones de plásticos, colchones y cobijas "en una esquinita", donde se instalan las cabañas, "lo que obviamente va en contra del reglamento", señala, "sobre todo para un sistema que supuestamente lo controla todo, pero custodios cobran o toleran esta situación, no sabemos a cambio de cuánto o de qué".

Esas son algunas de las irregularidades que ha detectado la CDHDF en los reclusorios de la ciudad de México, las cuales fueron incluidas en un informe que se presentará a finales de este mes.

Esa situación contrasta con las rígidas medidas de seguridad para el ingreso de visitantes a dichas cárceles, que incluyen revisiones a las personas, la comida y la ropa; "son muy estrictos al momento del ingreso, pero dentro del penal son más bien bastante laxos", asevera Morales Noble.

Esto demuestra, agrega, que la corrupción se ha convertido en "una forma de gobernabilidad dentro de los reclusorios"; menciona otro ejemplo: el pase lista por las mañanas, tardes y noches, para verificar que estén todos los presos. A quien llega tarde se le castiga, pero lo puede evitar a cambio de cinco o 10 pesos.

Otro de los grandes problemas que enfrentan los 10 reclusorios del DF es el hacinamiento. En conjunto tienen una capacidad aproximada de 20 mil personas; sin embargo, en julio de este año estaban registradas, 33 mil 534. Es decir, hay un sobrecupo de más de 50 por ciento, "lo que genera una serie de problemáticas que vulneran los derechos humanos de los presos y su calidad de vida".

De acuerdo con el responsable de dicho informe, en promedio cada celda es ocupada por siete personas, cuando éstas tienen capacidad para cuatro, e incluso se encontraron casos en que había "hasta 15 internos".

Asimismo, los visitadores de la CDHDF observaron que en las mismas celdas los internos trabajan, comen, lavan ropa, y "ahí mismo están los baños, en un modelo celular que aparta al individuo de la sociedad, y cuando llega a salir lo hace con más resentimiento", subraya Morales Noble.

El "pésimo" sistema de justicia agrava el hacinamiento

El hacinamiento, añade, es provocado por "el pésimo sistema de justicia, lento y tortuoso", que castiga la pobreza, ya que muchos de los reclusos, que en muchos casos robaron por necesidad, simple y sencillamente no pueden pagar una defensa eficiente o no tienen dinero para cubrir la fianza. Además, 30 por ciento de la población carcelaria está todavía en proceso, el cual es muy lento; hay casos en que tarda hasta año y medio.

Ante esta situación, señala el funcionario de la CDHDF, es necesario modificar radicalmente el modelo de procuración y administración de justicia, y que el Ministerio Público no requiera sistemática e indiscriminadamente el auto de formal prisión, y los tribunales no lo otorguen con tanta facilidad.

En la ciudad de México son encarceladas en promedio 300 personas por cada 100 mil habitantes, cuando la media nacional es de 170, por lo que es necesario realizar un proceso de despoblación de los reclusorios, implementando medidas como las fianzas de interés social, concluye Morales Noble.

 
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