Usted está aquí: viernes 1 de diciembre de 2006 Sociedad y Justicia Homenaje de despedida al ministro Juan Díaz Romero en la Corte

Magistrados reconocen trayectoria profesional de más de 44 años de su homólogo

Homenaje de despedida al ministro Juan Díaz Romero en la Corte

Durante la ceremonia sólo hubo halagos, pero nadie recordó su postura en contra del anatocismo

Pese a ser un gran juez, siguió siendo una buena persona: Góngora Pimentel

JESUS ARANDA

Ampliar la imagen El ministro Mariano Azuela Güitrón entrega un regaló a su homólogo Juan Diaz Romero durante su despedida Foto: Luis Humberto González

El pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación rindió ayer un homenaje de despedida al ministro Juan Díaz Romero, quien concluyó su encargo constitucional de ministro del máximo tribunal.

En una emotiva ceremonia, en la que cada uno de los 11 ministros tomó la palabra, se hizo un reconocimiento a la trayectoria profesional de Díaz Romero, quien culminó su carrera judicial de más de 44 años, después de haberse titulado inicialmente como maestro normalista y de cursar posteriormente la licenciatura en derecho.

Díaz Romero, quien era el decano del máximo tribunal, fue designado en 1986 ministro de la Suprema Corte y junto con Mariano Azuela Güitrón, sobrevivió la reforma judicial de 1994 que redujo el número de ministros y estableció las bases de un nuevo procedimiento para nombrar a los 11 integrantes del pleno.

Cada ministro hizo remembranzas sobre la trayectoria del ahora ministro en retiro, recordaron su sapiencia jurídica y destacaron que pese a haber llegado a la más alta escala de la carrera judicial, nunca perdió la humildad y la sencillez. Sin embargo, nadie hizo referencia a la postura que asumió en 1998, cuando votó en contra de la aplicación del anatocismo (cobro de intereses sobre intereses) en una sesión histórica en la que cuestionó el enriquecimiento de unos cuantos a costa del cobro excesivo de intereses.

En la sesión solemne de la Corte, a la que acudieron también los consejeros de la Judicatura Federal (entre ellos Adolfo O. Aragón Mendía, quien también terminó ayer su encargo y no recibió ningún comentario al respecto) y los magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Díaz Romero dijo que debemos entender hoy más que nunca que "la existencia y la subsistencia de la convivencia humana con visos de libertad y felicidad, sólo puede ser lograda mediante instituciones jurídicas y éticas que garanticen el respeto de las naciones entre sí; la solución política de toda oposición o controversia, el desechamiento de la violencia, la no discriminación de grupos distintos, el respeto a los derechos humanos y el desarrollo de las capacidades individuales".

Y es aquí, sostuvo, donde se revela la alta responsabilidad de todos los tribunales, que están obligados a concretar en la vida cotidiana, en normas individuales, todas aquellas normas jurídicas generales que el legislador concibió en abstracto.

Por su parte, el ministro Genaro Góngora Pimentel comentó sobre la persona del homenajeado: "se convirtió en un gran juez federal, magistrado y ministro, no obstante, siguió siendo una buena persona''.

Al igual que sus compañeros, Góngora comentó que la ausencia de Díaz Romero, deja en la Suprema Corte "un hueco grande y frío".

Sin embargo, las intervenciones que más conmovieron al ministro fueron las de sus compañeras, Margarita Beatriz Luna Ramos y Olga Sánchez Cordero. La primera recordó sus inicios en el Poder Judicial de la Federación precisamente bajo las órdenes del homenajeado, mencionó su don de gente y el profesionalismo de su desempeño como juzgador.

Por su parte, Sánchez Cordero fue más allá y puso en relieve su ejemplo de humildad.

A diferencia de los otros ministros jubilados en ésta nueva era de la Corte, José Vicente Aguinaco Alemán y Juventino V. Castro y Castro, Díaz Romero continuará trabajando para el Poder Judicial de la Federación, ya que fue designado director del Instituto de Investigación, Jurisprudencia y Promoción de Etica Judicial.

 
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