Usted está aquí: lunes 27 de noviembre de 2006 Opinión Los grandes mitos

Arturo Balderas Rodriguez

Los grandes mitos

En el número publicado el 13 de noviembre pasado del semanario Time apareció una breve nota que es reveladora de la idea que muchos estadunidenses, y por lo visto también mexicanos, tienen de los envíos de dinero que los trabajadores migrantes hacen a sus familias. La nota dice que en 2005 los trabajadores migrantes en todo el mundo enviaron a sus países de origen 167 mil millones de dólares. Agrega que 85 por ciento de ese dinero se empleó en el pago de sus cuentas diarias; esto es, en el consumo cotidiano, lo que impidió que esa cantidad se canalizara al ahorro y la inversión en sus naciones de origen para coadyuvar en su desarrollo.

Se infiere de la nota que los trabajadores tienen capacidad para convertirse en ahorradores y participar en el desarrollo de sus países como inversionistas, lo que es una ingenuidad monumental. Por desgracia es muy común en Estados Unidos, y por lo visto también en México, creer que los trabajadores emigran dejando familia y amigos por su deseo de aventura y búsqueda de riqueza. De hecho, hay quienes en el país vecino han sugerido que se graven las remesas con un impuesto. De acuerdo con esa particular visión, se debe gravar doblemente a los trabajadores migrantes por el solo hecho de que una parte de su salario es enviada a sus familias. Es obvio que detrás de semejante idea se esconde un gran desprecio en contra de este segmento de la población, además de gran ignorancia de las normas fiscales más elementales.

Cualquiera que haya tenido la oportunidad de conocer la situación de esos trabajadores se ha percatado de que 99 por ciento de ellos laboran largas jornadas, de 12 y en ocasiones de 14 horas, para devengar un salario que deben repartir entre sus gastos de vivienda, comida, transporte, vestuario, pagos médicos y remesas a sus familias, principalmente.

Tomando en consideración que la gran mayoría de ellos, cuando bien les va, ganan el salario mínimo, en el mejor de los casos obtienen mil 728 dólares al mes. De esa cantidad se les descuenta el impuesto y el pago del seguro social, por lo que su salario neto fluctúa entre mil 500 y mil 600 dólares mensuales.

No hay que ser economista para deducir que los trabajadores migrantes difícilmente serán la respuesta al bajo nivel de ahorro en los países pobres. Es necesario cambiar la idea de que su aventura es para volverse ricos. No todos son "reyes del tomate". Tampoco van a convertirse en contratistas o polleros para explotar a otros paisanos.

Casi todos dejan su vida, literalmente, en el campo, las cocinas, los sótanos de hoteles y demás rincones del submundo laboral. De poco les sirve que en sus países de origen se les considere "héroes" cuando no se ha tenido el cuidado de atenuar las razones por las que emigraron.

Estos mitos alimentan la creciente ola de agresiones en su contra dentro y fuera de sus países de origen. Es necesario acabar con tales ficciones y evitar su proliferación.

 
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