Usted está aquí: domingo 3 de diciembre de 2006 Opinión Doña Clementina y el baile

Angeles González Gamio

Doña Clementina y el baile

Hace unos días doña Clementina Díaz y de Ovando, destacada historiadora, cronista de la UNAM y miembro distinguida del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, celebró sus 90 años en una ceremonia que se realizó en la Coordinación de Humanidades, en la que participaron Miguel León Portilla, Vicente Quirarte, José Pascual Buxó y el rector Juan Ramón de la Fuente; antes de la porra universitaria ­"Goya...."­ que la cronista encabezó con entusiasmo, el rector le hizo entrega de tres inmensos volúmenes, titulados Invitación al baile, recién salidos de la imprenta universitaria.

La magna obra es el trabajo más reciente ­seguro no será el último­ de la acuciosa investigadora, que ha pasado su vida en los archivos y en la hemeroteca, lápiz en mano, sacando de los viejos periódicos las reseñas de distintos aspectos de la vida decimonónica. En esta obra nos describe "arte, espectáculo y rito en la sociedad mexicana de 1825 a 1910", que es la reseña de esa época alrededor de los bailes, evento importantísimo en la vida de las clases pudientes y gobernantes.

Su lectura, además de interesante es sabrosísima, ya que doña Clemen, como le dicen los amigos, va intercalando las notas periodísticas con sus comentarios agudos y chispeantes, fiel reflejo de su notable personalidad, que combina un espíritu y ánimo totalmente jóvenes, con profunda sabiduría y conocimiento. Ha confesado que mientras escribía se tomaba sus pausas para bailar, lo que se capta en el tono festivo que prevalece en el erudito trabajo.

Inicia con el primer baile que se celebró en el México independiente, el cual tuvo lugar el 23 de mayo de 1823, en el soberbio palacio que había sido la sede de la abominable Inquisición; dice la crónica: "El señor cónsul de los Estados Unidos (...) dio antenoche un magnífico baile al Sr. Poinsset, ministro plenipotenciario de dichos estados. La concurrencia fue numerosa y muy brillante. El Sr. Poinsset presentará el miércoles próximo sus credenciales en audiencia pública al Sr. Presidente general Guadalupe Victoria..." Así, por medio de los bailes, la autora hace un recorrido por la vida política, económica y social de la centuria que nos definió como nación independiente.

Como parte de los festejos que se realizaron en la ciudad de México con motivo de la entrada gloriosa del presidente Benito Juárez tras el triunfo de la República, no podía faltar un baile. Este se reseñó en los recién restablecidos periódicos liberales El Siglo XIX y El Monitor Republicano. En el primero, Luis Gonzaga Ortiz, a quien Ignacio Manuel Altamirano le atribuye haber sido el iniciador del género de la crónica en nuestro país, comenta: "La calle de Gante se engalanó para recibir al C. Juárez y al patriota bello sexo invitado a la fiesta (...) Una música militar fijada en la puerta del teatro Chiarini ejecutaba alegres piezas de música (...) El interior del teatro realizaba las bellas ilusiones de una fiesta oriental (...) En la cena reinó la más franca cordialidad (...) Tomó la palabra Vicente Riva Palacio, quien ofrecía el convite, y contestó el C. Juárez (...) La música pobló el ambiente de armonía y el baile terminó al llegar el nuevo día".

El 18 de julio de 1872 murió el presidente Benito Juárez, y la vida social guardó luto. En noviembre se reanudaron los bailes caseros, como el que se celebró en la residencia de Juan Palacios, donde no se escatimó ni en los atuendos ni en las viandas. Al poco tiempo se volvieron a organizar los bailes sofisticados de "gran etiqueta".

Y así, de baile en baile, cada uno con su detallada reseña, llegamos a uno de los últimos que se celebraron, a unos días del derrumbe del régimen porfirista; dice la crónica: "En casa del señor Gibbon, el pasado día 19 tuvo lugar un suntuoso baile de fantasía, en el cual las invitadas lucieron lindos y elegantes disfraces (...) La Señorita Guadalupe Gracia Bello vestía de Aída; (de) la Señorita Encarnación Collado de Pasiega, no sabían los invitados qué admirar más, si la elegancia del traje o la hermosura espléndida de la que lo llevaba". Concluye el cronista: "Hoy habrá chocolatada, mañana un día de campo; pasado no faltará. ¡Bienaventurados los que gozan de la vida!

Poco tiempo más les duró ese gozo; ahí concluyeron los fastuosos bailes y el prodigioso libro de doña Clemen, a quien para festejarla nos la vamos a llevar a comer al Au Pied de Cochon, en el hotel Presidente, para rememorar algunos de los platillos que se ofrecían en los bailes. Podemos comenzar con un paté de foi gras y continuar con la pata de cochino, especialidad del lugar, aunque no se comparan con las que la cronista adereza su exquisito "fiambre", suculento y complicado manjar decimonónico que prepara incomparablemente en su acogedora casa de Coyoacán.

cronmex prodigy.net.mx

 
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