Usted está aquí: jueves 16 de noviembre de 2006 Opinión La Muestra

La Muestra

Carlos Bonfil

La mirada de Charlie

EL LLAMADO CINE de calidad francés, un cine académico, de factura clásica y temáticas sin sorpresa; adocenado y respetuoso, no contaminado por la actualidad política y ajeno al mosaico racial del hexágono, tiene en la actriz-cineasta Nicole Garcia uno de sus exponentes más exitosos. En los años 70 ese cine tuvo representantes tan conspicuos como Claude Sautet y Claude Lelouch; dos décadas antes, Claude Autant-Lara había sido su figura emblemática, con una producción cuestionada por los jóvenes cineastas de la Nueva Ola. Entre las temáticas favoritas de este cine dominan la recreación histórica (las insoslayables lecciones del pasado) o la introspección sicológica que pretende ofrecer, mediante el retrato de un grupo de amigos o de personajes cuyos destinos se entrecruzan, o de un drama pasional, una suerte de diagnóstico del estado anímico y moral de la colectividad francesa. La conclusión más recurrente es percibir una situación de depresión crónica, o una decadencia de las costumbres, que solicita, en la misma narrativa, el restablecimiento del orden natural, luego de una constatación de crisis.

LA MIRADA DE Charlie (Selon Charlie), quinto largometraje de Nicole Garcia, también realizadora de Plaza Vendôme (2000), relata la experiencia de seis hombres, su malestar existencial, sus frustraciones, y las muy breves y leves satisfacciones que les procura su contacto con las mujeres. Un personaje clave es Serge (Vincent Lindon), instructor de natación, especialista en talasoterapia, quien engaña a su esposa con la mujer de Pierre (Benoît Magimel), maestro de su hijo. Este niño de 11 años es Charlie, testigo y coartada indolente de la infidelidad paterna. Hay otras historias de insatisfacción masculina. Bertagnat (el inefable Jean Pierre Bacri), un aspirante a la alcaldía de un pueblo francés del Atlántico Norte, corteja clandestinamente a una joven, poniendo en peligro su carrera; otro personaje más joven, Adrien (Arnauld Valois), carga la frustración de una derrota deportiva de la que apenas puede reponerse; uno más, Joss (Benoit Poolverde), sale de prisión y no logra una inserción decorosa en un medio social al que desprecia, y que le retribuye el desprecio generosamente. Los personajes deambulan sin anhelos ni entusiasmos en esta historia coral (Altman/Rive Gauche), que se complica todavía más con una trama secundaria realmente dispensable, relacionada con el descubrimiento paleontológico de Dirk, el esqueleto de un hombre prehistórico.

ES CURIOSO QUE el mismo año en que Pedro Almodóvar presenta Volver, un filme centrado en las mujeres, con una carga de enorme vitalidad e intensidad dramática, la francesa Nicole Garcia ofrezca una mirada a un mundo masculino, donde prevalecen la languidez, el hastío burgués y el sentimentalismo anémico. La mirada del niño Charlie al mundo de los adultos apenas tiene interés o impacto alguno, siendo él, con su ausencia de encanto y de carisma, la prefiguración misma de lo que está contemplando.

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