Usted está aquí: lunes 11 de diciembre de 2006 Espectáculos La gloria de la cultura maya no puede figurar en una película de persecuciones

En el reparto y producción de su cinta, Mel Gibson fortalece el prejuicio racista

La gloria de la cultura maya no puede figurar en una película de persecuciones

EARL SHORRIS*

Ampliar la imagen Mel Gibson en el set de filmación de la película Foto: Reuters

En la península de Yucatán, donde muchos de los mayas de México viven, hay una historia frecuentemente contada sobre gente como Mel Gibson, cuya sangrienta película en maya yucateco, Apocalypto, se estrenó el 8 de diciembre (en Estados Unidos. En México se estrenará el 19 de enero). La primera vez que escuché la historia fue en voz de Miguel Angel May May, un hombre alto entre los mayas, de unos cuarenta y tantos años de edad, guapo, con una cabellera ligeramente gris. Habla maya yucateco de una manera tan elocuente que cuando jóvenes que han comenzado a perder su idioma y cultura lo escuchan por primera vez, derraman lágrimas por lo que fue y lo que puede ser en Yucatán.

May May cuenta la historia con el mismo tipo de coraje y orgullo que Gibson trató de retratar con sus héroes escoceses en Braveheart y los pícaros postapocalípticos en Mad Max: "Un maya, de clase media, como yo, entró en una agencia de la Ford aquí en Mérida. Quería comprar una pick up nueva. Estaba bien vestido, pero, claramente era maya. El vendedor le ofreció 10 pesos por lavar la camioneta", dijo May May. Es una experiencia común para la gente de color en un mundo blanco. Yucatán no es un mundo completamente blanco, sin embargo, de todos los grandes grupos étnicos en México, los mayas sufren el más terrible prejuicio. En México, en lenguaje prejuicioso, se dice que los mayas son gente de cabeza grande y sin cerebro, demasiado chaparros, demasiado oscuros, y con un extraño e irrisorio acento español. Gibson aceptó el estereotipo y lo adornó.

Es necesario comprender el mundo maya tal como existe ahora para que uno entienda qué tan racista fue la acción cometida por Gibson al hacer esta nueva película. Quizá por haberse dado cuenta de lo que se le hizo a los mayas en la cinta, Gibson ha estado buscando aliados entre los latinos y los indígenas estadunidenses. Incluso llegó a decirle a la revista Time: "La exaltación del miedo que retratamos en esta película me recuerda un poco al presidente Bush y sus cuates".

La ironía más amarga del colonialismo

De hecho, Gibson se metió en una delicada situación cultural y quizá haya hecho añicos mucho de lo que los pueblos indígenas, los historiadores y los lingüistas han construido en años recientes. El prejuicio étnico es tan marcado en Yucatán como en cualquier otro lugar en América. Lo he visto en acción en las comunidades mayas y en las ciudades y en las playas. Cuando el Clemente Course (que educa a los indígenas y a los pobres en siete países) impartió su primera clase sobre la lengua maya y las humanidades en el pequeño poblado de San Antonio Sihó, los estudiantes me dijeron que cuando tomaban el camión a Mérida (un viaje de más de 80 kilómetros) tenían miedo de hablar en maya, no fuera la gente a pensar que eran unos estúpidos indígenas (mayeros). Tras dos años de estudio, José Chim Kú, el estudiante líder de la clase, dijo: "Ahora, cuando viajo en camión, sólo hablo en maya". El profesorado, incluyendo a May May, se tardó dos años en lograr el cambio, porque los mayas han internalizado su reciente historia. Y, al igual que las demás personas que viven en el violento espejo del odio racial y étnico, sufren por su sufrimiento. Es la ironía más amarga del colonialismo.

En la película Apocalypto, que Gibson asegura hará que el idioma maya "de nuevo sea cool", hay muchos papeles importantes. El protagonista es un guapo y ágil joven, un bailarín de Oklahoma llamado Rudy Youngblood. Tiene antepasados indígenas, pero no es maya, y, como la mayoría de los otros papeles estelares, no es un actor profesional. Ninguno de los otros cuatro papeles principales es interpretado por mayas. Según Gibson, son interpretados por gente de Estados Unidos, y los otros papeles estelares son de la ciudad de México o de Oaxaca. Sin embargo, cada palabra pronunciada en la película es en maya yucateco, un idioma difícil de aprender o siquiera imitar, porque es tanto tonal como acentuado.

No es que Gibson haya tenido pocos mayeros entre los cuales escoger. Hay más de un millón de mayas en México y más de 100 mil son monolingües hablantes de maya yucateco. Sin embargo, Gibson no escogió ni un maya para un papel estelar. Al hacerlo, hizo una película que refuerza el prejuicio contra los mayas, quienes han defendido su autonomía cultural tan ferozmente como cualquier otro pueblo del planeta. Rechazaron al español Francisco de Montejo dos veces, antes de que ocupara parte de la península en 1527. Siguieron librando batallas campales contra la dominación cultural y política europea hasta el fin de la Guerra de Castas a principios del siglo XX. Y aún ahora, organizaciones militantes en la profundidad de la selva del estado de Quintana Roo practican rituales antiguos y resisten la hegemonía cultural y política occidental, incluyendo el calendario gregoriano. Pero nunca han sido atacados por Hollywood.

La cultura no vende boletos

Al igual que los dueños de los hoteles que bordean las bellas playas de Cancún y Cozumel, Mel Gibson no contrató a ningún maya para trabajar en su proyecto, a excepción de los papeles más pequeños. Los nacionalistas mayas piensan que los hoteles y los paquetes turísticos que usan la palabra "maya" o "mayaland" (una traducción de mayab) deberían de pagar por lo que se apropian. El patrimonio maya, dicen, no es ni oro ni plata, ni grandes extensiones de tierra fértil; sólo tienen su historia, su cultura, a sí mismos. Así como los dueños de los hoteles traen desconocidos a Yucatán para hacer todo menos trabajos de lavandería y de mantenimiento, Gibson trajo desconocidos para quitarles a los mayas los papeles buenos. En una entrevista dijo que escogió gente que "se veía como uno imaginaría que debía verse". Pero he visto fotos de Rudy Youngblood, y no se parece a ningún maya que haya visto. Uno sólo puede atribuir la elección de Youngblood y los otros no-mayas a los estereotipos que Gibson ha adoptado.

En la elección del reparto y la producción de la película, Gibson reforzó un concepto colonialista de los indígenas que ha existido durante mucho tiempo en México. La antigua cultura maya era extraordinaria, tal como ahora lo reconoce el resto del mundo. Los mayas inventaron uno de los pocos sistemas originales de escritura fonética (estamos familiarizados con el sistema chino y el que culminó en la escritura latina). Trabajaron con el concepto del cero mucho antes de que se conociera en Europa. Eran magníficos astrónomos. Su arte y arquitectura ahora son conocidos y estudiados en el mundo entero. También es cierto que eran guerreros y que hacían sacrificios humanos, aunque no a gran escala, como los mexicas. Su habilidad para llevar a cabo obras militares y civiles a gran escala era impresionante. La literatura maya tiene una gran y larga historia, desde las antiguas palabras talladas en piedra hasta el Pop Wuj (Popol Vuh) y los libros pos-invasión del Chilam Balam a los poemas del siglo XVIII (Kay Nicte, Canción de la Flor, y otros) a obras contemporáneas, incluyendo la brillante poesía de Briceida Cuevas Cob, en maya yucateco, y de Humberto Ak'abal en ki'che y las encantadoras fábulas de Miguel Angel May May.

La cultura no vende boletos. La violencia sí. Gibson hizo lo que él llama "una película de persecuciones". Así como vimos a su escocés destripado y su Jesús apaleado hasta ser una masa sangrienta, ahora veremos a un joven maya escapar corriendo por la selva, y al que le arrancan del pecho su corazón aún palpitante. La filosofía social de Jesús no encontró un lugar en la Pasión de Cristo, de Gibson, y la gloria de la cultura maya no puede figurar en una película de persecuciones. "¡Sangre! ¡Más sangre!", gritó Gibson durante la filmación.

Según el calendario maya, el mundo llegará a su fin en 2012, pero ya ha habido cuatro creaciones en la visión maya del cosmos y no hay ninguna razón para pensar que no esperaban otra. Para el título de su película, Gibson escogió una palabra griega relacionada a las ideas en el Libro de la Revelación: apocalipsis. Gibson ha intentado vender la película como una alegoría, usando la caída de la civilización maya para representar la guerra en Irak. Pero no se trata sobre Irak y el fin del periodo clásico maya tuvo lugar muchos siglos antes del periodo que Gibson escogió para su película. El único significado profundo que uno puede extraer de la película es que hay una estrecha relación entre racismo y violencia. El mensaje de la producción es que los mayas son personas inaceptables; no queremos verlos como lo que son ahora y los despreciamos por lo que fueron entonces.

*Earl Shorris es escritor, editor, junto con Miguel León-Portilla, de In the language of kings: an anthology of Mesoamerican literature, pre-Columbian to the present (Norton). Recibió la National Humanities Medal y la Condecoración de la Orden del Aguila Azteca.

© The Nation

Traducción: Tania Molina Ramírez

 
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