Usted está aquí: domingo 15 de octubre de 2006 Cultura La feria del libro del Zócalo se consolida como celebración masiva

Familias enteras recorren los foros donde conviven textos, con cantos y música

La feria del libro del Zócalo se consolida como celebración masiva

Literatura infantil, música de la época de Juárez, cajitas con sogas para ahorcados y promesas de tiempos menos aciagos se conjugan en la penúltima jornada de la fiesta librera

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen Lectores de todas las edades, en grupos, familias o solos, recorren las carpas de la feria del libro del Zócalo Foto: José Carlo González

El tradicional sábado de comercio en el Centro Histórico aportó ayer a la sexta Feria del Libro en el Zócalo, como en ocasiones anteriores, miles de nuevos posibles lectores, los cuales, sumados a los otros tantos de capitalinos que de por sí ya se han apropiado de esa fiesta editorial que concluye este domingo, le han dado su reconocido perfil masivo.

Pese a algunos momentos de lluvia que azuló aún más el cielo, los miles de niños, jóvenes, adultos y hasta familias enteras se desparramaron por las carpas de los diversos foros artísticos y académicos y los estantes de las editoriales distribuidos en la enorme plaza, así como por la veintena de foros alternos del primer cuadro, como el Museo de la Ciudad de México y el Centro Cultural de España.

La firma de libros del escritor y periodista Jaime Avilés, con su novela Adiós cara de trapo; la presentación de Magali Tercero con Cien freeways. DF y alrededores; la literatura infantil de la narradora cubana Ivette Vian Altarriba, con La sombrilla amarilla; el blues del dueto de Tere Estrada o el rock del grupo Fábrica Blue, fueron algunas de las ofertas que esos nuevos públicos pudieron disfrutar.

Como una feria muy distinta a la del Palacio de Minería, agobiada por la escasez de espacio, la del Zócalo se consolida como un suceso editorial más de carácter popular, gratuito, con libertad de movimiento de los visitantes que recorren las calles creadas dentro de la plaza mediante la distribución de las carpas y con una amplia oferta de actividades paralelas: presentaciones, lecturas, música, teatro, graffiti, body painting (pintura en el cuerpo), talleres de dibujo, infantiles.

Mientras a las 13 horas, en el Centro Cultural de España, atrás de la Catedral, Magali Tercero terminaba de presentar su nuevo libro, editado por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, en el Zócalo, junto al asta bandera, Jaime Avilés comenzaba la firma de su reciente novela, editada por la misma casa de estudios y que podría presentar en la Casa Lamm y en la próxima feria de Guadalajara.

Luego de dos horas, Avilés había dedicado casi cien libros, un número poco común de acuerdo con encargados del estante. En tanto, a un lado, en el Foro Arena, alterno al Foro Joven, transcurría la actuación de grupos como Fábrica Blue, las mesas de comentarios y la venta de libros de editoriales independientes, como la que edita la revista Goliardos.

El matrimonio del verdugo

En ese foro, un grupo de chavos de la Editorial Artesanal Manitas Grotescas ofrecían pequeñas sorpresas, como la de varias cajitas que caben en la palma de la mano y de las que sale un cáñamo atado a la manera de una cuerda para horca.

Diseñadas a mano con motivos diferentes, de una de esa cajas de poesía, pintada con un barco azul sobre fondo negro, tras jalar la horca, se pudo leer, en letras blancas sobre un papel rojo, una introducción:

"Matrimonio del verdugo. Margaret Attwood. Versión de Demian Marín y Sergio Ríos. 'En el Quebec del siglo XVIII, la única vía para evadir la pena de muerte ahorcado, era, en el caso de un hombre, convertirse en verdugo, y en el de la mujer, desposarlo..."

Y más adelante, luego de recordar un caso en el que una condenada a muerte convence a otro condenado de que se amparen en esa ley, se lee el poema en prosa de Attwood:

"Ella fue condenada a muerte por horca. Un hombre podía escapar de su muerte al convertirse en verdugo, la mujer al desposarlo. Sin embargo, en nuestros días no hay más verdugos; por eso no existe escapatoria. Sólo muerte, indefinida y postergada. Esto no es ficción, es historia."

El Foro Infantil era un regocijo, pues estaba a reventar y una treintena de niños de entre cuatro y seis años escuchaban más o menos atentos, e incluso luego hicieron preguntas ("¿De eres?"), a la escritora cubana Ivette Vian Altarriba.

Y así sucedía el sábado en el Café Literario, donde el grupo Casa de Adobe tocó música de la época de Benito Juárez, o en el Foro General, a cargo de René Villanueva, o en el Foro Joven, donde una muchacha semisdenuda era la modelo del body painting y una mujer desnuda y embarazada, a los ojos de todos, como anunciando mejores tiempos de una sociedad más libre, tolerante y madura, era la modelo de más de una docena de chavos y chavas en un taller de dibujo.

O en el Foro de la ciudad de Los Angeles, invitada de honor junto con la de La Habana, en la que ciudadanos chicanos anunciaban, también a manera de un futuro en el presente, un "gobierno de Aztlán" avalado por la embajada de Cuba y próximo a reunirse con el gobierno del Distrito Federal.

Antes, en ese foro angelino, el cantante Esteban Soul y "embajador de Aztlán en México", había interpretado en inglés un rap, con lo que el espacio comenzó a llenarse de los jóvenes que suelen deambular por el Centro Histórico y que ayer, como en otras ocasiones, y como hoy durante el último día de feria, tuvieron una opción cultural en estos tiempos aciagos.

 
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