Usted está aquí: viernes 6 de octubre de 2006 Capital Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

PRD: sonó la hora de los canallas

¿Tropezón? de la vocera de la bancada

Más que un yerro, una forma de pensar

Por más que se quiera, en la actitud de la diputada ¿del PRD? a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Nancy Cárdenas, no hay nada oscuro, tal vez un mucho de cretinismo, seguramente un alto grado de prepotencia, pero nunca algo oscuro.

Como ya es bien sabido, la señora Cárdenas, venida a la ALDF desde Xochimilco, es parte de la corriente perredista con mayoría en el órgano legislativo, cuya cabeza es Víctor Hugo Círigo, y ambos militan en Nueva Izquierda.

La postura que sostuvo la que también es vocera del PRD no es una idea suelta ni pertenece al acervo de desatinos de los personajes de ese partido, que por cierto son muchos, sino a una forma de pensar y actuar que Nueva Izquierda ha mantenido durante ya hace buen tiempo.

Esta corriente, que según lo dicho por la diputada, pretende, si no es que ya lo hizo -en lo oscurito-, reconocer a Felipe Calderón como ganador de las elecciones del 2 de julio, tuvo como líderes indiscutibles, hasta no hace mucho tiempo, a Jesús Ortega y Jesús Zambrano (a quienes se les conoce como los Chuchos), pero según nos cuentan, ahora quienes llevan la batuta y han descobijado a los Chuchos son René Arce, cabeza principal en el Distrito Federal, y Carlos Navarrete, coordinador de los senadores del PRD, quienes se habrían apoderado de una buena parte de esa tribu.

El rompimiento, si es que lo hubo, tuvo como punto fundamental las acciones de resistencia civil pacífica a que convocó Andrés Manuel López Obrador en el corredor Reforma-Juárez-Zócalo, la toma de la tribuna del Congreso por los perredistas, para impedir que Vicente Fox rindiera su último Informe de gobierno, y la decisión de la Convención Nacional Democrática de declarar al mismo López Obrador presidente legítimo.

Así, mientras Jesús Ortega y Jesús Zambrano apoyaban decididamente el proyecto de López Obrador, Nueva Izquierda, o la parte que lideran Arce y Navarrete, decidieron quedarse al margen de las acciones.

En ese entendido, la diputada Cárdenas soltó, sin la anuencia de Ortega y Zambrano, lo que sí se había hablado y discutido entre los allegados a Círigo y su hermano René Arce. Por eso no cabe, de ninguna manera, llamarse ha engaño, la señora expresó el deseo ferviente del grupo que ya hemos mencionado.

Por ello, aunque para muchos perredistas resulte impensable, alguien debería tener el valor de adelantar lo que ya es un hecho: la separación de Nueva Izquierda del PRD. Claro que les resulta difícil, sería perder la mayoría en la ALDF, perder el número que se tiene en el Senado y en la Cámara de Diputados, pero ya hay quienes se hacen la pregunta: ¿no será mucho más caro mantenerlos ahora, para que después terminen en otro acto de traición?

Y es que entre la discrepancia en las ideas y la traición, sólo media la ambición política, y esa se halla verdaderamente exacerbada en Nueva Izquierda. No vale, de ninguna forma, tratar de enmendar la plana, lo dicho por Nancy Cárdenas pertenece a una forma de pensar.

Nueva Izquierda está en contra de todo lo que suene a López Obrador, sus críticas, principalmente en corto, dan idea de que no correrán sobre la ruta de los intereses del Frente Amplio Progresista, porque entre otras cosas, están dispuestos a aceptar, como lo dijo la diputada Cárdenas, lo que la ley defraudada les imponga.

Por eso, destituir a Cárdenas de la vocería no parece el remedio al mal que ya se padece, pero eso es cuento de Nueva Izquierda y del PRD. Allá ellos. Lo que sí es claro es que en el reloj político de ese instituto político ya sonó la hora de los canallas.

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