Usted está aquí: sábado 4 de noviembre de 2006 Opinión Horror de temporada

Leonardo García Tsao

Horror de temporada

Entre las compañías de video nacionales, tal vez sea Zima Entertainment la que ofrezca la variedad más ecléctica e interesante. Su catálogo prácticamente recorre todo el espectro de la calidad: desde colecciones de Kurosawa y Bergman -en excelentes copias- a ejemplos muy probablemente execrables del llamado video home, cuyos títulos hablan de una actualidad amarillista -El asesino de Cumbres, Los macheteros de Atenco- o de asuntos más descriptivos -Les cortaron las cabezas por culeros, Me chingaron a mi vieja (si alguien sospecha que son invención mía, puede acudir a su práctico sitio web: www.zimaent.com.mx).

En ocasión del clima posDía de muertos, vale la pena recomendar los 13 dvds que integran la primera temporada de la serie Maestros del horror, producida por la compañía IDT Entertainment y difundida desde el año pasado por el canal de cable Showtime. Creada por el también cineasta Mick Garris, se trata de otro intento, después de Tales From the Crypt (que fue de HBO), por producir en televisión relatos de horror con calidad cinematográfica.

Por ello, se ha contratado a veteranos cultivadores del género, como Dario Argento, John Carpenter, Larry Cohen, Joe Dante, Stuart Gordon, John Landis, Tobe Hooper, John McNaughton y Takashi Miike (la mayoría tuvo su momento de gloria hace más de 20 años), así como a los menos prestigiados Don Coscarelli y William Malone, y un cineasta joven, Lucky McKee, en el inicio de su carrera. Como era de esperarse, los resultados -todos de una hora de duración- son desiguales, aunque hay un uniforme gusto por la violencia gore y los temas escabrosos. (Por suerte, la televisión por cable elude la censura... o casi).

En Estados Unidos fue muy comentado el episodio de Dante, Cuando los muertos caminen la Tierra (Home-coming), una ocurrente revisión del zombi romeriano en la que los soldados muertos en combate salen de sus tumbas, no para devorar a los vivos, sino para votar en la elección presidencial y protestar contra la guerra. Más una vehemente sátira política que un relato de horror, Homecoming es la película más abiertamente crítica que se ha hecho hasta ahora contra el gobierno de Bush y la guerra en Irak, a los que alude sin mencionarlos.

Los otros dos episodios más sobresalientes fueron dirigidos por los únicos convocados fuera de Estados Unidos, el italiano Argento y el japonés Miike. Por curiosa coincidencia, ambos se centran en una mujer homicida de rostro deforme. Ya lejos de los tiempos en que sus cultistas cantaban sus loas, Argento ha resuelto en Su nombre es Jenifer (Jenifer) un perverso guión del propio actor Steven Weber, sobre cómo la vida de un policía se trastorna cuando se obsesiona por una joven con cuerpo de tentación y cara de espanto, cuyos deseos sexuales son tan urgentes como su necesidad de devorar las vísceras de sus víctimas. Sin su truculencia habitual, Argento desenmascara el tema del sexo reprimido, subyacente a toda historia sobre monstruos a medio camino entre lo humano y lo bestial.

La joya de la colección es Vestigios (Imprint), del prolífico Miike, pero su naturaleza es tan subversiva que Showtime decidió no exhibirla. La única concesión del director fue hacerla en inglés -la acción se sitúa en el Japón del siglo XIX- porque no reprimió ninguna de sus inclinaciones. Si bien la película abre como un melodrama de prostitutas tipo Mizoguchi, pronto se vuelve algo difícil de aguantar para espectadores quisquillosos. En una secuencia escalofriante, a una chica se le tortura clavándole agujas en algunas partes sensibles de su cuerpo -las encías, por ejemplo-, y el efecto es sólo comparable al clímax de La audición, del mismo Miike.

Eso es sólo para abrir boca. La narrativa procede a describir gráficamente abortos así como actos de pederastia e incesto. (Era demasiado, aún para una compañía liberal como Showtime). No se trata de una provocación burda, una búsqueda de efectos chocantes porque sí, sino de una intensa manifestación sobre el sufrimiento femenino. La película remata con una revelación de horror orgánico y conserva su intensidad hasta su última escena, después de los créditos.

(La edición de Zima respeta el encuadre widescreen de los originales, los subtítulos son en general correctos y se ofrecen los extras de rigor: trailer, filmografías, localización por escenas. Excepcionalmente, Vestigios incluye tres reveladores reportajes sobre la filmación y el punto de vista de su director).

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