Usted está aquí: martes 21 de noviembre de 2006 Política El frío armonizó con la ceremonia oficial por la Revolución

Aprovechó el mandatario para criticar a "caciques y caudillos" y alabarse

El frío armonizó con la ceremonia oficial por la Revolución

ROSA ELVIRA VARGAS, JESUS ARANDA

Ampliar la imagen El presidente Vicente Fox con alumnas de una secundaria, a punto de tomarse una foto, ayer en Los Pinos Foto: Guillermo Sologuren

En el epílogo de la administración de Vicente Fox, la Revolución se redujo a una ceremonia fría ­en todos sentidos­ de mero trámite: una poesía, un popurrí con canciones "de la época", la habilitación oratoria de un descendiente de Francisco I. Madero ­legislador panista, para más señas­ y a un discurso central, el del jefe del Ejecutivo, quien, como sus antecesores, adecuó los principios e impulsos de la gesta revolucionaria a la ideología y prácticas de su gobierno.

En ese marco, ubicó como su aporte a la lucha iniciada en 1910 el logro de "un verdadero equilibrio de poderes y haber cerrado el capítulo del presidencialismo exacerbado".

Entre el final de la lucha armada y su arribo al poder, dijo Fox, las ambiciones personales de los líderes políticos desvirtuaron la Revolución y llevaron de nuevo a la concentración del poder, a conculcar los derechos ciudadanos y a la sujeción de los poderes federales por parte del Ejecutivo.

Y si bien, según él, en ese largo periodo "no todo fue esfuerzo perdido", porque ya estaba sembrada "la semilla de la democracia", ésta realmente germinó en 2000, cuando "los mexicanos hicimos valer el ideario de la Revolución (y) utilizamos el voto como la mejor arma para acabar con el autoritarismo".

Esta vez tampoco evitó las alegorías. Aludió a las enseñanzas del Apóstol de la Democracia para decir que "bajo ninguna circunstancia" las libertades deben ser conculcadas por caciques y caudillos, pues "nadie tiene derecho a pensar y a decidir por el pueblo", y que no hay "peor mal" que la concentración de poder en un solo hombre.

En la explanada del monumento a Francisco I. Madero en Los Pinos, la mañana gris y fría de este lunes armonizó con el tono del acto preparado por la Presidencia de la República para suplir la tradicional celebración de la guerra revolucionaria que incluía un desfile deportivo. En esta ocasión la renovación celebratoria se redujo a una ceremonia de media hora con invitados para la ocasión, casi todo el gabinete de Vicente Fox y un grupo de escolares.

Fue todo. Ya en su mensaje, además de alabarse, el Presidente dijo que su gobierno "no tiene el menor temor de ejercer ese poder mandatado"; sólo teme abusar de él o ejercerlo equivocadamente.

Así, el mandatario que ha reprobado todo lo que huela a ideas o prácticas socialistas rindió tributo no sólo a los aportes democráticos de Madero, sino lo hizo extensivo a los hermanos Flores Magón, a los hermanos Serdán, a Emiliano Zapata, Francisco Villa y Venustiano Carranza.

Trasladó al calendario cívico a otros mexicanos que dieron "nuevos bríos" a la democracia mexicana luego de que no pudo concretarse tras la promulgación de la Constitución de 1917. Entre aquellos "mexicanos valientes, esmerados" ubicó a José Vasconcelos, Manuel Gómez Morin, Daniel Cosío Villegas, Amalia González Caballero, Salvador Nava, Heberto Castillo, Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Clouthier y Carlos Castillo Peraza.

El senador Gustavo Enrique Madero habló como descendiente del impulsor de la Revolución. Hizo tabla rasa de lo que originó esa lucha, pues dijo que "estamos obligados a impedir que los problemas políticos sean el pretexto para convocar a la violencia y, sobre todo, para volver a esquemas autoritarios de gobierno".

 
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