Usted está aquí: miércoles 1 de noviembre de 2006 Opinión Bajo la lupa

Bajo la lupa

Alfredo Jalife-Rahme

El declive de EU y el fracaso de su globalización, según Der Spiegel

Ampliar la imagen Jaques Chirac reajusta su política medioriental mediante un acercamiento espectacular con Irán y Hezbollah tras la derrota de Israel en Líbano FOTOReuters

Como señal muy representativa del nuevo orden mundial en plena mutación, Spiegel On Line (24/10/06), perteneciente a la célebre revista alemana, emite el canto de cisne de la decadencia de EU: "Declive de la superpotencia: la clase media de EU, perdedora de la globalización", donde Gabor Steingart (GS) sintetiza su reciente libro Guerra por la riqueza: la captura global del poder y la prosperidad, que cuenta con el mejor lugar de ventas en el país teutón.

No es lo mismo que pontifiquen sobre la globalización, modelo totalmente caduco, los fracasados cuan locuaces neoliberales "mexicanos" que los exitosos alemanes, quienes ostentan el primer lugar de exportaciones manufactureras del planeta.

Las grandes potencias de la parte "occidental" del planeta, como Alemania y Francia, ajustan sus nuevas ecuaciones geopolíticas a consecuencia de la derrota estratégica de EU en Irak (además de Afganistán, Líbano y Norcorea) y del epitafio definitivo de la desregulada globalización financiera plutocrática feudal, que ya no puede seguir siendo sostenida por el paraguas militar agujereado del sobrextendido ejército estadunidense.

En la más depurada tradición estratégica gaullista, el presidente Jacques Chirac reajusta su política medio oriental con su acercamiento doblemente espectacular a Irán y el Hezbollah libanés, a consecuencia de la derrota israelí en el País de los Cedros Milenarios (que Francia conoce mejor que nadie), y emprende un asombroso golpe de timón estratégico con su enésimo periplo a China -que amerita un análisis puntual sobre el renacimiento triunfal de la diplomacia francesa que le ha salvado la cara al decadente "Occidente" (whatever that means), secuestrado militar y conceptualmente por la torturadora teocracia bushiana que no cesa de cosechar fracasos a granel.

Francia demuestra que la lucidez geoestratégica, mezclada con inteligencia diplomática, suele conseguir más que el desbrujulado militarismo bruto, conocido en la etapa posmoderna como unilateralismo.

El epitafio de GS es fulminante: "al inicio del siglo XX, EU es aún una superpotencia. Pero es ahora una superpotencia que enfrenta competencia más allá de sus fronteras, así como dificultades internas. Sus clases media y baja fueron los perdedores de la globalización". GS aborda las "tres características exclusivas, cuyo desarrollo simultáneo ha servido para el fundamento del éxito de EU hasta ahora, cuya combinación le ha conferido sus fortalezas mayores, pero también sus mayores debilidades".

Primero: "su elevada concentración de optimismo y osadía". Ningún país lucha con mayor ahínco por lo nuevo y su "curiosidad inagotable forma parte de su código genético". Las comparaciones son apabullantes: EU coloca con facilidad 44 millones de nuevos trabajadores desde 1980, mientras Alemania sufrió para integrar a 12 millones de trabajadores después de la reunificación de 1990.

Segundo: "EU es radicalmente global". Desde sus orígenes congrega a los "ciudadanos rebeldes de cada país del mundo". Recuerda que el ex canciller alemán Helmut Schmidt había caracterizado a sus "padres fundadores" como una "elite vital".

Hasta aquí GS articula su tesis en forma impecable para luego enredarse en los temas sensibles cuan complejos de lengua y cultura. Asevera que el idioma inglés, como exclusividad de EU, domina por doquier y "dejó atrás en la segunda mitad del siglo pasado al francés y al español", cuando el idioma del genial Shakespeare no es de su propiedad "exclusiva" (sic) y hasta lo ha deteriorado en forma vulgar.

Trivializa la genuina "cultura" con el procaz "entretenimiento" para inferir que "ha colonizado (sic) en forma pacífica (¡súper sic!) a la mitad del mundo". Viniendo de un alemán tal confusión entre "cultura", en el sentido civilizatorio francés, y el vulgar "entretenimiento" estadunidense global, diseñado para controlar a las multitudes (y, de paso, embrutecerlas), constituye un flagelo intolerable. Pero tampoco es tan grave y en su exordio de corte economicista exalta la penetración de las trasnacionales de EU, que si bien "no son su invento, se convirtieron en su especialidad". Hasta cierto punto, porque las trasnacionales anglosajonas no han variado su metodología depredadora desde la instalación de la cruel Compañía Británica de las Indias Orientales en colusión con los criminales piratas que prohijaron.

Tercero: EU es el "único país del planeta que puede comerciar en su propia divisa" y que dispone del "privilegio exorbitante" (en palabras del general De Gaulle) de dominar la economía global con su dólar.

Viene su antítesis. Primero, el optimismo de EU se confunde con su ingenuidad cuando "su deuda pública, privada y empresarial, ha rebasado todas la dimensiones hasta ahora conocidas". Sus "clases media y baja" viven sin reservas financieras y se parecen más "a las familias del tercer mundo golpeadas por la pobreza". Segundo, la "globalización cobra su venganza" y una de sus consecuencias ha sido la "erosión de su industria local", literalmente desmantelada para irse a instalar afuera, lo cual ha beneficiado mercantilmente a sus competidores. Tercero, el dólar es "muy vulnerable" y puede ser llevado a "su colapso por fuerzas externas", lo que ya se volvió una perogrullada.

Alega que el "ascenso de Asia llevó al declive relativo de la economía nacional de EU" -muy discutible por ser de índole multifactorial. Sustenta en forma luminosa que los "efectos de retroalimentación (feed-back) implicados en la globalización han sido intensos" en "amplios segmentos de la fuerza laboral que tiene la espalda contra la pared": los "grandes perdedores en la guerra mundial (sic)por la riqueza", que ha hecho desvanecerse la "búsqueda de la felicidad como derecho fundamental".

Excava las espeluznantes estadísticas sobre la disparidad profunda en EU entre pobres y ricos ("segmento donde residen los promotores y planificadores de la globalización"). EU rompió con su etapa dorada y ha cesado de producir prosperidad para todos. Tampoco ilumina más al mundo como "el mayor exportador y el mayor acreedor del mundo durante cuatro décadas", cuando fue "en forma indiscutible el centro del mundo" sin recurrir siquiera a su poderío militar. En su cumbre económica llegó a disponer afuera de 13 por ciento de su "producto nacional bruto".

A su juicio , ni el consumismo ni la factura petrolera sobredimensionada (relativamente de "poco significado": 160 mil millones de dólares el año pasado) son tan culpables como su notable desindustrialización, cuyo hueco ha sido colmado por sus competidores de Asia, Europa y Latinoamérica.

Concluye que "este EU superior (sic) no existe más. Como centro de poder es todavía más poderoso que otros, pero desde hace unos años esa energía fluye en dirección opuesta (...) El mayor exportador del mundo se volvió su mayor importador. El más importante acreedor se volvió el deudor más importante. Hoy los extranjeros disponen de activos en EU por 21 por ciento de su PIB, con valor neto de 2.5 millones de millones de dólares. Además, 9 por ciento de sus acciones y 24 por ciento de sus bonos gubernamentales están en manos foráneas". Amén.

 
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