Usted está aquí: sábado 14 de octubre de 2006 Opinión La sinfónica hidrocálida

Juan Arturo Brennan

La sinfónica hidrocálida

Aguascalientes, Ags. Con motivo de algunas labores académicas que me han traído recientemente a esta ciudad, el viernes pasado aproveché la ocasión para cumplir con dos tareas: conocer el interior del interesante teatro Aguascalientes, obra del arquitecto Abraham Zabludovsky, y asistir al inicio de la temporada de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes (OSA), conducida por su titular, Román Revuelta.

Dada la ocasión, el programa y los precios realmente accesibles de los boletos, me extrañó la magra asistencia de un público que, además, se mostró frío, distante y en general desconocedor y desconectado de la música. Además, una proporción significativa del juvenil público del segundo piso (¿convocado, acaso, a contrapelo?) desapareció después del intermedio.

¿Quizá uno de los problemas sea la difusión? Veamos. Recorro, minucioso y atento, el exterior del teatro Aguascalientes, y descubro que sus vidrios están profusamente poblados de carteles y anuncios, entre los que está uno para el espectáculo Riverdance. Otro más anuncia la imprescindible obra teatral Virgen pero no tanto, protagonizada por los grandes histriones Juan Ferrara y Jolette.

Se anuncia, también, otra obra maestra de la escena, Sálvese quien pueda, con el primerísimo actor Jorge Ortiz de Pinedo. Otros carteles dan noticia de que el teatro Aguascalientes será sede de la entrega del Premio Estatal al Emprendedor, así como del séptimo Foro Nacional Competencias para la Vida.

Y en medio de toda esta publicidad para tales actos de indudable relevancia, no hay en todo el teatro un solo anuncio para el programa de esa noche o para la temporada de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, cuya sede es, precisamente, ese recinto. Así, ¿quién se va a enterar de que hay concierto, de que hay temporada, o de que hay orquesta? Como de costumbre, queda meridianamente clara la escala de prioridades que impera en estos tiempos en nuestro ámbito cultural.

Al menos, se agradece a esa sinfónica que haya iniciado su Temporada Schumann con una obra de un compositor mexicano vivo. Se trata de la pieza Vena cava, de Ricardo Martín, en cuya partitura el autor ha colocado un epígrafe que se refiere a la sangre negra que regresa al corazón. En este caso, la sangre negra está representada por la importante presencia de un grupo de percusiones que acentúan la referencia afrocaribeña que está explícita en los materiales básicos de la obra. Como complemento a la vertiente afro de Vena cava, queda claro que se trata de una obra en la que las influencias de Revueltas y Stravinski (así como del Bartók temprano) han sido bien asimiladas.

Después de la obra de Ricardo Martín, la OSA presentó el Concierto para piano en sol de Maurice Ravel, con Silvia Navarrete como solista. De manera general, puede decirse que la interpretación tuvo momentos de buena síntesis entre la solista y la orquesta, así como otros en los que el ensamble no fue del todo compacto y coherente.

Entre los aciertos cabe citar, por ejemplo, que los instrumentistas individuales de la orquesta asumieron con gozo las expresiones jazzísticas propuestas por Ravel en la obra, resultando mejores las intervenciones de las maderas que las de los metales. En el hermoso y evocativo segundo movimiento de este concierto se puede optar por una lucidez objetiva típicamente raveliana o por inyectar una pizca de aliento romántico un poco más expresivo; Silvia Navarrete y Román Revueltas optaron por la primera posibilidad y lograron algunos momentos de poética musical ecuánime y estable.

Para finalizar este concierto inaugural, Román Revueltas y la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes interpretaron la Tercera sinfonía de Schumann, primera de varias obras del compositor alemán con las que se recordarán en esta temporada los 150 años de su muerte.

Aquí se hizo evidente, sobre todo en comparación en el Ravel precedente, que la orquesta se siente a gusto con obras de textura más homogénea, pero que quizá podría darse el lujo de caer de vez en cuando en la tentación del arrebato romántico, que a Schumann no le queda nada mal.

Cabría destacar, acaso, que la sección de cornos logró buenos colores y buen trabajo de conjunto a lo largo de una obra que requiere continuamente sus servicios. Asimismo, la cálida sonoridad schumanniana fue reforzada por el uso de trompetas de válvulas rotativas en lugar de las modernas trompetas de pistones. Para el resto de la temporada de la Sinfónica de Aguascalientes, mucho Schumann, algo de Mozart y un toque de Shostakovich, para enfatizar las celebraciones notables del año.

 
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