Usted está aquí: viernes 10 de noviembre de 2006 Opinión Sociedades de convivencia: logro histórico

Editorial

Sociedades de convivencia: logro histórico

Aunque con un retraso de muchos años con respecto a otros países y a las realidades del nuestro, ha sido por fin posible adoptar en el Distrito Federal una legislación que ampara y otorga derechos específicos a los hogares formados por relaciones que no se enmarcan en el matrimonio ni en el concubinato pero que constituyen una importante minoría (casi 10 por ciento) de los hogares mexicanos: la Ley de Sociedades de Convivencia.

La reacción y la intolerancia han pretendido presentar la nueva legislación, aprobada ayer en lo general por 43 votos a favor (con 17 en contra y cinco abstenciones), como la "ley del matrimonio gay", lo cual es una distorsión y una reducción característica de mentalidades estrechas y pacatas: la disposición no equipara las sociedades de convivencia con el matrimonio ni se constriñe a parejas formadas por personas del mismo sexo. Su propósito central es el de proporcionar a personas de diferente o del mismo sexo, mayores de edad y con capacidad jurídica, la posibilidad de que formalicen, por medio de un acto jurídico vinculante, su determinación de establecer "un hogar común con voluntad de permanencia y ayuda mutua". El texto aprobado obliga a los firmantes a proporcionarse alimentos mutuamente, fija los derechos de uno de los contrayentes en caso de interdicción, incapacidad o muerte del otro y protege a ambos de acciones discriminatorias.

Sin duda, para las parejas formadas por homosexuales esta ley representa un importante avance en la protección de sus derechos y un muro de contención a las actitudes homófobas. Por lo pronto, es un buen paso para las comunidades gays, aunque tarde o temprano habrá de ponerse sobre la mesa la necesidad de eliminar las restricciones de género en las disposiciones legales que rigen al matrimonio civil y de suprimir, así, una injustificable discriminación legal que castiga sin motivo orientaciones sexuales.

En lo inmediato, la ley aprobada ayer no sólo se dirige a las parejas de homosexuales, sino también a una vasta gama de vínculos interpersonales que hasta ahora no tenían cabida en ninguna ley, que no necesariamente implican una relación sentimental o sexual y que son, sin embargo, tan respetables como el que establece una pareja heterosexual con propósitos de compartir el techo y la comida.

La aprobación en el Distrito Federal de la Ley de Sociedades de Convivencia es una derrota a la intolerancia, el oscurantismo y el autoritarismo reaccionario y clerical; asimismo constituye para el país una saludable aproximación entre sus realidades legales y sociales, y un triunfo de la tolerancia y del respeto a la diversidad. Cabe esperar que los otros congresos estatales aprueben legislaciones como la referida y que las derechas dejen de ver en estas disposiciones un "ataque a la familia" y las reconozcan como un aliento a los vínculos humanos solidarios.

 
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