Usted está aquí: lunes 27 de noviembre de 2006 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

PRD-DF: guerra por la sucesión

Lo peor que podría pasarle

Las cartas de Marcelo Ebrard

Como si todo lo malo no le hubiera sucedido ya al Partido de la Revolución Democrática, ahora hay quien asusta al susto con la especie de que Alejandro Rojas Díaz-Durán, por encomienda de Marcelo Ebrard, tratará de treparse en la presidencia de esa organización política en el Distrito Federal.

Se cuenta que Rojas, quien definitivamente no tiene lugar en el gabinete del jefe de Gobierno electo, acomodó perfectamente en la necesidad de llevar a alguien sin corriente a la dirección del partido, pero más bien parece un intento de acabar con la popularidad del PRD en la ciudad.

La mejor postura política de Alejandro Rojas es su fidelidad a Marcelo Ebrard. Su trabajo tanto en el PRI, como luego en el Partido del Centro Democrático, y a últimas fechas con el jefe de Gobierno electo, siempre ha sido el de plomero, pero hasta donde se sabe, siempre ha fracasado.

Es innegable que el PRD necesita ser rescatado de las manos de la tribus. El trabajo institucional prácticamente no existe porque las fracciones trabajan nada más para su beneficio sin que les importe mayormente lo que le suceda al organismo, pero parece que la peor solución podría ser Alejandro Rojas, siempre tan lleno de petulancia y superficialidad.

Y es que la sucesión en el PRD-DF se ha acelerado luego de que en casi todos los ámbitos del partido se habla de que Martí Batres, el presidente actual, deberá dejar el cargo para integrarse a la fórmula de tres secretarías de gobierno que, al parecer, tiene decididas Marcelo Ebrard.

Como ya hemos apuntado en este espacio, el esquema de trabajo de Ebrard supone, dicen sus muy cercanos, la creación de tres secretarías de gobierno, una de las cuales sería para Batres, quien estaría encargado de las cuestiones sociales, y otra más, casi segura, para Jesús Zambrano, a quien correspondería tratar los asuntos políticos. La tercera estará a cargo de uno de los integrantes del círculo más allegado a Ebrard.

De esa forma, si Batres deja la presidencia, los tiradores ya afinan la puntería para dar en ese blanco. Es cierto también, en el esquema actual, que sería un riesgo extra que Nueva Izquierda, la que obedece a René Arce, se quedara con ese puesto, dado que esta fracción está decidida a contravenir cualquier propuesta que salga del presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, o del propio Marcelo Ebrard, como han demostrado.

Nueva Izquierda tiene mayoría en el Senado, la Cámara de Diputados y, aunque en le Asamblea Legislativa va perdiendo fuerza con mucha rapidez, mantiene ventaja numérica frente a las otras corrientes. De esa forma, cederle la presidencia del partido en la entidad donde más fuerza tiene el Partido de la Revolución Democrática sería establecer una división definitiva entre Nueva Izquierda ­la de Arce­ y las corrientes que apoyan al jefe de Gobierno electo.

No obstante, la tribu que encabeza Martí Batres tiene, según se dice, sus propios candidatos. Se habla de Javier Hidalgo y de Alejandra Barrales, aunque se menciona a otros sin mayor importancia; por su parte, UNyR considera poner en la competencia a Carlos Reyes Gámiz, quien, aseguran, ya aprendió la lección después de su derrota electoral en Miguel Hidalgo.

Y aunque se habla de que el senador Elías Miguel Moreno Brizuela también acompañaría a Ebrard en algún puesto de confianza en el gobierno central, hay quienes lo ubican como la carta bajo la manga de Ebrard para el propio sol azteca.

Sea como sea, la guerra por la sucesión en el PRD ya se desató, y lo peor que podría suceder es que Alejandro Rojas fuera impuesto en la dirigencia local de ese partido. Ya veremos.

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