Usted está aquí: lunes 16 de octubre de 2006 Opinión México SA

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Carlos Fernández-Vega

México, reprobado en educación

El gasto por estudiante de primaria es de 1,656 dólares contra 5,450 en otros países

Ampliar la imagen El gasto en educación está tan relegado, que para alcanzar la meta recomendada por la UNESCO de invertir 8 por ciento del PIB en ese renglón el gobierno debería destinar unos 200 mil millones de pesos en 2007 FOTOJesús Villaseca

Los organismos internacionales se dan vuelo reprobando a la educación que se imparte en el México del "cambio". Para la OCDE, por ejemplo, nuestro país ocupa la posición número 28 de un total de 30 naciones consideradas, en lo que gasto por estudiante de primaria y secundaria se refiere.

El gasto por estudiante de primaria en México, puntualiza la organización, es de mil 656 dólares (ajustado por las diferencias en la paridad del poder adquisitivo), contra 5 mil 450, en promedio, de los integrantes de la OCDE. Por estudiante de secundaria la relación es de mil 495 contra 6 mil 560). En el nivel post secundaria el gasto por estudiante es de 2 mil 790 contra 7 mil 582 dólares como promedio de la OCDE. Y así por el estilo.

No son para presumir los resultados, amén que la mayor proporción del gasto se destina a cubrir los famélicos salarios magisteriales, pero por cortesía del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, va la siguiente numeralia del sector educativo durante el "cambio":

La educación es, según el Plan Nacional de Desarrollo de la actual administración, la estrategia central para el desarrollo nacional. El PND afirma que el impacto de la educación sobre el combate a la pobreza y la inequidad en nuestro país es indudable. Por ello, se propusieron invertir en mayor cobertura y calidad en la educación, lo que se traduciría en reducción de la inmensa brecha en el goce de oportunidades entre la sociedad mexicana.

En la Ley General de Educación se establece que se debe destinar a la educación recursos crecientes en términos reales, haciendo referencia a la convocatoria de la UNESCO en 1979, de orientar 8 por ciento del producto interno bruto a esta actividad. En lo que va del sexenio, el gasto en este renglón ha crecido ligeramente, al pasar de 6.42 a 7.07 por ciento del PIB. Pero la cifra está truqueada, porque incluye el gasto privado. Restando éste, el gasto público en educación se ubica para este año en apenas 5.41 por ciento del PIB (sólo 0.41 puntos porcentuales más al registro de una década atrás), de tal suerte que para alcanzar la meta de 8 por ciento para 2007 el sector público tendría que incrementar el gasto en educación en 2.59 por ciento del producto, algo así como 200 mil millones de pesos.

No obstante, los recursos crecientes en educación presentan algunos logros como la reducción del analfabetismo, que ha disminuido durante los últimos seis años, al pasar de 9.2 a 7.7 por ciento de la población. La escolaridad promedio, por su parte, también ha mostrado un desempeño favorable, al pasar de 7.6 a 8.3 años de estudio, en promedio, de 2000 a 2006. Si bien existe consenso en torno al positivo impacto del gasto en educación sobre el bienestar de la población, un análisis más detallado sobre el ejercicio de éste por nivel educativo se hace imprescindible.

Lo anterior debido a que, si bien el gasto en educación básica es altamente progresivo y beneficia en mayor medida a los estratos de la población con menores niveles de ingreso, el gasto en educación media y media superior es regresivo. Lo anterior es especialmente importante si tomamos en cuenta que México es un país con grandes desigualdades, donde el 10 por ciento más pobre de la población concentra alrededor del uno por ciento del ingreso nacional, mientras el 10 por ciento más rico participa con cerca de 42 por ciento del PIB.

El gasto en esta actividad se destina, predominantemente, a la educación básica, lo cual es bastante razonable debido a las características sociales del país. Para 2006, 64 por ciento de este gasto se orientó a educación básica, mientras para el nivel medio superior y superior se destinó cerca de 23 por ciento (10 y 13 por ciento, respectivamente). Los recursos se distribuyen a través de distintos ramos. Actualmente, poco más de 50 por ciento se reparte por medio del ramo 33, que incluye al Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal (FAEB), Fondo de Aportaciones para Infraestructura Educativa Básica comprendidos dentro del Fondo de Aportaciones Múltiples (FAM) y Fondo de Aportaciones para la Educación Tecnológica y de Adultos (FAETA). Un poco más de 30 por ciento de los recursos son asignados a través del ramo 11 (SEP) y, por último, poco más de 2 por ciento del dinero para la educación se ejerce por medio del ramo 28 (destinado al Conacyt).

Si bien en términos absolutos el gasto en educación básica es mayor al de la superior, el gasto por alumno resulta mucho más alto en la última. Para 2006, el gasto por alumno en educación superior superó los 48 mil pesos mientras el gasto por estudiante en primaria apenas pasó los 10 mil pesos. Por otro lado, mientras el presupuesto en educación creció durante el sexenio en poco más de 17.21 por ciento, en términos reales, los resultados no lo hicieron en igual medida. Un área de oportunidad importante para la educación en México constituye incrementar el gasto de capital, que en términos reales descendió 29 por ciento en el periodo 2000-2006.

Las rebanadas del pastel:

Y en este nada grato panorama, un personaje que mucho tiene de responsabilidad es la acomodaticia profesora del "cambio con continuidad", más dedicada a la grilla barata que a las soluciones de la problemática magisterial durante sus 17 años en el hueso.

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