Usted está aquí: sábado 14 de octubre de 2006 Opinión Cuauhtémoc Cárdenas y los centenarios

Enrique Calderón A.

Cuauhtémoc Cárdenas y los centenarios

Luego de la derrota de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del 2 de julio, empezaron a darse algunas críticas al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, principalmente entre comentaristas de radio, así como entre articulistas y caricaturistas de La Jornada y otros diarios. Las críticas se reducían a dos asuntos básicos, diferentes aunque de alguna manera vinculados entre sí.

El primero de ellos era un reproche a Cárdenas por no haber participado en la campaña de López Obrador y apoyado su candidatura, la segunda a su aceptación a presidir los festejos del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución. De estas críticas, me llamó la atención que el mismo López Obrador no hiciera un comentario público de respaldo a Cárdenas, lo cual habría terminado con ellas. Lejos estaba de suponer que era el mismo López Obrador quien las instigaba, como me quedó claro luego de la orden que dio a Elena Poniatowska para que hiciera referencia a la carta de Cárdenas publicada en el diario Milenio, provocando la descalificación masiva de la multitud enardecida, reunida el 16 de septiembre en ocasión de la convención a la que se había convocado.

Los argumentos de Cárdenas en torno a su postura respecto a López Obrador están contenidos precisamente en esa carta dirigida a la señora Poniatowska y no han sido desmentidos o contestados ni por ella ni por López Obrador, ni por alguno de sus colaboradores cercanos, aceptando con ello que esas críticas carecían de fundamentos.

El 30 de septiembre, el periódico español La Vanguardia publicó un artículo de Joaquín Ibarr titulado "Las perversiones de la secuestrada izquierda mexicana", en el que hace un análisis bastante claro de los cuestionables roles de López Obrador y de algunas otras figuras de segunda importancia que se proclaman líderes de la izquierda, y en el que señala que el peor error de Cárdenas fue dar poder y oportunidad a un advenedizo autoritario que terminó secuestrando a la izquierda, dando la espalda a la democracia.

En ello no estoy de acuerdo; si algo ha distinguido a Cárdenas es ser un hombre de principios, su conducta ha sido siempre de congruencia con ellos. Así, una vez concluida su gestión como presidente del PRD, fue siempre respetuoso de no imponer ni apoyar a ninguno de los candidatos que de manera sucesiva aspiraron a dirigir su partido; ello lo saben Muñoz Ledo, López Obrador, Jesús Ortega, Amalia García, Rosario Robles y Leonel Godoy. No se puede ser demócrata y al mismo tiempo imponer dirigentes o candidatos. Pareciera que esto ha dejado de ser la norma en ese partido, pero de ello CCS no tiene responsabilidad alguna.

Antes de referirme al tema de los festejos centenarios a los que, por cierto, los caricaturistas de La Jornada minimizaron, como si se tratase de un simple festín culinario sin significado alguno para los mexicanos, es necesario reconocer a Cuauhtémoc Cárdenas el lugar que le corresponde como la principal figura actual de la izquierda mexicana, recordando que fue él quien logró unir y fortalecer a los diferentes grupos de izquierda, creando y llevando al PRD, a la posición que hoy tiene, a partir de una larga campaña propositiva y de enfrentamiento real a las fuerzas más oscuras y retrógradas que operan en el país.

Para muchos ha sido fácil calificarlo de traidor a la izquierda, sin dar prueba alguna de ello y en buena parte de los casos sin entender tampoco qué es la izquierda. Ser de izquierda hoy en nuestro país implica, entre otras cosas, tener una posición clara respecto a la soberanía nacional, sobre los derechos exclusivos para la explotación de nuestros recursos naturales y en particular sobre los energéticos, en beneficio de la nación, respecto a la necesidad de tener una banca mexicana que facilite la formación de nuevas empresas y el fortalecimiento de las existentes, para asegurar su competitividad, así como para permitir la generación de los empleos que el país necesita; ser hoy de izquierda implica tener una posición clara sobre la existencia de un gobierno fuerte que responda a los compromisos que le fueron asignados por la Constitución en materia de educación, vivienda y servicios básicos para la población y tener así mismo una posición de compromiso con las naciones latinoamericanas, empeñadas en la formación de un bloque económico para hacer frente a la globalización. En nada de ello ha transigido Cárdenas, y esto lo saben con claridad sus contrarios, muchos de los cuales han aprendido a respetarlo, luego de años de confrontación política, ubicándolo como un referente de la política nacional. La excepción curiosamente se reduce sólo a López Obrador y a sus allegados, quienes no de ahora, sino de tiempo atrás han pretendido minimizar su obra y desprestigiarle como si en ello les fuera algún beneficio faccioso.

Dentro de cuatro años, la nación estará celebrando el bicentenario del inicio de la guerra que hizo de México una nación libre y soberana, así mismo estaremos celebrando el centenario del inicio de la Revolución, ambas serán motivo de reivindicación de los más caros ideales y principios nacionales de soberanía, libertad y justicia social. La designación de Cárdenas, propuesta al gobierno por la legislatura anterior con el beneplácito de todos los partidos, para coordinar y presidir estas celebraciones, no constituye una dádiva, sino el reconocimiento de su trayectoria, de su ejemplo y de su visión. Es así mismo una oportunidad para hacer de esos festejos un factor de recuperación de la dignidad nacional, del acercamiento y la amistad con las naciones latinoamericanas, de recuperación para la memoria nacional de hechos, de acciones y epopeyas que hicieron de México una gran nación, bastante distinta por cierto de lo que ahora es.

 
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