Usted está aquí: lunes 4 de diciembre de 2006 Cultura Montaje de Jesusa Rodríguez devino protesta contra la imposición

La obra El maíz, presentada en el Teatro de la Ciudad, terminó en mitin pro AMLO

Montaje de Jesusa Rodríguez devino protesta contra la imposición

Teníamos maíz y raíz pero ya no hay ni mais, ni maíz y se acabó el país, señala la creadora

Representando a Quetzalcóatl, la activista subraya críticas contra el grano transgénico

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen Jesusa Rodríguez cubierta de jeroglíficos y una máscara de jade realizó, acompañada al piano por Liliana Felipe, el montaje El maíz, en el que denunció la situación del grano enfrentado a la invasión de transgénicos.Al final, ambas creadoras denunciaron la asunción la Felipe Calderó Foto: Víctor Camacho

Ampliar la imagen Jesusa Rodríguez cubierta de jeroglíficos y una máscara de jade realizó, acompañada al piano por Liliana Felipe, el montaje El maíz, en el que denunció la situación del grano enfrentado a la invasión de transgénicos.Al final, ambas creadoras denunciaron la asunción la Felipe Calderó Foto: Víctor Camacho

El "ritual escénico" que es el montaje de Jesusa Rodríguez, El maíz, pasó con naturalidad de una inicial advertencia contra la invasión creciente de los productos transgénicos, a una manifestación, tras el final de la obra, contra el "fraude electoral", en favor de Andrés Manuel López Obrador y en repudio de Felipe Calderón.

Basada en gran parte en lo que fue llamado una "estética mesoamericana", y con algunas partes habladas en náhuatl, amén de buenas dosis de humor y acidez, la puesta que dirige y actúa Jesusa y en la que Liliana Felipe canta y toca el piano, se presentó la noche del sábado en el Teatro de la Ciudad, el cual se llenó en su primer y segundo nivel.

Así, la alerta sobre el riesgo de que con las especies genéticamente modificadas desaparezca la amplia diversidad de maíz en México, generada por la naturaleza y el hombre a lo largo de miles de años, fue dada de nueva cuenta, pero ahora bajo la forma crítica de un "grito de dolor" puesto en escena.

Con sólo un taparrabo, una máscara de jade y pinturas de varios colores en polvo untado en cara y cuerpo, Jesusa Rodríguez fue además el dios Quetzalcóatl sangrándose un pene-serpiente de madera, o una especie de puercoespín mitológico, con tenabaris en las pantorrillas.

También fue un personaje que se envolvió en una "red con hoyos" y supo recrear el lenguaje en torno al verbo "decir" y generó uno de los momentos más divertidos y festejados por el público, su público:

"Yo no digo que fui yo la que dijo, sino más bien me lo dijeron". Y la actriz conectó con el presente: "Aquí se parece al Auditorio Nacional: digan lo que digan, aplauden".

Sin maíz, no hay país

La puesta contó con recursos escénicos sencillos pero de impacto visual, como una ofrenda con copal encendido y una superficie de la tierra hecha con papel de estraza, debajo de la cual la protagonista hizo un viaje al inframundo, para luego resurgir y hacerse un vestido retorcido con esa "tierra", aunque además parecía una oruga o un capullo recién abierto.

Lo que se ve no es la realidad; lo importante es lo que significa; los ojos sólo ven lo que está cerca, planteó el personaje que venía de Temoachán. Y Liliana Felipe cantaba que Quetzalcóatl subía a la tierra y se llevaba huesos preciosos, que la deidad se convertía en una hormiga negra y que acompañaba a la hormiga colorada a buscar el maíz.

Jesusa hizo una apología en torno a la unidad última que es el maíz: a la tortilla española, que no es tortilla, se le quita el huevo y quedan las papas y la cebolla, pero a la tortilla mexicana se le quita el maíz, y ya no hay tortilla.

Dijo que antes teníamos nuestro maíz, y hasta teníamos raíz. Pero ya no hay ni mais, ni maíz, y se nos acabó nuestro país.

Jesusa habló, oró, en náhuatl, y Liliana en español. Y se preguntaron, de modo inquietante, si sólo quedará el maíz dulce y amarillo, que si moriremos los hombres de maíz, que si los bárbaros del norte (los nuevos chichimecas) arrasarán con nuestro maíz colorido. Y reconfortaron: "Nada de eso dejaremos que ocurra, nuestro maíz morirá el día que muera el sol".

Maíces como luces

Liliana, con su voz, fue en muchos sentidos una narradora o guía de los momentos y situaciones que se daban. "A dónde van cuando se van los que se van", cantó, por ejemplo.

También cantaron mientras Jesusa se bañaba con granos de maíz sacados de un morral de yute, y azotaba puños de semillas contra el suelo, que estallaban como luces en el aire. Y lanzaba billetes mientras seguían cantando: todos somos ollitas quebradas.

Y desde el cielo cayeron cientos, miles, de nuevos granos. Y vació una bolsa de tierra en el piso. Y como conclusión la canción remataba: al final todos somos sólo un montón de tierra.

Y fue entonces que Jesusa y Liliana sacaron una manta: "México 2006. Sufragio efectivo, no imposición". Y todos en el teatro corearon esa consigna, y otra más: "¡Es un honor, estar con Obrador!". Y una más: "¡Felipe, entiende, el pueblo no te quiere!"

Y también gritaron "Jesusas" y "Lilianas" y "Elenitas", porque la Poniatowska estaba en un palco del segundo nivel, acompañada de Raquel Sosa. Y Jesusa le dio las "gracias a la resistencia". Y, en un "acto de nepotismo", le mandó un beso a su mamá, que también estaba en el palco con la escritora.

Pero ese no fue el final, porque mientras salían, los asistentes, en su gran mayoría activistas de la resistencia civil, todavía gritaron lo del honor con Obrador y la de: "¡La inteligencia está en la resistencia!"

 
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