Usted está aquí: viernes 27 de octubre de 2006 Opinión El desasosiego

Luis Javier Garrido

El desasosiego

La situación social crítica en la que está Vicente Fox dejando al país mientras pretende que en los últimos días de su sexenio enfrentará el caso de Oaxaca como ha "resuelto" ya "lo del EZLN o Atenco" no es lo que tiene en vilo a la derecha mexicana, sino que México va a tener en unas semanas un gobierno legítimo frente al espurio de Calderón.

1. El desafío que tendrá Andrés Manuel López Obrador a partir del 20 de noviembre, cuando asuma como presidente legítimo la responsabilidad de guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, será inédito, pues por primera vez en la historia de América Latina se intentará desde la sociedad gobernar a un país. Es decir, mantenerle un rumbo de desarrollo propio, anteponiendo la colectividad, la defensa de los intereses de la nación y de los derechos fundamentales del pueblo frente a las ambiciones de las minorías, y cuenta con amplísimos sectores del pueblo mexicano que ya aparecen dispuestos a defender esa idea.

2. López Obrador tiene para enfrentar su cometido la autoridad moral que le ha dado su lucha democrática, y el respaldo y la convicción del pueblo, que a pesar de lo que se empeñan en creer los panistas no ha menguado, y aunque no cuenta más que con el control de un sector limitado del aparato estatal, precisamente por tener de su lado el derecho y la razón, la posibilidad de alcanzar su objetivo es muy real.

3. El país se encuentra inmerso en un desacuerdo en lo fundamental, pues quien había logrado el mayor consenso para tratar de sacar a México del desastre se ha visto privado por el fraude electoral de la posibilidad de gobernar con todos los recursos institucionales. Y quien está siendo impuesto en Los Pinos por grupos minoritarios a través del fraude, y es cómplice de todos los crímenes cometidos contra México, no tiene el consenso para seguir aplicando las mismas políticas del pasado.

4. Felipe Calderón, que pretende asumir de manera espuria el Ejecutivo el 1º de diciembre, no tendrá el respaldo de los mexicanos, pues el voto que recibió fue fabricado y sólo un sector minoritario de las clases pudientes lo respalda, y no tendrá tampoco el poder del Estado, por su condición de espurio que le genera desconfianza de amplios sectores del propio aparato del poder, y porque voluntariamente se ha asumido como un pelele, y este vocablo no es un adjetivo denostativo, sino una categoría política para explicar sus limitaciones para ejercer el cargo, que vienen no sólo de su escaso entendimiento del país, de su triste equipo de colaboradores o de su ausencia de autoridad moral. De llegar a Los Pinos, encabezaría un gobierno aparente, pero no tendría el poder porque quienes mandan son otros, los que lo impusieron, y porque el pueblo no lo respalda.

5. El problema de Calderón es muy serio, pues no se puede gobernar un país contra la voluntad de las mayorías. De ahí que empresarios traficantes de influencias se reúnan, presos del nerviosismo, en cenas y convivios, como refieren columnistas, para discutir posibles iniciativas efectistas que de urgencia debería tomar su gobierno de facto para tratar de alcanzar cierta imagen, pero que no pasan de la ruptura con Fox, El Yunque o la Gordillo, es decir, con quienes le ayudaron al fraude, o de pretender que va a hacer suyo el programa de la coalición Por el Bien de Todos.

6. La búsqueda desesperada de Calderón de una absurda legitimidad tomándose fotos con supuestos opositores a sus políticas tampoco sirve, pues se revierte contra éstos. La foto que se tomó con los gobernadores perredistas Lázaro Cárdenas Batel (Michoacán), Amalia García (Zacatecas) y Zeferino Torreblanca (Guerrero) el miércoles 25 sólo desprestigia a éstos más de lo que están, pues a estas alturas es evidente que están movidos por su afán de mostrar con precipitación que toman distancia del gobierno legítimo y por su servilismo a un individuo que pretende gobernar como espurio y que se puede anticipar que los va a tratar como se merecen.

7. Los gobernadores estatales, como el resto de la "clase política", no tienen necesidad de reconocer a un gobernante ilegítimo, sino deberían saber dirigirse a las cámaras legislativas federales. El Congreso, y no Los Pinos, es el escenario donde deben plantear las cuestiones de gobierno y buscar una mediación ante la crisis que vive el país.

8. Las decisiones tomadas con todo el peso de los órganos formales del gobierno están destinadas a fracasar si no tienen el consenso necesario: no de "la clase política", como cree la derecha, sino de la sociedad. Estos actos no son decisiones "de Estado", como dicen, porque el Estado no es otra cosa que la sociedad organizada, y sin sociedad no hay Estado.

9. El desfase entre los actos de un poder político subordinado por completo a los dictados de las minorías que detentan los poderes económicos en el mundo y la verdadera voluntad soberana de los pueblos es lo que caracteriza a los gobiernos neoliberales, como el del PAN en México, y los ejemplos de que sus acciones no pueden modificar la realidad son múltiples. George W. Bush, por ejemplo, promulgó ayer la ley del Congreso que erige un muro de más de mil 126 kilómetros en la frontera, con un presupuesto de mil 400 millones de dólares, pero no va a servir más que para que hagan negocio quienes lo construyan y no para detener el paso de trabajadores mexicanos a Estados Unidos, pues éstos seguirán huyendo de las políticas de los neoliberales panistas. Y es, por cierto, un muro: no una "valla", o "reja", o "cerca", o "malla", o "barda", como se empeña en decir la prensa mexicana que, por servilismo a Washington, quisiera paliar la cosa y no ver los rasgos totalitarios del sistema que defiende.

10. El gobierno de López Obrador, en este escenario inédito, no será "de oposición", pues es Calderón la verdadera oposición a los mexicanos, ni su gabinete va a ser "simbólico" o en "la sombra" (como el shadow cabinet de los ingleses), sino efectivo; ni encabezará un movimiento social de minorías, sino de las mayorías que votaron por él y a las que está respondiendo. Las minorías son las que están ahora en el desasosiego, porque las cosas no les están saliendo.

 
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