Usted está aquí: martes 31 de octubre de 2006 Estados Casi agotadas, las alternativas de subsistencia en la sierra purépecha

Los habitantes de la zona han acabado con la mayor parte de sus bosques

Casi agotadas, las alternativas de subsistencia en la sierra purépecha

ERNESTO MARTINEZ ELORRIAGA CORRESPONSAL

San Martín Uringuitiro, Mich., 30 de octubre. Los habitantes de la meseta purépecha la conocen como la región de Los Santos. Son varias comunidades indígenas ubicadas en lo alto de la sierra del municipio de Los Reyes en condiciones adversas.

Si bien conservan su cultura y tradiciones, carecen de servicios básicos y de fuentes de empleo, pues no sólo acabaron con la mayor parte de sus bosques, sino que el único cerro que les quedaba fue consumido por el fuego hace unos ocho años.

Casi 7 mil purépechas habitan en las localidades de San Isidro, San Antonio, San Luis, San Marcos, Santa Rosa, San Benito y San Martín Uringuitiro.

''Hasta hace tres años vivimos olvidados del gobierno. Es más, ni siquiera en el mapa aparecemos'', dice Juana, quien, haciendo a un lado la tradición machista que pretende mantenerlas al margen de cualquier decisión, organiza a las mujeres de Uringuitiro.

En esa comunidad viven aproximadamente 550 personas. Todas hablan purépecha y algunas español; viven en trojes de madera. Hay unas cuantas casas construidas con tabique y cemento propiedad de quienes trabajan en Estados Unidos.

En estas fechas Uringuitiro luce semivacío debido a que familias enteras se trasladaron al municipio de Tanhuato para la cosecha de jitomate y regresarán a finales de noviembre para las festividades de San Martín Caballero, su santo patrono.

Otros pobladores deciden emigrar a Guadalajara, Jalisco, para trabajar como peones en la industria de la construcción. Aun así, son pocos los recursos que llegan a las familias de dicho poblado, como la de Lucía, quien tiene ocho hijos y subsiste con 30 pesos diarios.

En algunos casos el núcleo familiar está formado por mujeres, niños y personas mayores.

Recientemente se sumaron al proyecto del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) para pintar las fachadas de las casas, construir estufas ahorradoras de leña y colocar cemento en los pisos.

Aunque las mujeres se muestran motivadas, no tienen agua potable, pues todos los intentos de perforación de pozos han fracasado. En las mismas condiciones están todas las comunidades de Los Santos, cuyos habitantes buscan de distintas formas recuperar el agua de lluvia, pues sólo una pipa los abastece del líquido cada semana.

Marisela Francisco Felipe, vecina de Pamatácuaro, se convirtió hace dos años en la traductora oficial, pues como la mayoría de las mujeres de Los Santos no habla español, ella establece la comunicación con empleados y funcionarios del DIF.

''Al principio las mujeres ni siquiera querían habla; sus esposos les prohíben hacerlo, pero ahora hemos descubierto que muchas hablan también un poco de español'', comentó.

A unos 20 kilómetros del municipio de Charapan se encuentra San Antonio. Las trojes lucen bien alineadas sobre las calles de tierra, que apenas comienzan a ser empedradas. Bosques y praderas diezmados enmarcan la comunidad.

Después sigue San Isidro, el poblado más grande de la región de Los Santos; aunque se percibe la pobreza por todos lados, los lugareños están a punto de concluir una enorme iglesia.

Marisela explicó que el mayor problema en esas comunidades de la sierra es que no hay trabajo. ''La madera se está terminando; la deforestación ha sido extrema, y por si fuera poco se quemó el cerro, y no tienen otra alternativa que robar el pino del otro lado del cerro, que pertenece a Patabán.''

Educación bilingüe

Desde hace cinco años Sócrates Cortés Jiménez, habitante de San Isidro, da clases en la escuela bilingüe Benito Juárez de Uringuitiro, adonde acuden 104 alumnos y hay 20 computadoras con servicio de Internet.

El profesor afirma que a partir de 1996 ha funcionado mejor el sistema de enseñanza, ya que anteriormente se obligaba a los niños a que aprendieran todo en español, lo que generaba deserción y un elevado índice de reprobación.

 
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