Usted está aquí: viernes 17 de noviembre de 2006 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Alzas a combustibles, despedida del fatídico gobierno del "cambio"

Boletazo, subsidio a bancos

El país está en calma, según Fox

Huelga en todos los ingenios

Las rebanadas del pastel

Preparaos mortales para afrontar una mayor pérdida de poder adquisitivo por el impacto inflacionario de la escalada de precios que a guisa de despedida nos deja el carismático Vicente Fox y su fatídico gobierno del "cambio", no sin la cómplice satisfacción y palomeo de la miniadministración que llega (habemus "continuidad").

Aumentos en los precios de gasolina, diesel, leche popular, tortilla, gas, tarifas eléctricas y demás bienes de consumo masivo que se registran en este cierre del ominoso gobierno foxista, cuyo gran timonel acordó con su heredero pagar el costo político de dicha escalada para que el Felipillo se lave su "manos limpias" en esto que los tecnócratas llaman "decisiones difíciles, pero necesarias".

Todavía no se procesaba el 23 por ciento de aumento en el precio de la tortilla (de 6.5 a 8 pesos kilogramo), cuando Liconsa y su misterioso consejo de administración decretaron un incremento de 28.57 por ciento al precio de la leche popular (de 3.5 a 4.5 pesos). Sin dar oportunidad para digerir esta última "adecuación", la Secretaría de Hacienda tuvo la gentileza de autorizar alzas de 3.66 y 2.86 por ciento, más IVA, a los precios de la gasolina Premium y el diesel, respectivamente, que se suman a los que mes tras mes a las autorizadas en tarifas eléctricas (17 por ciento en los últimos 12 meses) y gas, precios que afectan a toda la cadena productiva.

El vocero presidencial "entiende" que "los pobres no usan gasolina Premium" y que por ello "no impactará en la inflación", pero es de suponer que desconoce el peso específico que tienen los precios de los combustibles en la cadena productiva y específicamente en los bolsillos de los consumidores. Que consulte cuánto impactará en el costo del transporte, en especial el de carga y su consumo de diesel, y se dará cuenta que lo dicho ayer por él se suma a la interminable lista de sandeces con su firma.

Ya la iniciativa privada ha dejado en claro que a ella no la metan en broncas, porque "de ninguna manera" asumirá los aumentos de precios, que para eso están los consumidores. Y en esta cadena de complicidades, los jilgueros con micrófono afines al gobierno insisten en minimizar el aumento en el precio de la leche popular ("es de tan sólo un peso", pero no dicen que es igual a un incremento de 28.57 por ciento) y al de los energéticos ("la gasolina Premium la consumen los de mayor poder adquisitivo", obviando el aumento al diesel, gas y tarifas eléctricas).

La nueva Premium UBA se presentó en sociedad el pasado 20 de octubre, menos de un mes atrás. En una estación de servicio del Estado Mayor Presidencial (no incluida en el semáforo "ordeñador" de la Profeco), el presidente Fox llenó el primer tanque. Y en esa ocasión, dos sonrientes mentirosos profesionales declararon: a) "la política establecida por la Secretaría de Hacienda es que el precio (de la nueva gasolina) continuará en ese crecimiento mensual que tiene hasta el momento; no va a haber, digamos, incrementos adicionales... cuesta lo mismo, no tiene una variación adicional (titular de la Semarnat José Luis Luege Tamargo); b) "inicialmente no habrá un incremento en el costo de la gasolina Premium UBA la cual se mantendrá en 7.90 pesos por litro" (secretario de Energía. Fernando Canales Clariond). Lo "inicial", pues, duró 25 días.

En su notificación oficial sobre el aumento al precio de los citados combustibles, la Secretaría de Hacienda afirma que la introducción de la Premium y el diesel UBA (ultra bajo azufre) representará 4 mil 900 millones de pesos en costos adicionales para Petróleos Mexicanos, de tal suerte que "para solventarlos se autorizó un sobre-precio" (nótese el sinónimo de aumento).

Qué lastima que el gobierno federal no pueda asumir esos costos. De allí la penosa necesidad de trasladarlo a los consumidores, pero si el presidente Fox y su secretario de Hacienda aplicaran un criterio igual, entonces tendrían que cancelar el generoso subsidio que canalizan a los depauperados banqueros, vía Boletazo, el mismo que regala coches y demás productos a los usuarios de tarjetas bancarias a nombre de los barones, pero a costillas del erario que sólo en 2006 representará un gasto de mil 600 millones de pesos, un monto casi 500 millones de pesos superior al subsidio que se otorgaba al precio de la leche popular (Liconsa) y que a partir de hoy desaparece, tras el aumento de 28.57 por ciento.

En fin. Resulta obvio el acuerdo al que llegaron Fox y Calderón en el marco de la "transición" (el saliente paga la factura y el siguiente guarda silencio), pero con los nuevos aumento a los precios de la gasolina y el diesel, así como los del gas y la electricidad, sin olvidar el de la leche, al mini presidente entrante se le presenta una excelente oportunidad para cumplir, desde ya, una de sus promesas de campaña: "les vamos a pagar la mitad de sus recibos de luz y gas, con posibilidad de llegar a 100 por ciento en ambos casos" (Veracruz, 19 de junio, 2006).

Eso debería, pero los legisladores de la "continuidad" resultaron más descarados que los funcionarios que 25 días atrás negaban el alza en los precios de los combustibles. Resulta que diputados y senadores panistas se negaron a mancharse las "manos limpias" y suscribir sendos puntos de acuerdo, en San Lázaro y Xicoténcatl, para frenar el aumento al precio de la leche popular (casi 3 millones de familia pobres serán afectadas).

Y en medio del ya de por sí caldeado ambiente, estalló la huelga en todos los ingenios azucareros del país (la mitad de ellos fallidamente expropiados por el "cambio"), mientras el Felipillo sigue con sus pasos de tortuga en materia de ingresos y presupuesto, y Guillermo Ortiz, el del Banco de México, duplica su dosis de Valium porque la inflación se le puede ir de las manos. Todo, a escasos 13 días, en este país que, según Fox "está en calma, con paz social".

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