Usted está aquí: domingo 22 de octubre de 2006 Política A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

Una íntima tristeza reaccionaria

Vicente Fox se despide y él mismo canta loas a su verboso paso por el sexenio que se consumió a sí mismo en el precipitado ensayo de sucesión conyugal. Arde el llano y el alto vacío pondera la reducción del número de los pobres más pobres. Me voy al rancho, dice. Y reunido con la plana mayor de la sempiterna burocracia deja escapar un suspiro y, según las discretas crónicas, ahoga un sollozo. La costumbre del poder. El fin fatal de la pompa y circunstancia sexenales. Se acabó.

El fantasma de la ingobernabilidad recorre los cubículos académicos y los cavernícolas ánimos de extremistas asustados por el movimiento tectónico al centro. Como si de veras hubieran muerto las ideologías. Hablan de populismos y de gobiernos de izquierda en la América nuestra. Pero todos firmes en las políticas de mercado, aclaró Julio Sanguinetti. En Davos, los empresarios paradigmáticos pregonan que es posible sostener el capitalismo global y al mismo tiempo apoyar la responsabilidad social y el compromiso ecológico reclamados por los anticapitalistas. Con Bill Gates y George Soros al frente, los gigantes de la globalidad han dado en llamarse irónicamente a sí mismos: "comunistas liberales".

Todos son CEO's, altos ejecutivos, precisa Slavoj Zizek (en el London Review of Books del 6 de abril de 2006), "cuyo dogma es una nueva versión posmodernizada de la mano invisible de Adam Smith: el mercado y la responsabilidad social no son adversos, sino pueden reunirse para beneficio mutuo". Felipe Calderón y sus jóvenes turcos pregonan políticas sociales para combatir la pobreza. Las izquierdas dispersas hablan de un "Estado socialmente responsable", y quienes esgrimen la razón reclaman la urgencia de "una política social de Estado".

Un muro en la frontera norte y el lenguaje críptico del poder subrayan la confusión del final del sexenio. Entre lamentos de una íntima tristeza reaccionaria y las amenazas del caos anarquizante, alentado por la penosa invocación de la ingobernabilidad y la ilegitimidad como fetiches del poder constituido y el imperio de la ley.

Menos mal que Felipe Calderón ya nombró adelantados de su gobierno para la ingente tarea de negociar acuerdos parlamentarios y partidistas. Los del poder real recibieron con agrado la designación de Agustín Carstens. No hay manera de imaginarlo nostálgico del ogro filantrópico, pero los entorchados tecnocráticos y la tendencia a negociar y no imponer ofrecieron garantía de estabilidad para los de arriba, sin merma de buscar "la nueva mano invisible" y procurar sumar la eficacia generadora de riqueza del mercado con la responsabilidad social que invocan los "comunistas liberales" de Davos. Propuesta hecha por Carlos Slim, antes de ser satanizado por llamar kafkiana la convención y designación de presidente legítimo. Y, "casualmente", por poderosos adversarios que se dicen víctimas del monopolio.

El reconocimiento expreso de la marginación, de la desigualdad, de la injusticia, de la multiplicación brutal de la pobreza y la concentración desorbitada de la riqueza parecieran alejarnos de la inercia inconciente, de la convicción compartida en las alturas sobre el poco margen de cambio, cualquiera que fuese el programa de quien asumiera la Presidencia de la República: no siervo de la nación, sino sujeto al yugo macroeconómico y del consenso de Washington. Coinciden los de nuestro sistema plural en la urgencia de combatir la pobreza; reconocen la necesidad de "responsabilidad social" y de "políticas públicas que correspondan a un Estado socialmente responsable".

Es indispensable que no le teman al estigma del PRI autoritario y revisionista, que acepten el valor incontestable de la justicia social y acuerden la instauración de una política social de Estado. La democracia que asumen y de la que presumen no puede darse, no puede sobrevivir en la desigualdad con la mayoría condenada a sobrevivir con un ingreso diario de un par de dólares; a la fatalidad de generaciones de pobres que engendran pobres.

Votaron los senadores. En Oaxaca hay poderes constituidos. Impera el caos anarquizante en la capital del estado. Los mismos que reclaman flexibilidad en la aplicación de la ley, condenan al mismo tiempo la racionalización política de las decisiones legales; quienes se contradicen y extrañamente comparten la extraña visión de una presunta superioridad de la legitimidad sobre la legalidad, esperan la comprensiva docilidad del gobernador Ulises Ruiz: "Pida licencia, así sea temporalmente; que lo sustituya uno del PRI. Nada va a resolver el retorno de los maestros a los salones; ni haberse concedido la rezonificación exigida", dicen. Sol, yo gano; águila, tú pierdes. Por eso, en la otra cara de la moneda, la del APPO, los radicales y los de las disputas intestinas por el control político de la entidad acusan de traición a Enrique Rueda, el dirigente de la sección 22.

En llamados surgidos de un diálogo de Ionescu, los conductores de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca llaman a la población a organizarse para impedir que se abran las escuelas. Y el SNTE pone una pica en Flandes. Elba Ester Gordillo ofreció enviar profesores de otras secciones, de otras entidades, si continuaba el paro. "Tengo el documento con la solución desde hace dos meses... le transferimos facultades (a la sección 22) para negociar, pero en el estado, no nacionalmente." A los que señalan a la ingobernabilidad, Ulises Ruiz volvió de decir: No voy a renunciar, no voy a pedir licencia. En conferencia de prensa, afirma que el envío de policías federales para restablecer el orden es obligación del gobierno que preside Vicente Fox, conforme lo establece el pacto federal. Y que el Congreso de Oaxaca solicitó formalmente dicho auxilio.

No se resolverá lo de fondo. La desigualdad, la pobreza, la marginación, la soberbia de la oligarquía que habla con desdén de ingobernabilidad. Lázaro Cárdenas Batel, gobernador de Michoacán, pidió la presencia de la Policía Federal Preventiva en el estado. El crimen organizado; la barbarie de cadáveres degollados y cabezas expuestas "para que aprendan", como decía el letrero colgado en un cuartel de policía en Acapulco. En Tijuana han pedido que se haga cargo el Ejército. En Jalisco, Tamaulipas, Sonora, el Distrito Federal y área metropolitana hay balaceras y asesinatos, asaltos y ajustes de cuentas, un día sí y otro también.

En Tabasco ganó Andrés Granier y perdió César Raúl Ojeda. Los milenaristas se quedaron en espera de un pronunciamiento, del desconocimiento de los resultados y el anuncio de una convención al este del Edén. Se dispersaron los operadores que llegaron a la tierra de Garrido Caníbal con aires de expedición punitiva. Segunda repetición como comedia. Pero el cómputo distrital concluyó con una ventaja de 81 mil 758 votos para el del PRI. Y, sin embargo, Ojeda denunció la violencia oficial y convocó a una asamblea informativa hoy domingo. Andrés Manuel López Obrador vela armas, no aparece en público. Prepara el protocolo del 20 de noviembre, de su toma de posesión del cargo de Presidente legítimo de la República.

Comunistas liberales, capitalistas caritativos, conservadores despilfarradores. Con razón hay aires de fin de régimen y nos invade una íntima tristeza reaccionaria.

 
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