Usted está aquí: martes 17 de octubre de 2006 Opinión México SA

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Carlos Fernández-Vega

Resultado nada aceptable ni razonable

Habemus secretario de Hacienda; garantizado, más de lo mismo

Ampliar la imagen Oficio de limpiaparabrisas en la ciudad de México. A lo largo de este sexenio se crearon 520 empleos formales al día, cuando la demanda real es de 3 mil 287 y la promesa de campaña fue de 3 mil 698 FOTOLa Jornada

En eso de los pretextos para "justificar" errores y falta de resultados, nadie como el gobierno del "cambio", pero en el exceso, a escasas semanas de que -por fin- concluya el sexenio foxista, no dejan de escucharse los autoelogios, porque "cumplimos", prácticamente, con todo lo prometido en campaña, aunque en realidad sucedió exactamente lo contrario.

Una de esas promesas, central en el discurso del hombre de las botas largas y las ideas cortas, fue la de generar un millón 350 mil empleos anuales en el sector formal de la economía, es decir, 8 millones 100 mil plazas en el sexenio.

Nada más falso, pero en este contexto el secretario de Economía, Sergio García de Alba, se aventó ayer la puntada (desde la casa presidencial y a 45 días de concluir el sexenio) de afirmar que la creación neta de empleo en el sexenio foxista arroja un resultado "aceptable y razonable"

Se estima que anualmente un millón 200 mil mexicanos se incorporan al mercado laboral en demanda de empleo, es decir, 7 millones 200 mil en el sexenio (sin considerar el rezago). En campaña, Vicente Fox se comprometió a generar un millón 350 mil puestos de trabajo en el sector formal de la economía, o lo que es lo mismo, 8 millones 100 mil plazas durante su estancia en Los Pinos.

En los hechos, y según cifras oficiales, el gobierno "cumplió" con el 16 por ciento de la meta si se considera la primera de las cifras citadas, o con el 14 por ciento si se atiende la promesa de campaña, que no pocos votos le significaron al actual inquilino de Los Pinos. ¿Es un resultado "aceptable y razonable", como festina el secretario de Economía?

Desde luego que no, pero García de Alba, como el presidente Fox, deberían consultarlo con el creciente número de desempleados y subocupados, o al creciente ejército de mexicanos que buscan la vida en el sector informal de la economía.

A lo largo del sexenio foxista (cifras hasta septiembre pasado) la economía formal generó, oficialmente, un millón 146 mil 492 empleos, de los que sólo 22 por ciento se registraron como permanentes; el 78 por ciento restante correspondió a plazas eventuales.

El gobierno del cambio y su democracia "de, para y por los empresarios" (Fox dixit) consumió 76 por ciento de su tiempo sexenal para igualar las cifras de empleo formal heredadas por la administración anterior, las cuales, desde luego, tampoco fueron maravillosas. Sólo hasta el cierre de junio de 2005 el presidente Fox pudo "presumir" que durante su administración no hubo pérdida neta de empleo en el sector formal de la economía, pero tampoco generación neta. Como dicen los clásicos, ni frío ni calor.

A partir de ese mes, el registro del IMSS comenzó, lentamente, a sumar plazas, hasta llegar al cierre de septiembre de 2006, 891 mil 631 eventuales (78 por ciento del total) y 254 mil 861 permanentes (22 por ciento).

De acuerdo con las cifras anteriores (todas de la estadística gubernamental), lo "aceptable y razonable" es que a lo largo del "cambio" se generaron 520 plazas formales por día, cuando la demanda real es de 3 mil 287 y la promesa de campaña preveía 3 mil 698 diarias.

Ese es el balance "aceptable y razonable" del "cambio" en materia de empleo, resultante, a la vez, de la política económica impuesta, que está a punto de cumplir su 25 aniversario, la cual ha procurado que el país reporte una tasa de crecimiento anual promedio ligeramente superior a 2 por ciento en el periodo, el sexenio del "cambio" incluido.

Y como si alguien esperara novedades en el sexenio de la "continuidad", el mini presidente electo "convenció" a Agustín Carstens para que el hasta ayer subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (integrante de la cuadra del Banco de México y Chicago boy) se incorpore a su "equipo de trabajo" como coordinador del programa económico, de tal suerte que el primer nombramiento concreto y público en el gabinete calderonista se ha dado, es decir, habemus secretario de Hacienda. Y las prioridades son claras: la política económica no se moverá un milímetro, como en los citados cinco lustros.

El gurú de Carstens, Francisco Gil Díaz, a principios de este 2006 "recomendaba" a su sucesor: "en primer lugar, que se hincara, que se pusiera de rodillas y le pidiera a mis colaboradores que siguieran aquí, en la Secretaría de Hacienda". No se sabe si el ex funcionario del FMI se hincará, pero lo cierto es que Gil Díaz y la nomenklatura financiera -pública y privada, que en estos menesteres es la misma- se mantendrá en el poder.

Para los alcances del mini presidente electo lógico es este primer movimiento concreto: dejar en claro a "la comunidad de inversionistas", especialmente la foránea, que no habrá "experimentos", que se mantendrá la estabilidad macroeconómica a costillas del bienestar social y del crecimiento económico, que viene más de lo mismo, con reformas y más reformas, y que "seguimos a sus órdenes".

Semanas atrás, Agustín Carstens dijo que "los buenos secretarios de Hacienda que ha tenido México han sido flacos y altos; yo estoy muy contento en el FMI". Pero no tanto, y ayer formalizó su renuncia al organismo financiero internacional.

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