Usted está aquí: viernes 10 de noviembre de 2006 Cultura Recorrido por la pintura y la escultura de González de León

Se abrió en Casa Lamm exposición con obras del arquitecto creadas de 1975 a 2006

Recorrido por la pintura y la escultura de González de León

Aborda la contradicción entre ''el volumen y la sombra pintada'', dice a La Jornada

En ese recinto presentará, el lunes 13, su libro inspirado en los cahiers de voyage de Le Corbusier

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen El arquitecto Teodoro González de León en su casa de la colonia Hipódromo Condesa, durante la entrevista con La Jornada Foto: José Antonio López

La fachada de la casa de Teodoro González de León revela el gusto que tiene el arquitecto por acomodar formas, inclusive la austeridad de su paleta que, una vez adentro y recorrido el camino hacia su estudio, se manifiesta con amplio detalle en la variedad de cuadros que aún cubren sus paredes, en espera de ser expuestas en Casa Lamm.

La muestra Teodoro González de León: pintura y escultura 1975-2006, curada por Miguel Cervantes, fue abierta la noche del miércoles en la galería de la planta alta y el salón central del recinto ubicado en avenida Alvaro Obregón 99, colonia Roma.

El lunes 13, a las 18:30 horas, el arquitecto presentará allí Viaje al Japón (Arquine/RM), libro concebido dentro de la tradición de los cahiers de voyage de Le Corbusier.

Creador de ''ensamblajes''

Teodoro González de León empezó haciendo ''pintura muy plana", pero a finales de los años 70 aparecieron sus primeros relieves. De hecho, llama ''ensamblajes" a lo que hace. Esa necesidad del volumen, de salirse de los confines del lienzo, creció tanto que una pieza reciente, de formato mayor, combina la lámina de aluminio y madera con una losa de piedra.

El arquitecto recuerda que en la exposición de 1996, en el Museo de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo, se exhibió una maqueta en plástico y yeso de tres metros de altura. También Pedro Leites le pidió una obra para la colección en plata de Tane.

Sobre la mesa de su taller, en su casa de la colonia Hipódromo Condesa, está la maqueta de la escultura que ha hecho para el Auditorio Nacional ­está en proceso de fabricación­, gracias a una invitación que le hizo el patronato de ese recinto para festejar sus 80 años, cumplidos el pasado 29 de mayo.

El Proyecto 2006 consta de tres poliedros en expansión, que entablan un juego de sección áurea. Las piezas son de 1.618 metros de altura, que es la sección áurea, escala que a González de León le gustó para una escultura, porque el espectador ''lo puede ver a la altura de sus ojos, o por encima; entonces, no te va a imponer. Son como objetos amigos del mismo tamaño que tú".

Al contrario de sus cuadros, no piensa meterles color: ''Van a ser de acero inoxidable nada más, para que el puro material juegue las sombras y cambie con la luz".

La exposición de Casa Lamm comprende algunos cuadros exhibidos en su primera muestra de 1976, en la desaparecida galería Ponce, cuyo director era Miguel Cervantes.

­¿Por qué a los arquitectos les gusta pintar?

­Depende cómo ves a la arquitectura; siempre la vi como un arte. De hecho, cuando estudié la escuela se ubicaba en la antigua Academia de San Carlos, donde estaba la escuela de artes plásticas. Antes se consideraba como una de las bellas artes.

''Creo firmemente que la puedes practicar como arte siempre. Y que se puede saltar de una a otra, como hicieron Rafael, Miguel Angel y muchas personas, pero que cada vez se hace menos porque la arquitectura se ha especializado brutalmente. Se ha hecho muy compleja como actividad por las diferentes instalaciones.''

Pasión por los constructivistas

González de León conserva la ''adoración" por los rusos constructivistas, que a finales de los años 20 hicieron un tipo de ensamblajes. Abrieron un camino que el arquitecto decidió seguir.

Al pintor Fernand Léger lo conoció gracias a Le Corbusier, en cuyo taller (1947-48) trabajaba; le escribió una tarjetita para que lo recibiera en su casa. La visita se prolongó varias horas.

Su ''pasión" por los constructivistas y Léger también se refleja en su uso del colorido, que se limita a los colores primarios.

­¿Cómo concibe el cuadro?

­Surge como una idea en paquete, uno lo elabora y al entrar ya a escala real empieza a cambiar también. A veces son construcciones muy difíciles.

­¿A qué se debe la necesidad de más volumen?

­Si observas, son volúmenes con sombras que a veces niegan el volumen. Hay una contradicción allí, que a un volumen le ponga sombra. No un bajorrelieve que pide la luz nada más. Esa ambigüedad me interesó desde un principio. Que el volumen tuviera sombra pintada. Entonces, en determinadas posiciones de la luz se ve al revés.

Los elementos que González de León maneja en sus cuadros son pocos. Hubo una época en la que nada más hacía tubos sombreados. En los años 70 su incursión en el juego óptico, de ver la imagen y su reverso a la vez, le duró poco. Todos son objetos construidos, moldeados y talladas por sus manos. En una de sus series más recientes aparecen barritas metálicas que estructuran ''espacios habitados".

A veces pasa un par de semanas sin que el arquitecto pueda trabajar en sus ensamblajes, pues en la actualidad su despacho realiza cinco grandes obras, entre ellas el conjunto de Reforma 222, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo y un centro cultural mexicano-estadunidense en Austin, Texas. Además, es un ''feroz" lector. Pero, de repente siente que algo le falta; entonces vuelve a la pintura.

 
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