Usted está aquí: lunes 23 de octubre de 2006 Opinión Una verdad que incomoda

Iván Restrepo

Una verdad que incomoda

Todo el mundo sabe que Al Gore recibió en las elecciones presidenciales de 2000 en Estados Unidos el mayor número de votos de sus conciudadanos. También se sabe cada vez con más certeza que los extraños resultados obtenidos por el actual presidente Bush en el estado de Florida, donde gobierna su hermano, marcaron la derrota legal de quien se desempeñó como vicepresidente durante la administración de William Clinton. Al Gore se retiró entonces de la política activa y no ha escuchado las voces de quienes lo quieren nuevamente como candidato del Partido Demócrata en las próximas elecciones presidenciales. Ha dicho que su tiempo ya pasó y que otros asuntos de interés global ocupan su atención y a ellos dedicará lo que le resta de vida: los factores que ocasionan el calentamiento global.

No son temas por los que se haya interesado en años recientes. Su pasión por la ecológía es bien conocida. Cabe recordar que cuando se desempeñó como vicepresidente jugó un papel muy importante en la elaboración del Protocolo de Kyoto, acordado por la comunidad de naciones en 1997 y al que el presidente Clinton se adhirió posteriormente. Pero los intereses de las grandes corporaciones han impedido que el Congreso de Estados Unidos ratifique el protocolo mientras para el presidente Bush y sus amigos petroleros existen otros desafíos mucho más importantes que lo que pueda pasar con el clima. Por ejemplo, controlar los hidrocarburos a nivel global.

Al Gore sostiene que el combate contra los gases que originan el efecto invernadero debe ser ahora la prioridad, porque está en juego el futuro de la humanidad. Que mientras el petróleo, el gas y otros energéticos no son recursos renovables, en cambio la voluntad política sí lo es y debe aprovecharse al máximo porque es con la política, en el amplio sentido de la expresión, como se puede evitar el calentamiento del planeta, el que los glaciares cada vez se derritan a mayor velocidad y sus efectos comiencen a sentirse en diversos países del mundo. Alega, y en eso concuerda con los especialistas más renombrados, que desde el punto de vista científico la discusión sobre el origen el calentamiento global está cerrada y no hay duda de que estamos ante un problema de grandes dimensiones que afecta la economía y la vida de quienes habitan el planeta. Por eso mismo es necesaria la participación de todos.

Como fruto de sus inquietudes, presenta ahora en diversos países su película Una verdad que incomoda, en la que dice, entre otras cosas, que si las grandes formaciones de hielo de Groelandia se derriten, repercutirá en el aumento del nivel de las aguas marinas en Florida y Manhattan. Pero también en las costas de países vecinos, como México y Cuba. Que el mar avance unos cuantos centímetros tierra adentro significará daños de magnitud incalculable en la infraestructura urbana, industrial, agrícola, comercial, de transporte y habitacional, por ejemplo, no solamente de América del Norte, sino en el resto del mundo. Así las cosas, el tema ambiental, junto al de la pobreza, adquieren su dimensión global y en atenderlos deben invertir sus esfuerzos y elaborar estrategias comunes todos las naciones del planeta.

Es alentador que un representante de alto nivel de la sociedad estadunidense, la más derrochadora de recursos naturales y energéticos, la que más contribuye al calentamiento global y a la contaminación, exponga internacionalmente un pensamiento ecológico que choca con la política que el gobierno de su país tiene en la materia.

El mensaje del también profesor de la Universidad de Nashville, Tennessee, se agradece por su claridad y por ir al fondo del problema que aqueja a Estados Unidos: los intereses particulares que desde el año 2000 trazan la agenda ambiental, económica y política, olvidándose así del bienestar de los ciudadanos y el futuro de la humanidad.

En el tema del calentamiento global, en la agenda mundial sobre medio ambiente, nuestro país fue en el pasado candil de la calle y oscuridad en la propia casa. Con el gobierno de Fox y el imperio del amiguismo más ramplón, hasta el candil se apagó.

 
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