Usted está aquí: miércoles 15 de noviembre de 2006 Opinión La Muestra

La Muestra

Carlos Bonfil
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París, te amo

Una revisión de la capital del amor

EN UN BARRIO burgués de París, un niño manifiesta su hartazgo por las continuas peleas de sus padres tapándose los oídos con bolas de algodón. Esto le impide escuchar a su madre que agoniza luego de rodar por las escaleras.

ESTA HISTORIA CRUEL fue el pretexto de un cortometraje, La Muette, de Claude Chabrol rodado en 1964 para el filme colectivo París visto por... Otros cinco cortos más, filmados por Godard, Rohmer, Pollet, Rouch y Douchet, completaban la empresa.

DOS DECADAS MAS tarde, en un intento por actualizar esta visión de la ciudad con directores como Chantal Akerman y Phillipe Garrell, se propuso otra serie de seis sketches: París visto por... veinte años después. El resultado fue desigual, aunque destacaban la originalidad e ironía de directores con espacio suficiente para desarrollar sus tramas. Veinte años más tarde, y a manera de un ritual de cinefilia y de otra revisión del mito París-capital del amor, surge otro mosaico fílmico, París, te amo, más ambicioso que las series precedentes, con el triple de cortometrajes en apenas dos horas, en el que participan no sólo directores franceses, sino una mayoría de talentos extranjeros con una perspectiva nueva de la ciudad y de sus 20 barrios.

EL TEMA ES libre y la duración entre cinco y 10 minutos. Al final participan 21 cineastas, algunos en coautoría, visitando 18 sitios emblemáticos, con otras tantas historias, cuyo tema recurrente será, previsiblemente, el amor y sus múltiples declinaciones.

CON TODOS SUS aciertos, el proyecto muestra una falla de origen. La exigencia de concisión se vuelve, en muchos casos, una ocurrencia no siempre afortunada, pocas veces eficaz y redonda. Domina el espíritu lúdico y la complacencia celebratoria, así como una visión romántica que no siempre escapa al lugar común.

MUY LEJOS DE la ironía del París visto por..., de los años 60, el nuevo filme ómnibus acumula tramas banales y caídas en el sentimentalismo, a pesar de contar con directores de primer nivel y una intención excelente. En su admiración por la ciudad fotogénica ­cuna de las artes, capital indiscutible del cine, territorio propicio del amor y del suicidio pasional­, algunos directores se apartan de su estilo característico (Wes Craven, Gus van Sant, Nobuhiro Suwa), ensayan direcciones nuevas y añaden poco a sus trayectorias; otros sorprenden con la agudeza de su mirada y su aprovechamiento del recurso escénico (los hermanos Coen y su estupendo corto Tuileries, o Alexander Payne y la confidencia epistolar de una turista estadunidense en el Barrio 14, o Sylvain Chomet, transitando con gracia de su animación en Las trillizas de Belleville a la ingeniosa pantomima de Torre Eiffel). Tom Twyker, Vincenzo Natali y Olivier Assayas desinflan propuestas de entrada interesantes, en parte por la limitación temporal y por su deseo de integrarse afanosamente al espíritu romántico de la empresa.

QUIENES SUCUMBEN DE lleno a la tentación sentimental son Walter Salles, Isabelle Coixet y Alfonso Cuarón, a pesar del juego formal en un plano secuencia que elabora este último. Sobresale la aparición de Gena Rowlands negociando su divorcio con un Ben Gazzara anciano en Barrio latino, otra mirada nostálgica a un París tenazmente idealizado.

París, te amo:

Sala 1 de la Cineteca Nacional, Av. México-Coyoacán 389, colonia Xoco. Funciones 12, 16, 18:30 y 21 horas.

 
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