Usted está aquí: sábado 21 de octubre de 2006 Cultura Dirige Eduardo Diazmuñoz Misa, de Leonard Bernstein

Más de 300 artistas en escena, entre bailarines y músicos

Dirige Eduardo Diazmuñoz Misa, de Leonard Bernstein

MERRY MACMASTERS

El director concertador Eduardo Diazmuñoz se enfrentará hoy a uno de los mayores retos musicales de su vida al dirigir Misa, de Leonard Bernstein, que el mismo compositor subtituló como una "obra teatral para cantantes, instrumentistas y bailarines", la cual involucra a 300 artistas.

Las dos funciones programadas -se repetirá mañana-, serán en el Krannert Center for the Performing Arts, de Urbana-Champaign, ya que desde hace dos años Diazmuñoz es el director artístico de la división de ópera y del Ensamble de Música Nueva de la Universidad de Illinois (UI), con sede en esa ciudad.

Hasta el momento, Diazmuñoz pensó que su obra más compleja había sido La pasión según san Lucas, de Krzysztof Pendereski, que dirigió en 1984 cuando fue director de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, que utiliza tres coros. Misa, sin embargo, lo supera no sólo por la complejidad musical intrínseca, sino que combina artistas de diferentes especialidades. Sólo de la orquesta son 107 integrantes.

Misa también constituye un desafío para el escucha, porque echa mano de una variedad de géneros, desde la música coral hasta los ritmos populares. De Diazmuñoz nació la idea de montar esta gran producción junto con el director de la Facultad de Música, Karl Kramer, y las diferentes facultades y divisiones porque, aparte de los tres coros, también utiliza grupos de rock, blues y bailarines de las divisiones de jazz y danza, respectivamente, de la UI.

Pero, ¿qué es Misa? Diazmuñoz, en conversación telefónica, recuerda que Jacqueline Kennedy Onassis le comisionó a Bernstein componer una obra que a la vez que honraría la memoria de su marido asesinado, serviría para inaugurar, en 1971, el Kennedy Center for the Performing Arts, en Washington, DC.

Bernstein y John F. Kennedy habían sido amigos, y a raíz de su muerte el compositor cayó en una fuerte depresión. Díazmuñoz, quien conversó varias veces con Bernstein, una en particular sobre Misa, comentó que al compositor se le ocurrió la idea de hacer una misa, pero "muy a su manera". Bernstein, que era judío, siempre tuvo fascinación por todas las religiones.

Misa se debió al hecho de que Kennedy fue el primer presidente estadunidense católico, pero Bernstein lo utilizó como pretexto para "arremeter contra toda la situación política que vivía Estados Unidos en ese momento, que era la guerra de Vietnam, sobre todo, y que a él traía, a lo mejor, un cierto resquemor de haber estado en las listas negras de los años 50, porque era considerado, como muchos otros artistas, de tendencias comunistas.

"En fin, esto coincidió a lo mejor a nivel personal, porque le hizo dudar de la fe en general. Bernstein llegó a manifestar que la gran crisis de nuestro tiempo es de fe. El mensaje de Misa es una crítica severa, pero también de alguna manera un homenaje no nada más al catolicismo, sino a todas las creencias, religiones, inclusive, a las instituciones. Al final, el mensaje es si no tenemos fe en lo que sea estamos fritos". En su momento, Misa fue poco comprendida por la crítica especializada.

Para Diazmuñoz el reto de presentar esta producción es que fluya como un ente indivisible.

 
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