Usted está aquí: martes 5 de diciembre de 2006 Opinión Henestrosa: 100 años

Luis Martínez

Henestrosa: 100 años

Ampliar la imagen Andrés Henestrosa, durante un homenaje que se le rindió en diciembre de 2005 en el salón Benito Juárez de Palacio Nacional Foto: José Antonio López

Los hombres eminentes dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían. Muchos fueron dignos de mejor siglo, pues no todo lo bueno triunfa siempre. Pero lleva una ventaja el sabio que es eterno, y si este no es su siglo otros lo serán. Así discurría Baltasar Gracián; la vida de Andrés contradice al jesuita. Todo el siglo XX y los que sobrevengan son y serán, por derecho propio, de Andrés Henestrosa.

Andrés siempre supo que el problema en la vida no tenía como propósito triunfar ni mucho menos triunfar prematuramente. El problema, más bien, era de resistencia. Sabía él que quien resiste gana. Tal parece que el lema lo aplicó a su conducta. El que resiste gana no fue una fórmula defensiva, sino más bien una forma de incitar a la acción y no perder el designio de ser un hombre inmensamente laborioso.

Los oaxaqueños sabemos que Andrés Henestrosa es merecedor de los homenajes que la nación le rinde a sus mejores hijos, a los ejemplos vivos, y él es ejemplo de una vida limpia, generosa y creativa, que tenemos que presumir no sólo los oaxaqueños, sino todos los mexicanos.

Podría definir mi relación de amistad con sólo entregarte un largo abrazo de enorme gratitud, pero sucede que traigo el encargo de mis amigos, de nuestros paisanos, que me han pedido expresarte el cariño que en Oaxaca te guardan en ocasión de tu centenario, que si bien eres un ixhuateco cabal, también eres un oaxaqueño por los cuatro costados. Te sentimos profundamente mexicano, profundamente juchiteco y profundamente indígena, porque sabemos que tú, Andrés, haces alarde de ello.

Andrés, eres referente moral de los destinos de Oaxaca, que hoy tiene removidas sus entrañas con todas las fuerzas sociales movilizadas. Alfonso Reyes decía: "se puede hacer todo el bien y todo el mal. Pero cuando se puede hacer todo el mal, ya no es posible ­a pesar de la tentación apremiante­ hacer todo el bien". Ese es nuestro dolor. Estos son nuestros tropiezos.

Por eso hoy queremos tomar el ejemplo de tu coraje para que Oaxaca recobre su parsimonia y grandeza. Tomaremos tu ejemplo para volver a las calles y echar vivas a la cultura. Tu ejemplo será continuar trabajando en contra del furor y de la violencia, oponiendo una voluntad de bien, porque ese será el único hilo patético que nos dará continuidad como nación.

La historia de México está en pie. Todo el pasado es actualidad. El día que México pierda su pasado, México se habrá perdido. Por eso están vivos Juárez, Ramírez, Zarco, Altamirano, Sierra, Vasconcelos, y todos ellos se encuentran representados en tu figura señera.

Hoy quisiéramos, a la manera de Nikos Kazantzakis, aferrarnos a tu mano para pedirte que nos des una orden. Seguramente nos dirías, como el escritor griego: lleguen hasta donde puedan, pero te pediríamos una orden más difícil. Y entonces tú, seguramente, habrías de decirnos lleguen hasta donde no puedan: "Renueven hoy la promesa de luchar por seguir construyendo una patria libre, independiente, soberana, justiciera, democrática, una para todos".

 
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