Usted está aquí: lunes 16 de octubre de 2006 Deportes Preparan libro sobre la legendaria ganadería tlaxcalteca de Piedras Negras

Es un trabajo escrito más con el corazón, dice su autora, Gabriela Padilla

Preparan libro sobre la legendaria ganadería tlaxcalteca de Piedras Negras

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen El principal responsable de dar espectáculo en una corrida es el ganadero, que ha de enviar a las plazas bureles que propicien el lucimiento del matador. En la imagen, El Zotoluco durante el espectáculo Flamenco Matador, el cual finalizó ayer Foto: Jesús Villaseca

Toda obra que tienda a la reivindicación del toro de lidia mexicano con edad y trapío, a rescatar la memoria ganadera de bravo en el país y a recuperar la dignidad animal de la materia prima de este espectáculo, debe ser apoyado y difundido.

Hay que repetirlo: el principal responsable de dar espectáculo en una corrida no es el empresario o el torero, sino el ganadero que, con un respeto inexcusable por la bravura, ha de enviar a las plazas a bureles que propicien el lucimiento del matador, sí, pero no a costa de la casta ni en detrimento de la azarosa emoción, como se ha vuelto deplorable costumbre.

Originaria de Guadalajara y aficionada de toda la vida, Gabriela García Padilla desde pequeña fue llevada a las corridas de toros, y ya aquí en la capital de manera obligada cuando era anunciado el hierro tlaxcalteca de Piedras Negras, favorito de su padre, Francisco García Reyes, de quien por cierto Gabriela recopiló sus colaboraciones en prensa y radio en un sabroso libro titulado Y hablando de toros. Es autora también de Un canto a la vida. Semblanza del doctor Joel Marín, número 44 de la colección Lecturas Taurinas de Bibliófilos Taurinos de México y conferencista, destacando La crónica taurina pagada, donde desglosa las comprometedoras cifras que recibían los principales cronistas de la época de los años cuarenta.

Sobrina asimismo de Benjamín El Chato Padilla, quien fue empresario, junto con Rodolfo Gaona, de la plaza El Toreo de la Condesa, Gabriela se dio a la tarea de investigar y escribir una peculiar historia de la ganadería de Piedras Negras a partir no sólo de un compromiso sino de una admiración ferviente como aficionada.

"Es un trabajo escrito con el corazón de tres mujeres más que con la pluma -advierte García Padilla-, un trabajo que hubieran querido hacer muchos y que tuve la oportunidad y la fortuna de poder hacerlo yo. Más que una obra académica y exhaustiva es una investigación con el sentir de mi romance intemporal de aficionada con tan afamado hierro, admirado por miles y miles de aficionados de distintas generaciones a partir de 1882, en que lidia por vez primera en la ciudad de México.

"Mi amiga Clementina Lecona, viuda del matador Rafael García, me puso en contacto con doña Susana González, hermana de don Raúl, anterior ganadero de Piedras Negras, y aquella me presentó a doña María Laura Villa, viuda de don Raúl González. Con un entusiasmo que no imaginé, ambas accedieron a platicar, sin límite de tiempo ni de temas, y en breve lapso surgió una gran amistad a partir de un amor común: Piedras Negras.

"Ambas me invitaron a la ganadería donde, tequila de por medio, cada una me fue abriendo el preciado cofre de sus recuerdos y de su vida en la hacienda de Piedras Negras. La ganadera María Laura tuvo incluso la gentileza de mostrarme los libros de la ganadería, así como el prontuario del árbol genealógico de los González desde el siglo XVI.

"Más que un estudio altamente especializado -agrega Gabriela- es más bien una labor comprometida y sentida luego de bucear en los antecedentes de la familia González y en los datos directamente proporcionados por tan generosas anfitrionas.

"Reitero: parte esencial de la metodología utilizada en esta investigación fueron las maravillosas charlas con doña María Laura y doña Susana, dueñas de una calidez sólo comparable a sus emociones y a sus conocimientos.

"Haber recorrido la hacienda y compenetrarme de su historia a través de sus paredes, fotos, carteles y de las cabezas de toros lidiados en las antiguas plazas de Tacubaya, Bucareli, la México, San Rafael o El Toreo, fue una experiencia que tenía que escribir, así como la historia de los toros que han hecho grande a la ganadería -Revenido y Gaona, Nacarillo y Armillita, Talismán y Joselito Huerta, Soy de seda y Curro Rivera, Timbalero y Mariano Ramos y tantos más-, los estilos ganaderos de sucesivos propietarios -don Lubín, don Wiliulfo, don Románico, don Raúl-, etcétera, pero insisto, no es un libro que se detenga en la genealogía de los empadres sino un recuento del brillante desempeño de esa ganadería, luego de muchas horas de emocionada y aleccionadora conversación con doña María Laura y doña Susana en torno a la existencia de un hierro de prosapia. El libro, titulado Piedras Negras, bravura con abolengo, será presentado el próximo mes de noviembre", concluye emocionada Gabriela García Padilla.

 
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