Usted está aquí: martes 31 de octubre de 2006 Cultura Rescata un creador la nostalgia por una Praga ''mágica y plácida''

Oscar Menéndez muestra en un libro gráfico su paso por esa urbe en los años 60

Rescata un creador la nostalgia por una Praga ''mágica y plácida''

Se trata ''al parecer de la primera obra mexicana, hecha por mexicanos, sobre esa ciudad''

El mundo cambia, pero no la memoria del hombre que desea preservar esas vivencias, indica

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen El medio tono, los grises, son las atmósferas que Oscar Menéndez aprendió a captar, con profundo placer estético, en la capital de Checoslovaquia. Aquí una de las 44 fotografías del cineasta incluidas en el libro Praga-Imágenes

La nostalgia invade al cineasta Oscar Menéndez cuando recuerda su estancia siendo estudiante de cine en la mágica ciudad de Praga, de 1958 a 1961.

Antes de pasar a las imágenes en movimiento, había que aprobar la materia de fotografía en la especialidad de foto fija.

Entonces Menéndez tomó su cámara y se lanzó a las calles y las plazas, de noche y de día, para retratar su entorno, no como una obligación, sino como un profundo placer estético.

De regreso a México mostró algunas de sus fotografías en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde estudiaba.

Con el tiempo, sin embargo, se guardaron. Desde hace unos años Menéndez fundó una modesta editorial en Cuernavaca, llamada La Rana del Sur, que produce dvd de sus películas.

Asimismo edita libros sobre el estado de Morelos, la situación campesina y social.

Ventajas de la digitalización

Ahora que Oscar Menéndez revisó su archivo decidió sacar la serie de Praga.

Gracias a la digitalización, expresa el artista, en la actualidad es posible producir libros gráficos a un costo accesible.

Así nació Praga-Imágenes, ''al parecer el primer libro mexicano, hecho por mexicanos, sobre esa ciudad", manifiesta con orgullo.

Las 44 fotografías, a la manera de una secuencia cinematográfica, revelan el puente del rey Carlos, el castillo, las tabernas, el río Moldava y sus canales, y las 100 torres de oro entre la niebla.

El volumen está dedicado a ''nuestro inolvidable amigo" Mauricio Achar, quien ''nos apoyaba en todo".

En la presentación de su obra, Menéndez recuerda cómo, después del Festival de la Juventud en Moscú, en 1957, llegó por primera vez a Praga, ciudad que lo deslumbró.

Al regresar a México descubrió que la embajada checoslovaca había lanzado la primera convocatoria para estudiantes mexicanos que quisieran ir a estudiar al país socialista.

Con el apoyo de la UNAM, el joven pudo acceder a una beca. Era la época de oro del cine checo.

También aportan textos personas que estuvieron en Praga en la misma época, como el grabador Adolfo Mexiac, quien confiesa: ''No sé de quién fue novia primero, yo siempre la consideré mía en el corazón y me sigo adhiriendo a esa promiscuidad de los que la hemos amado".

Pocos automóviles

El periodista Guillermo Zamora, por su parte, relata un encuentro desconcertante durante su estancia en esa ciudad rumbo a Moscú.

De Roberto López Moreno se publica el poema Diurno a Julius Fucik, también periodista que cayó prisionero durante la invasión de Hitler a Checoslovaquia y fue ejecutado en Berlín. Logró dejar testimonio de su sufrimiento gracias a que su carcelero le proporcionó papel y pluma y se encargó de sacar los textos de la prisión.

Asimismo escriben Ricardo Ferré D'Amaré, Gloria Cejka Luna, de padre checo y madre mexicana; Félix García y Kenia Velázquez.

El entrevistado lamenta que no se haya podido incluir Carta de amor a Praga, del crítico de arte Antonio Rodríguez.

En las imágenes de Oscar Menéndez se aprecia una Praga que muchos de ellos vivieron: ''Plácida, bellísima, con muy pocas personas. Además, en todas las fotos que presento no se ve un solo automóvil. No es que no habiese, pero eran muy pocos".

Fue en Praga donde el cineasta aprendió a captar las atmósferas: ''Lo que pasa es que la luz de México es totalmente diferente. Cuando regresé, dije, qué es esto, una luz luminosa, brillante, contrastada.

''Allá es en medio tono, son los grises. Evidentemente trato de aplicar esas atmósferas aquí y están en algunas películas mías."

Invitación de Octavio Paz

La vida de Menéndez, no obstante, estuvo a punto de tomar otro rumbo: ''Una vez que los compañeros nos fuimos de vacaciones a París, saludamos a Octavio Paz, quien era agregado cultural en la embajada de México. Llevé las fotos que hacía en Praga. A Paz le gustaron mucho y me dijo: 'oiga, ¿por qué no se queda en París? Conozco a (Henri) Cartier-Bresson y podría trabajar muy bien acá'.

''Me quedé pensando, qué atractivo que Octavio Paz diga una cosa de éstas. Estaba dispuesto, de alguna manera, a hacerse cargo de mí en París. Hubiera cambiado mi vida por completo.

''No me arrepiento de nada, pero lo tomo como estos grandes pasos que a veces tiene uno en la vida, que le cambian totalmente su trayectoria. Regresé a Praga porque tenía que seguir estudiando cine."

Aunque Menéndez ha vuelto a Europa varias veces, nunca ha querido pisar de nuevo Praga, porque ''se me hace una traición a lo que había visto. Prefiero quedarme en el pensamiento con la Praga que viví, con toda la nostalgia, y no ver lo que pasa ahora que es otro momento histórico. El mundo cambia, pero no la memoria del hombre que quiere conservar esas imágenes, esos espacios, esas vivencias".

Praga-Imágenes fue presentado hace unos días en el Museo de la Ciudad de México, en el contexto de la sexta Feria del Libro en el Zócalo.

 
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