Usted está aquí: lunes 11 de diciembre de 2006 Capital Aúnan a su ya precaria situación las inclemencias del clima, en el Ajusco

Por las mañanas el frío cala hasta los huesos, dicen amas de casa y labriegos

Aúnan a su ya precaria situación las inclemencias del clima, en el Ajusco

Han impactado su salud y sus labores, señalan

Temen a la llamada helada negra

ROCIO GONZALEZ ALVARADO

Ampliar la imagen Familias de escasos recursos asentadas en la zona de Tlapanco, en San Miguel Ajusco, lidian con la onda gélida Foto: José Carlo González

Bajo endebles casas de madera de no más de 10 metros cuadrados de superficie, con techos de láminas de cartón y paredes recubiertas con todo tipo de material reciclado, habitantes del cerro del Ajusco, en la delegación Tlalpan, resisten las bajas temperaturas que se registran por las madrugadas en la ciudad de México.

En su mayoría se trata de familias jóvenes con hijos pequeños que comenzaron a desdoblarse de sus hogares de origen asentados en San Miguel y Santo Tomás Ajusco, y poblaron sus alrededores de manera irregular y en condiciones de alta precariedad.

Dedicados al cultivo de la tierra y por temporadas en diferentes oficios, los habitantes expresan que la onda gélida que afecta a la capital no sólo ha repercutido en su salud, sino también en sus labores en el campo, pues no pueden empezar sus siembras, por el temor de que se presente la llamada helada negra que arrasa con las cosechas.

En un recorrido por el paraje Tlapancos, ubicado en el Valle del Conejo, amas de casa y campesinos explican que por las mañanas el frío cala hasta los huesos, por lo que han comenzado a presentarse enfermedades en las vías respiratorias, principalmente, entre la población infantil.

María Azucena Espinoza Hernández, a pesar de que ha tomado sus precauciones, tanto ella como sus hijas están resfriadas. "El agua amanece con hielo, para lavar ropa o para bañarnos tenemos que esperar a que pegue fuerte el sol, pero de nada sirve", comenta.

Lo mismo sucede en los hogares de las hermanas Karina y Catalina Hernández González. Ambas jóvenes, la primera con tres hijos y la segunda con una bebé de cuatro meses de nacida, viven a las afueras de San Miguel Ajusco, en un asentamiento que agrupa seis viviendas con las mismas características.

En la primera de ellas, dos piezas componen su casa, forrada con cartones, retazos de alfombra y plástico, para evitar que el aire helado se cuele por las rendijas de los tablones de la madera de que están hechos sus estrechos cuartos. En la segunda, el escenario es el mismo, salvo que para la estancia que sirve como cocina, ya no alcanzó el material para cubrir las ranuras.

Francisco Vieyra, jefe de la Unidad de Dictaminación de Riesgos de Protección Civil, explica que el gobierno de Tlalpan ha repartido cerca de 2 mil cobertores en beneficio de 800 familias de escasos recursos asentadas en las zonas más vulnerables, e inició una campaña informativa para prevenir enfermedades con la colocación de carteles en los que se hace una serie de recomendaciones a la población en esta temporada invernal.

Sin embargo, poco o nada se puede hacer para mitigar las inclemencias del tiempo en los campos. Don Rosendo Camacho, labriego de toda la vida, ocupa su tiempo en preparar las dos hectáreas de su propiedad para sembrar chícharos en una suerte de aventura que optó por llevar a cabo, a pesar del riesgo que significa.

"Si florece el fruto y no hay helada, ya la hice porque en marzo o abril estaré cosechando", dice esperanzado de colocar para entonces la gramínea a buen precio en el mercado.

Pero para otros la sola posibilidad de que se presente una helada negra ­llamada así porque a su paso deja los cultivos de ese color, totalmente calcinados­, hace que desistan de empezar sus sembradíos y opten por esperar mejores tiempos.

Juan Carlos Núñez Contreras, nativo de San Miguel Ajusco, dedicado a la siembra de maíz y haba, indica que si este año se anticipó la onda gélida, inclusive ya se presentó la primera helada, ningún buen pronóstico se puede esperar para esta temporada.

"Aun cuando el maíz alcanza una altura de 70 centímetros si llega la helada negra nos quema el cultivo y tenemos que volver a empezar, mejor me voy a esperar a enero y febrero y mientras a ver qué trabajo consigo, ya sea en la albañilería o de taxista, porque a todo le hago", comenta.

 
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