El instituto requiere una restructuración tras el proceso pasado, dice Lourdes López

Desconfianza social, principal saldo del 2 de julio para el IFE, admite consejera

Expresa que el organismo funciona, aunque su marco jurídico ya haya sido superado

ALONSO URRUTIA

Más allá de los cambios obligados en la legislación electoral, que se desprenden de los pasados comicios, el Instituto Federal Electoral debe emprender una restructuración en muchos de sus ámbitos para corregir fallas internas detectadas durante el que fue uno de los episodios más "desafortunados" de la institución: insuficiencias en la capacitación o falta de seguimiento en programas que impidieron instrumentar medidas correctivas antes de la jornada electoral.

En muchos casos son fallas que se vienen arrastrando desde comicios anteriores, pero sus efectos sólo se reflejaron en un contexto de alta competencia electoral, señala la consejera electoral, Lourdes López, quien citó: "el servicio profesional electoral sigue siendo una fortaleza del instituto, pero su administración no necesariamente es lo eficaz que se requiere. Esta debilidad pudiera generar que los desempeños no necesariamente sean los deseados".

Descalificación ciudadana

Entrevistada en relación con los saldos de los comicios pasados y los cambios que requiere el IFE, López destacó uno de los puntos preocupantes ante la descalificación ciudadana que sufrió el instituto:

"La parte que más me preocupa es la secuela en términos de confianza de los ciudadanos hacia el IFE, es decir, el involucramiento que pudiera mantener el IFE en próximos procesos electorales ante cuestionamientos tan severos a los funcionarios de casilla y a quienes yo no atribuiría la plena responsabilidad.

"¿Cómo asegurar que en la siguiente elección los ciudadanos participen con tranquilidad en un proceso donde saben que sólo son receptores de información y de instrucciones, pero donde son responsables de los resultados? Hay que instrumentar acciones para revertir ese impacto negativo y emprender las acciones correctivas que necesita el IFE."

-¿Hubo fallas estructurales en materia de capacitación?

-Las fallas han sido recurrentes. Tienen que ver con la capacidad que se tiene para mantener la integración de las mesas de casilla, pues aunque se utilizaron en esta ocasión menos funcionarios tomados de la fila, hubo una movilidad en los ciudadanos ya capacitados que rechazaron los nombramientos por diversas causas.

"No hubo seguimiento de la capacitación y hubo pocos simulacros con los ciudadanos en el llenado de actas. Era importante porque, a partir de ese seguimiento, habríamos podido advertir si había alguna falla recurrente y tomar las acciones correctivas necesarias."

-¿Hubo entonces deficiencia en el seguimiento?

-Yo advierto que sí. Logísticamente el seguimiento no llevó a las acciones correctivas, que fueran a su vez preventivas para el 2 de julio.

-Hace un año, cuando se cumplían 15 años del IFE, se hablaba que (éste) era como la vanguardia en la transición democrática, y resultó que hubo hasta problemas de cómputo.

-Es lamentable que se tenga esa visión del IFE. Hay sectores muy informados, con francos intereses electorales, que son más drásticos en la descalificación. A mí me preocupa la parte de la confianza de los ciudadanos, no necesariamente de credibilidad. El saldo que tenemos con los ciudadanos es de escepticismo, que es un grado de desconfianza, donde domina la duda en función del desconocimiento del hecho.

A juicio de Lourdes López, gran parte de las descalificaciones al IFE "son injustas", lo cual no implica que no se tenga una visión autocrítica de lo que sucedió. "El marco jurídico que rige al IFE ya está superado por el fenómeno electoral; hay prácticas políticas no previstas, que son consecuencia de la mayor competitividad, como es el aprovechamiento de todos los espacios para mantenerse como oferta política."

-¿Ha resultado el saldo más negativo del IFE en su historia?

-Ha sido uno de los momentos más desfortunados de la institución, pero lo que sucedió es que no había habido una elección tan reñida; a pesar de ello, la institución funciona, pues sirve para reacomodar el plano de las fuerzas políticas.

Sin embargo, la consejera admitió la necesidad de una evolución del IFE: "nos debe llamar la atención que en lo que toca a la institución no hay novedades. Se han cumplido tareas eficazmente en los últimos seis procesos, pero debemos ir aspirando a niveles de excelencia, para que el IFE pueda ser invulnerable en otros planos de exigencia".

Reconoció que en las evaluaciones internas que ha comenzado a efectuar el IFE ha detectado que la insuficiencia de recursos para capacitación incidió en el seguimiento de ese programa; hay inconsistencias en el padrón electoral, que son "evidentes y determinantes para definir el universo de votantes y estimar los niveles reales de participación", entre otros hallazgos.

Por ello, "no debemos esperar a que se emprendan cambios legislativos para incidir en modificaciones que permitan abatir los rezagos internos en materia de registro de electores, operación de los órganos internos, asignación de los recursos. Hay que redefinir las prioridades institucionales y reducir márgenes de discrecionalidad en la aplicación de los recursos".

En vísperas de la elaboración del proyecto presupuestal, la consejera advirtió que en la relación con los partidos se ha producido un círculo vicioso, pues por un lado el IFE fiscaliza el ejercicio de sus recursos, valida sus candidaturas, organiza los comicios para que lleguen a los cargos de elección popular, y por otro, son los partidos los que definen, mediante el Poder Legislativo, los recursos con que cuenta para acometer sus tareas institucionales.