Usted está aquí: sábado 21 de octubre de 2006 Opinión Los de abajo

Los de abajo

Gloria Muñoz Ríos

Recogen el legado del líder agrario chicano César Chávez, de Malcolm X, de Martin Luther King, de los zapatistas y, por supuesto, de los movimientos sesenteros de las Panteras Negras y de las Boinas Cafés. De éstos últimos retoman el nombre, las boinas y el espíritu de lucha.

Los nuevos Brown Berets son un grupo de jóvenes autónomos, la mayoría estudiantes, vestidos de pies a cabeza "del color de la tierra". Se encuentran en Watsonville, California, región agrícola habitada y, sobre todo, trabajada, por decenas de miles de personas de origen mexicano, afroamericano y filipino.

Cuenta Ramiro Medrano: "Empezamos a organizarnos en 1994. En ese año hubo mucha movilización social en Estados Unidos porque se estaba quitando la asistencia social a las personas indocumentadas con la enmienda 187. Ese año fue también el alzamiento zapatista y a nosotros como mexicanos en Estados Unidos, como chicanos, pues nos pegó muy fuerte. El chicano tiene un problema con la identidad. Nos sentimos mexicanos, pero no se nos reconoce así en México y tampoco somos gringos. A partir de 1994 para nosotros fue un orgullo decir junto a los zapatistas somos mexicanos, indígenas, y estamos orgullosos de serlo".

En Watsonville, 80 por ciento de la población es mexicana o de origen mexicano. La mayoría son trabajadores del campo, indígenas, que enfrentan el racismo cotidiano con organización y entereza. Son la mano de obra de la ciudad estadunidense con mayor exportación de fresa, lechuga, brócoli y mora, entre otros productos agrícolas cosechados por el éxodo de este lado del río Bravo.

"En 1994 la violencia entre pandillas arrojó el saldo de una niña y su hermano asesinados a balazos. Esto ocasionó que dijéramos ya basta a la violencia generada por el racismo en escuelas y en campos agrícolas. Los jóvenes sin salida buscan una identidad, un sentido de pertenencia y así se van formando las pandillas. Nosotros ya no queríamos eso en nuestros barrios", continúa Ramiro.

Así empezaron las Boinas Cafés. Primero con una gran marcha por la paz y la unidad que recorrió todos los barrios en guerra. Después, ya como grupo, con objetivos a más largo plazo: sacar a los jóvenes de las pandillas, tener representación en las escuelas y en las directivas para evitar el racismo en la selección de estudiantes, organizarse contra las redadas de la policía migratoria y sus acciones en el barrio, hacer talleres y actos para fortalecer la identidad mediante la educación, y un etcétera que incluye la organización de una Red de Justicia para poder comunicar, a través de una línea telefónica, las acciones de "la migra", con el objetivo de lograr concentraciones rápidas que eviten los atropellos, los graben y los difundan. "Se trata, pues, de no dejarse".

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