Ojarasca 115  noviembre 2006

Desierto de San Luis Potosí

Historia de la defensa de Virikuta
 

Tunuary y Cristian Chávez



Los wixaritari (los huicholes) mantienen una relación muy profunda con Virikuta: el lugar sagrado del oriente, al norte del estado de San Luis Potosí, donde los peregrinos más primeros nacieron el sol y continuaron su andar iniciado en San Blas. Los centros ceremoniales de las comunidades wixárika visitan Virikuta cada año, hacen el costumbre y continúan la vida.

Cuenta don Simón, maraka'ame y autoridad moral de la Comunidad Autónoma de Bancos de San Hipólito, en territorio wixárika, que cuando los más antiguos peregrinos y fueron en busca de la lumbre, como en todos los lugares visitados, unos cuantos se quedaron cuidando Virikuta, recibiendo siempre el regreso de aquellos que siguieron su andar hacia Teakata en búsqueda del fuego y se quedaron en Tateikie o en T+apurie o en Waut+a y otros lugares que sólo ellos saben.

Del mar al desierto se formó un territorio de todos, cada quien con sus formas de caza, siembra y recolección. En el desierto los pueblos chichimecas, los huachichiles, hicieron de Aridoamérica su casa, dejaron ofrenda en su gran templo e hicieron cultura del mezquite, el nopal, el venado y la serpiente.

En Mesoamérica las tropas españolas invadieron, saquearon, asesinaron, enfermaron y reclutaron para su servicio a los pueblos primeros de la zona sur. Ordenaron que se le ofreciera la libertad a los tlaxcaltecas que entregaran la cabeza de un "salvaje", (como llamaron a la gente del desierto). Grandes tropas de tlaxcaltecas y españoles se adentraron en Aridoamérica con esa encomienda.

En su serie La gente del mezquite, Carlos Manuel Valdés cuenta que los huachichiles los vieron llegar y respondieron con la guerra. En principio casi toda la sangre fue de españoles y tlaxcaltecas: nunca esperaron lo duro que sería el desierto. Los huachichiles se dejaban ver por los enemigos, los adentraban en las espesas nopaleras y ahí los perdían. La mayoría de las tropas enemigas moría de sed y hambre, mientras los huachichiles, invisibles pero muy cerca de ellos, se alimentaban de tunas, nopal, venado, jabalí y serpiente, ¿Agua? la que contenían las tunas era suficiente.

Los españoles reclutaron a los chichimecas en misiones, los convertían en esclavos y les enseñaban la religión católica. Los huachichiles se aliaron con otros grupos chichimecas y atacaban las misiones para liberar prisioneros.

Un viejo de Real de Catorce cuenta que la Misión de reclutamiento al mando del marqués de Cadereyta fue tomada por un grupo chichimeca que quemó los primeros títulos virreinales de las haciendas y liberó a los huachichiles reclutados.

La guerra contra los chichimecas continuó con las haciendas. En Virikuta, las tres más relevantes fueron la Hacienda de Santa Gertrudis, la de Dolores y la de Laguna Seca.

Los huachichiles fueron modificando su cultura peregrina y guerrera, se asentaron y aprendieron a cuidar, ordeñar y limpiar animales desconocidos: vacas, chivas, gallinas y caballos --lo más parecido a los venados que veían correr fuera de la hacienda y las misiones.
 
 

En 1937, las haciendas se desintegraron formando ejidos: Yoliatl con 16 320 hectáreas; Margaritas que, ampliado en 1944, hoy tiene 5 720 hectáreas; Ranchito de Coronados, con 25 550 hectáreas que corresponden a tres haciendas desintegradas: Laguna Seca, Santa Gertrudis y Dolores; Tanque de Dolores, fundado en 1937 cuenta con 16 664 hectáreas de las que en 1 097 se siembra maíz, frijol y calabaza.

Los ejidatarios descienden de los antiguos huachichiles y pastorean chivos (unas cincuenta cabezas por familia) siembran maíz, aunque en la cosecha sólo obtengan pequeñas cañas de rastrojo por la falta de lluvia, y guardan formas ancestrales de caza, recolección y rastreo. Apenas hace cuarenta años, familias completas se desplazaban la mitad del año, al modo nómada, a vivir en las cuevas de la sierra de La Grulla, el resto del año sembraban.

La falta de lluvia en Virikuta se ha vuelto más aguda desde la invasión de las agroempresas de jitomate que hallaron en el desierto superficies planas y aguas profundas para sus cultivos. Avientan cohetes al cielo para dispersar las nubes a fin de que la lluvia no los perjudique, pero la lluvia no sólo deja de caer sobre el jitomate; tampoco riega el maíz, sustento de los pueblos antiguos. Al no cosechar maíz la gente no tiene otra opción que irse a Monterrey a trabajar embotellando Pepsis, construir fábricas, coser pantalones, rociar químicos o respirar metales en las minas. A los que se quedan les pasa igual: rocían químicos en las tomateras, trabajan en las minas o cosen pantalones en la maquiladora asentada en Catorce.

Virikuta está cruzado por un corredor industrial que conecta Estados Unidos con las costas del Pacífico y los mercados orientales, y abre puerta al territorio indígena del sur. El corredor Nuevo Laredo-Manzanillo es una vía fácil de transporte y maquila de mercancía. En lo local diseña subcorredores en todos los estados que cruza. El gobierno potosino diseñó un Plan de Desarrollo Urbano del Estado de San Luis Potosí 2000-2020, en cada municipio, que contempla caminos, terracerías, electricidad e infraestructura para servir a maquiladoras, minas y tomateras, utilizando la mano de obra de los descendientes de los antiguos huachichiles --ya no en misiones como en tiempos de la Corona española, sino en la agroindustria multinacional.

Estas antiguas tierras que vieron nacer el mundo y donde a cada segundo los más primeros trabajan por la continuidad de la vida, son invadidas y saqueadas. A escasos 200 metros del ojo de agua de Tatei Matinieri, en el ejido de Yoliatl, pasa una amplia carretera que facilitará el acceso a las tomateras y las zonas de ganadería transnacional. Cerca del ojo de agua de Toi Mayau, en el ejido San Juan del Tuzal, se piensa desgajar más montañas para sacar minerales, ahuecando incluso las montañas al lado de Leunar, el Cerro Quemado, sagrado para los wixaritari.

Los gobiernos estatales insisten en imponer acuerdos con que pretenden que la gente del desierto vigile y denuncie al pueblo wixárika si hacen algo que no toleran (como que los peregrinos wixaritari viajen a Virikuta sin avisar al gobierno). No entienden que ni con dinero ni con muerte lograrán que cambie la antigua relación entre los pueblos del desierto y los wixaritari, pues son los mismos hombres. El gobierno supone que podrá limitar al pueblo wixárika a no llevarse más de cien cabezas de jícuri, y molesta a los peregrinos rezanderos a la mitad de su antigua ceremonia, pretendiendo contar las cabezas de peyote que llevan. Un wixaritari de T+apurie dijo: "esto es sólo política, el costumbre sigue".

Aun con los corredores de destrucción, el pueblo huichol ejerce su libre determinación en el costumbre ancestral y así refuerza la autonomía de los descendientes de los antiguos huachichiles que comparten el territorio. Como decía don Pedro de Haro, wixaritari, hermano mayor de la lucha indígena nacional, sentado en su uweni frente al fuego, de regreso de una peregrinación a Virikuta " es importante que la gente de allá no se deje, que no les venda sus tierras a los gringos ni trabaje para ellos".
 

Tunuary y Cristian Chávez son parte del equipo de la Asociación Jalisciense de Apoyo a Grupos Indígenas (AJAGI)

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Serie Castillos de Castilla. Fotos: Mireia Sentís



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