Usted está aquí: jueves 2 de noviembre de 2006 Cultura Latidos de corazones humanos se convierten en luces centelleantes

El arte electrónico sólo existe con la participación del público: Lozano-Hemmer

Latidos de corazones humanos se convierten en luces centelleantes

El viernes 24 inaugurarán la ''instalación interactiva'' del artista mexicano en la ex textilera La Constancia, en Puebla

Almacén de corazonadas forma parte de un megaproyecto colectivo

ARTURO JIMENEZ

Los latidos de cien corazones humanos convertidos en un centenar de luces centelleando a diferentes ritmos cardiacos, es el nuevo proyecto del artista electrónico Rafael Lozano-Hemmer, quien desarrolla esa ''instalación interactiva" en la ex fábrica textil La Constancia, en la ciudad de Puebla.

Esta pieza del creador mexicano, quien divide su residencia entre Montreal y Madrid, se llama Almacén de corazonadas y forma parte de Plataforma, un ''megaproyecto" de arte contemporáneo en el que participan unos 20 creadores y se realiza en varios espacios de la capital poblana, en el contexto de las celebraciones por el 475 aniversario de su fundación.

Almacén de corazonadas: instalación con cien focos incandescentes será inaugurada el viernes 24 de noviembre y será montada por este artista contemporáneo en la sala principal de telares de La Constancia, un edificio de principios del siglo XIX.

Lozano-Hemmer fue el primer mexicano ganador en Ars Electronica.

De entrada, unos toques

Almacén de corazonadas consistirá en cien focos de 300 watts que cuelgan a unos tres metros del piso, activados por el ritmo cardiaco de los visitantes.

A la entrada, el espectador verá una escultura con electrodos, parecidos a los tubos de ''toques" que ofrecen en las cantinas. Al tomarlos, una computadora registrará el pulso y otros signos vitales y hará una especie de electrocardiograma en tiempo real. La computadora convertirá esos impulsos en centelleos de luces.

El primero de los cien focos comenzará a responder al ritmo cardiaco del primer espectador que, por ejemplo, podría ser lento. Cuando un segundo espectador tome el interfaz con, por ejemplo, un ritmo cardiaco rápido y luego lo suelte, su patrón de luz pasará al primer foco y el del primer espectador se recorrerá al segundo foco. Y así, hasta completar los cien focos con los ritmos cardiacos de los cien espectadores.

Los visitantes podrán continuar ingresando su ritmo cardiaco porque la instalación de Lozano-Hemmer irá desechando a los registrados luego de haber ocupado el foco número cien.

''En un momento dado, en la sala habrá cien focos iluminados representando los ritmos cardiacos de las últimas cien personas que hayan participado. Esto hará un efecto visual muy interesante, porque casi todos tenemos el mismo ritmo cardiaco, pero con pequeñas diferencias. Entonces, el patrón tan personal e íntimo que es el ritmo cardiaco, al juntarse con los de otras 99 personas, se convertirá en algo más complejo e interesante."

Como es la primera vez que Lozano-Hemmer concreta esa instalación interactiva, supone que cada espectador ''perseguirá" su ritmo cardiaco hecho luz caminando debajo de los focos.

''Nuestro sensor identifica ocho parámetros de las diferencias de ritmo cardiaco entre las personas. Hay amplitudes, frecuencias y anchos de onda diversos. Lo que más se nota es la velocidad. Si hay niños corriendo en la sala y luego agarran el sensor, sus corazonadas serán mucho más rápidas que las de un adulto.

''No se trata tanto de una instalación sobre el ritmo cardiaco, sino que se forme un algo que sea más complejo y tenga que ver con las relaciones en los ritmos.''

Macario y Rosenbleuth

Para su ''matriz de iluminación" Lozano-Hemmer tuvo al menos tres motivaciones: la velas encendidas en la película Macario, pues cada una representa una vida.

Otro es que el campo de la cibernética se postuló por primera vez en el Instituto Nacional de Cardiología, cuando Norbert Weiner y Arturo Rosenbleuth intentaban entender cómo era que en un cuerpo en estado vegetativo, sin uso del cerebro, el corazón siguiera latiendo al ritmo necesario para poder mandar oxígeno a todo el cuerpo. Ante ello plantearon la teoría de los mensajes y la retroalimentación.

Por último, dice Lozano-Hemmer, cuando en Almacén de corazonadas se habla de una sala de telares, cabe recordar que las primeras computadoras fueron los ''telares de Jacquard", en el siglo XIX.

Respecto del arte electrónico y la necesidad de interacción con la gente en diversos espacios, comenta: ''El arte electrónico no es una fachada que se te presenta como la realidad y espera que tú te inspires, sino que no existe sin la participación del público. Si nadie llega a tocar mi sensor, la sala va a estar en completa oscuridad. Y mi experiencia es que la gente responde muy bien a eso porque se siente cómplice, autor, responsable, partícipe."

Lozano-Hemmer siempre se basa en la idea de reactivar el espacio público e intentar que la gente ''se autorrepresente" para no quedar en una actitud pasiva.

El artista no podrá estar en la inauguración de su instalación, porque viajará a Hong Kong.

 
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