Usted está aquí: domingo 26 de noviembre de 2006 Opinión A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

Nombrar y remover libremente

Ampliar la imagen El presidente electo, Felipe Calderón, con miembros del gabinete económico Foto: La Jornada

La ley otorga al Presidente de la República la facultad de designar y remover libremente a sus secretarios. No son ministros, a pesar de la obsesión con el cambio a régimen parlamentario que llegó con la fiebre fundacional. Calenturas al compás de los cangrejos que nos han dejado atrás del espejo para topar con tres presidentes: uno que recibió su "reconocimiento", otro que rendirá protesta ante el Congreso el viernes 1º de diciembre, y el que ya se va el jueves.

Se va el que vino a sacar al PRI de Los Pinos y deja sembrada la pregunta de por qué él. La inamovible popularidad de Vicente Fox en las encuestas resultó mal endémico. El impulso demoledor de la derecha no alcanzó para interrumpir la continuidad de la obra pública. El Estado no es sueño de opio. Ahí quedó la gran obra hidráulica de El Cajón. Bautizada presa Leonardo Rodríguez Alcaine, la gran obra de la Comisión Federal de Electricidad, dirigida por Alfredo Elías Ayub, tiene fuente y origen en el proceso integrador de la nacionalización. Lázaro Cárdenas, primero; Adolfo López Mateos, después. Podrían, quizás debieron haberle puesto el nombre de Rafael Galván. Pero no corren tiempos favorables al sindicalismo independiente y progresista.

Hoy se desbordan las aguas turbias de un gobierno cuyo secretario del Trabajo deja enterrados a los mineros de Pasta de Conchos; se dice satisfecho y hace desorbitados elogios al bravucón que mansamente se plegó a la privatización de los ferrocarriles. Los enterados dicen que tres de los designados libremente secretarios por Felipe Calderón traen el fierro de Ernesto Zedillo. Y el doctorcito es consejero de una ferroviaria que él privatizó y vendió. En fin. Se acabó el deambular incierto del Macabeo abajeño. Ahora sabremos si el PAN sobrevivió al poder puesto al servicio de los dueños del dinero. O conservadores a la manera de Manuel Gómez Morin, o ultraderechistas de yunque y coyunda puesta por los patrones y fundaciones de legionarios.

Felipe Calderón integró su gabinete económico a modo y al gusto de los operadores del mercado: Agustín Carstens, en Hacienda; Luis Téllez, en Comunicaciones; Eduardo Sojo, en Economía; Javier Lozano, en Trabajo, y Georgina Kessel, en Energía. Un economista, experto en comunicaciones, en la Secretaría del Trabajo. Lo demás es lo de menos. Salvo la sorpresa de oírlos hablar de redistribución del ingreso, de banca de fomento, de infraestructura que reduzca las desigualdades regionales. No es poca cosa. Luego vendría lo social, acomodo de piezas en busca de equilibrio en el partido que durante seis años negó ser el del poder, aunque extremó su uso y abuso para desmantelar instituciones.

Al político de vocación le llegó la hora de mostrar voluntad de poder. Asoma apenas en la composición de la mezcla azul: Alberto Cárdenas Jiménez, bajo palio cardenalicio y al amparo de los legionarios. José Angel Córdova Villalobos a Salud, quien se opuso a la píldora anticonceptiva de emergencia, porque provocaría "un aborto cada quince minutos." Beatriz Zavala Peniche: la casta divina a la Sedeso, a ver por los 20 millones de mexicanos en pobreza extrema. Abelardo Escobar permanece en la Reforma Agraria, el ingeniero de la Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar, de Ciudad Juárez, Chihuahua. Habló de Zapata y de que la tierra es del que la trabaja. Lo que ve el que vive.

Ahí queda la designación de Josefina Vázquez Mota como secretaria de Educación. Resulta ocioso y abusivo insistir en la obra: Dios mío, hazme viuda por favor. Mostró condiciones para hacer política, pero esa no puede ser función fundamental en Educación, a pesar de que Felipe Calderón atribuyó el nombramiento a su capacidad de concertación. De entrada, produjo las primeras fisuras: Rafael Ochoa Guzmán, dirigente del SNTE, expresó inconformidad, lamentó que el presidente electo haya designado a quien "desconoce el sistema educativo del país", debido a pugnas internas y presiones en el PAN. El sexto azul es Juan Rafael Elvira: a Semarnat un egresado de la UNAM.

Por lo pronto, lo de tres presidentes no pasa de entretenimiento mediático. El Supremo Poder Ejecutivo de la Unión se deposita en un solo individuo. No pocos sesudos analistas del ágora electrónica deberían leer la Constitución: si el presidente electo no se presenta a prestar protesta ante el Congreso, éste designará de inmediato un presidente interino. En Guanajuato, en el sexenio de Carlos Salinas, Ramón Aguirre ganó la elección de gobernador; perdieron Vicente Fox y Porfirio Muñoz Ledo. Pero el de Torresmochas no se presentó y un Congreso local de mayoría priísta procedió, por oscuros motivos, a designar gobernador interino a Carlos Medina Plascencia, quien no convocó a elecciones y se quedó en el cargo durante seis años.

La Constitución, a la letra dice... Y más vale no tomar a la ligera las sandeces de los que por ahí proclaman que se trata de un acto protocolario, o que van a impedir que Felipe Calderón llegue al Congreso y tome posesión del cargo. A menos que ya cuenten con los votos necesarios para elegir un interino sin los de las bancadas panistas. Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa saben que la política es el arte de lo real y lo posible. Y ni hablar de Carlos Navarrete y Javier González Garza. Los de la coalición empujan, presionan, aprietan y van a llevar la intención de exhibir la fragilidad o, como sostienen ellos, la ilegitimidad, del presidente electo, hasta donde tope. Y saben que va a topar donde la oposición linda con el golpismo.

Hasta esa raya vale lo dicho por Jesús Reyes Heroles: lo que resiste, apoya. Más allá, la fractura. Y es mucho lo ganado por las izquierdas dispuestas a sacrificar rumbo, nombre, ideologías, en aras del movimiento que se elaboró paso a paso desde el poder para asumir el poder. Andrés Manuel López Obrador será peregrino del poder moral sin más espacio de poder real que el del Distrito Federal. Y eso mientras Marcelo Ebrard no asuma el cargo, y se haga del poder y sus recursos. Todos lo saben y lo callan. El Poder Ejecutivo se deposita en una sola persona. Cinco gobernadores del PRD no estuvieron en el Zócalo a la hora en que doña Rosario Ibarra intentaba afanosamente ponerle a López Obrador la banda tricolor con el águila decimonónica: Amalia García, Lázaro Cárdenas Batel, Zeferino Torreblanca, Narciso Agúndez Montaño y Juan Sabines gobiernan estados libres y soberanos, pero la nuestra es federación, no confederación.

Y ni hablar de la distribución de recursos sujeta a la voluntad del secretario de Hacienda en turno. A pesar de los avances de la Conago, de que los gobernadores en orfandad se dieron cuenta de estar al frente de espacios de poder real. No es casualidad que en la urgencia de renovar el liderazgo del PRI, tanto Mariano Palacios Alcocer como los aspirantes a la presidencia del CEN, Enrique Jackson, Beatriz Paredes, Alejandro Gárate Uruchurtu y Javier Oliva necesiten apoyo de los gobernadores. A los que les ven espolones para gallos, como Enrique Peña, Félix González y Miguel Osorio Chong; a los que llegaron todavía con pasión, pero en plena madurez, como Fidel Herrera Beltrán o Natividad González Parás.

Felipe Calderón designa libremente a sus secretarios. Y así podrá removerlos. El no dijo que los contrató por seis años. De los de la alternancia quedan cinco días. Adiós, señor Fox.

 
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