Usted está aquí: miércoles 15 de noviembre de 2006 Cultura Velada de ''magia y música para descongelar el tiempo''

Mario Lavista recibió la Medalla de Oro de Bellas Artes

Velada de ''magia y música para descongelar el tiempo''

Dirigidos por el compositor homenajeado, seis personas del público interpretaron la partitura Marcias

MONICA MATEOS-VEGA

La noche del lunes, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, minutos antes de que Sari Bermúdez, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, entregara la Medalla de Oro de Bellas Artes al compositor Mario Lavista, el artista cautivó al público al mostrar su talento y convertir a seis personas del público en ''descongeladores del tiempo".

En diversas ocasiones, el músico ha afirmado que las partituras son música congelada, por tanto, un intérprete es eso: un ''descongelador del tiempo".

También ha explicado que su labor se enfoca, principalmente, en lograr que el intérprete y su instrumento ''tengan una relación amorosa".

Acompañados por María del Carmen Thierry y su oboe, y dirigidos por el propio Lavista, los convocados a interpretar la partitura Marcias se sentaron en la mesa de honor colocada en el estrado, que muchos pensaron sería el lugar de participantes en alguna mesa redonda.

Ocho copas de cristal con agua aguardaban. Lavista indicó que debían mojarse la punta del dedo índice y luego, a su señal, acariciar intermitentemente la orilla de las copas. Enigmáticos sonidos brotaron de esos espontáneos instrumentos ante la sorpresa de los ejecutantes y la fascinación de los presentes. El acto de amor estaba consumado.

''Más allá que música, magia", exclamaron algunos. ''Más que magia, música", corregían los melómanos.

Un clásico de nuestro tiempo

El investigador y musicólogo Aurelio Tello presentó una semblanza de quien definió como ''un clásico de nuestro tiempo", y recordó los versos de Alvaro Mutis a propósito de la obra de Lavista: ''Nadie, en fin,/ conseguirá evocar la despojada maravilla/ de esta música,/ limpia de la más imperceptible huella/ de nuestra perecedera voluntad de canto.

''De espaldas al mundo, al polvo,/ al tibio remolino de nostalgias y sueños/ y de efímeras representaciones,/ esta leve fábrica se levanta/ por el solo milagro de haber vencido/ al tiempo y a sus más recónditas argucias.

''Apenas escuchada se transforma,/ cambia de lugar y nos sorprende/ desde un rincón donde jamás sospechamos que se oyera.

''No tiene signo este don de una/ eternidad/ que, sin pertenecernos, nos rescata/ del uso y las costumbres,/ de los días y del llanto,/ del gozo y su ceniza voladora."

Tello hizo un recuento de los maestros de Mario Lavista: Carlos Chávez, Héctor Quintanar, Rodolfo Halffter, Karlheinz Stockhausen, así como de algunas de sus obras: la ópera Aura (1987), basada en el cuento del mismo nombre de Carlos Fuentes; los trabajos gráfico-musicales que el compositor ha realizado al lado de pintores como Arnaldo Coen, y su labor al frente de publicaciones como Pauta.

Durante la velada también se interpretaron las obras Cuaderno de viaje, con la viola de Omar Hernández, y Simurg, con Mauricio Náder al piano.

Saúl Juárez, director del Instituto Nacional de Bellas Artes, señaló que ''si al título de compositor del maestro Lavista, hubiese que añadir algunos más para delinear con mayor precisión su labor, podríamos pensar, en primera instancia, en dos: explorador y animador intelectual".

Lavista, añadió, ''se ha aventurado en la búsqueda de posibilidades, de alternativas, de novedosos caminos que son también construcciones del talento, la sensibilidad y la pasión, de horizontes remotos que, paradójicamente, están al alcance de una pulsación de cuerdas, parches, metales, maderas... o copas".

 
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