Usted está aquí: viernes 8 de diciembre de 2006 Opinión García Lorca y Freud

José Cueli

García Lorca y Freud

El aroma granadino de la poesía de Federico García Lorca (que apareció en la reciente Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, se disfraza de extraños instintos, en que de pronto dos somos cuatro. Supone una explicación lógica frente a la acometida de la Guardia Civil ante los gitanos. Pero también una ilógica freudiana, sin lógica sólo lenguaje escondido, misterioso, perverso por desconocido, más allá del placer.

Decir la locura al estilo en que la quería Michel Foucault, sin expulsarla en la objetividad, dejarla que se diga ella misma. Lo que no se dice, la ausencia de obra, que diría Juan Ramón Jiménez, en la cita que hace de El umbral: ''¡Qué extraños/ los dos con nuestro instinto/ de pronto/ somos cuatro!". Decisión que liga y separa a la vez; la lógica de la ilógica. Confrontación originaria que da sentido a la unidad tanto como a la oposición del sentido y lo insensato.

Fantasía simbólica de Federico, el de ''la ciudad dormida y acariciada por la música de sus ríos". Lorca, enemigo instintivo de lo lógico, de la vida convencional y del método, como suplantación del instinto, pide la vuelta de la naturaleza impura que destruya y pueble las ciudades. ''Un día/ los caballos vivirán en la taberna/ y las hormigas furiosas/ atacarán los cielos amarillos/ que se refugian en los ojos de las vacas/ Otro día veremos la resurrección de las mariposas disecadas/ y aún andando por un paisaje de esponjas y barcos mudos/ veremos brillar nuestro anillo y manar/ rosas de nuestra lengua".

Toda esa ilógica que es otra cosa, otra manera de ser, de reaccionar, de definir. La eficacia del '1a destiempo". No pensar al mismo tiempo la fuerza y el lugar. Esa ilógica que Lorca instintivamente con música y ritmo, sustituyendo unas palabras por otras, hasta encontrar la expresión que se deja manejar más fácilmente en el ritmo de su poesía. Esa ilógica de Freud de las imágenes, los sueños y las fantasías, diferente de la ilógica de los esquizofrénicos, a pesar de sus puntos en común.

Diferencia dictada por la música que sigue su ritmo a pesar de que se transgreda el sentido habitual del lenguaje. Ese destiempo que no se puede aprehender, lo inefable, lo inasible. El habla anterior a las palabras ­añadida al lenguaje hablado­ y otros lenguajes. Para darle al lenguaje del habla, cuyas misteriosas posibilidades se han olvidado, su vieja eficacia mágica. Magia que no puede escribirse en el lenguaje habitual de las palabras y que al recitarse o escribirse lo será en sentido nuevo.

Los pensamientos se transforman en imágenes visuales y las palabras se ven remitidas a otras palabras para que adquieran importancia vía entronque con los de la transcripción musical.

''Mientras tanto, ay/ mientras tanto/ los negros sacan las escupideras/ Los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores/ las mujeres ahogadas en aceites minerales/ la muchedumbre de martillo,/ de violín/ o de nube/ ha de gritar aunque les estrellen los sesos en el muro/ ha de gritar frente a las cúpulas/ ha de gritar loca de fuego/ ha de gritar loca de nieve/ ha de gritar con la boca llena de excremento"...

La poesía que se quiere mágica y a la que el inconsciente aporta al azar para lanzarse también al azar poéticamente. Poesía que se sitúa al abrigo de todo comentador secreto y a partir de su escritura desaparece de lo clásico, de su socialidad, de su metafísica, de su religión. Poesía no analizable, ilógica, a la que sólo la crueldad le da conciencia, su color de sangre negra, su tono cruel, ya que la vida es siempre la muerte de alguien. Esa otra cosa que los gitanos sabían desde siempre y a la que Federico le puso música.

 
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