Usted está aquí: lunes 11 de diciembre de 2006 Política Integrarnos a EU, fantasía irrealizable de la derecha

Entrevista a GUSTAVO IRUEGAS, SECRETARIO DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL "GABINETE LEGITIMO"

Integrarnos a EU, fantasía irrealizable de la derecha

Ese anhelo foxista devino en un muro con soldados, un desaire

El diplomático de carrera explica que la fuerza política que representa hará valer sus ideas con la resistencia: si Calderón quiere vender Pemex el comprador debe saber que va a enfrentar a la gente

BLANCHE PETRICH

Ampliar la imagen El secretario de Relaciones Internacionales del gabinete del "presidente legítimo", Andrés Manuel López Obrador, durante la charla con La Jornada Foto: Cristina Rodríguez

Siendo canciller, Jorge Castañeda Gutman expuso en un artículo en la revista Nexos, de manera muy explícita, la ambición del gobierno de Vicente Fox: la integración de México a Estados Unidos, proyecto que va más allá de la simple asociación comercial y que no es el anhelo de un gobierno determinado, sino la aspiración de una clase social de privilegiados que fue el sustento del régimen saliente y que controla también al de Felipe Calderón, señala en entrevista Gustavo Iruegas, secretario de Relaciones Internacionales del "gabinete legítimo" de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Sin embargo, pese a las concesiones de todo tipo que hizo Fox para conseguir la integración, "la respuesta de Estados Unidos fue, al final, un muro con soldados; un desaire". Por ello, y frente una perspectiva de la frontera común cerrada, con mayor desempleo y salarios más bajos en México y ante la imposibilidad de integrarse a Estados Unidos en al menos dos o tres generaciones más, "vamos a ver cuál va a a ser el pivote de la política exterior de la derecha. Porque integración no va a haber; lo que habrá es sometimiento. Ellos (los calderonistas) van a elevar su oferta para ampliar las posibilidades de ser aceptados por Estados Unidos. ¿Y cuál es el siguiente punto con el cual pueden elevar la oferta? Pues el espacio de seguridad de América del Norte. Van a ofrecer a Estados Unidos que México sea ese territorio".

Advierte: "Ahí es donde vamos a chocar fuertemente el gobierno legítimo y el gobierno espurio. Ahí va a haber un choque importante".

El embajador Iruegas ­diplomático de carrera que cubrió en la cancillería un amplio espectro de cargos, desde director en áreas de Norteamérica y América Latina; ministro consejero en las embajadas de Nicaragua y El Salvador durante el conflicto armado; cónsul en San Diego; embajador en Jamaica, Noruega y Uruguay; subsecretario­ será el encargado, desde el equipo de AMLO, de tejer relaciones y estrategias en una esfera en la que López Obrador, durante su campaña, fue más bien parco.

Habla, entre otras cosas, de lo que el "gobierno legítimo" no hará: "El pueblo en resistencia sabe que cuenta con la solidaridad de los pueblos de América Latina. Eso no quiere decir que vamos a comprometer a esos gobiernos a asumir gestos que les implique costos internacionales."

Habla también de lo que sí se puede hacer: "En América Latina tenemos, antes que nada, el sentido de pertenencia. Vamos a reconstruir el reconocimiento que había entre las sociedades, entre los sectores ilustrados, de que México tenía una diplomacia propia, que ejercía con independencia. Eso fue lo que se perdió. Y no podemos aspirar a recuperarlo con un gobierno que cifra en su obsecuencia con Estados Unidos sus relaciones diplomáticas. Por eso, parte de la estrategia de resistencia popular es oponernos, hasta donde las fuerzas lo permitan, a que el gobierno espurio tome medidas contrarias al interés de los pueblos. Y en América Latina, más que en cualquier otra región."

Integración imposible

Iruegas, hoy dedicado a la academia, reconoce que el tema de la integración de México a Estados Unidos, que fue el eje de la propuesta de quien fue su jefe en la cancillería de la primera etapa foxista, sigue siendo el anhelo del gobierno derechista de Calderón.

"Es una fantasía irrealizable, independientemente de las personas a quienes les gustaría eso o de quienes lo repudiamos. Las sociedades que se integran son homogéneas, como la Unión Europea. Las que no son homogéneas, no lo logran."

­Desde su perspectiva, la integración no es posible. Pero los que sí van a gobernar, están convencidos de que hay que ir en esa dirección.

­Lo creen, erróneamente. Es una concepción de clase, porque a ellos, y sólo a ellos, los pueden admitir eventualmente en la sociedad estadunidense. No al inmigrante común. Eso lo explicó, creo que muy brillantemente, el embajador (Jeffrey) Davidow en su libro El oso y el puercoespín. El recuerda que en la visita de George Bush al rancho de Fox en San Cristóbal, hablaron efectivamente de la migración. Pero apunta de inmediato: eran ingenuos. Ninguno de los dos conocía todavía los límites de su poder. Las condiciones de integración no se pueden crear por decreto.

­Ya pasaron seis años, para Bush y para Fox. La ingenuidad de entonces no se justifica.

­Pero la derecha, esa clase conservadora mexicana a la que se debe el gobierno de Calderón, sigue pensando en la integración. Eso es lo que desea. Integración no va a haber. Habrá sometimiento. No un futuro con integración en que la frontera no exista, en el que los ciudadanos mexicanos puedan entrar y salir a voluntad de Estados Unidos, en el que puedan integrarse a su sociedad si eso es lo que desean, en el que las trasnacionales vengan a México y paguen salarios equivalentes a los de Estados Unidos. Eso no pasará. Ellos sólo pueden ofrecer el sometimiento de las clases más desprotegidas en beneficio de sus propios intereses.

"Ejemplo muy claro es esta decisión de permitir que Wal-Mart tenga un banco, que va a llegar buscando uno de los negocios que están haciendo los bancos extranjeros, que es administrar la nómina de las empresas. Y si Wal-Mart tiene un banco con cuentas de nómina ¿Dónde va a comprar la gente? Ahí mismo, en la tienda de raya moderna que es Wal-Mart.

­¿Por qué insiste ese sector en la integración?

­Porque son privilegiados, porque ellos sí pueden aspirar a ser admitidos. El proyecto neoliberal parte de la idea de que México entró al primer mundo con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, sin considerar que lo importante no es el dinero ­que tampoco tenemos­ sino el desarrollo.

El poder de la resistencia

­En la práctica, cuando usted dice "vamos a chocar fuertemente", ¿cómo hará valer el gabinete de AMLO sus ideas, si el gobierno de Calderón es el que tiene la cancillería, las embajadas, los convenios internacionales?

­Con la resistencia. Eso significa mucho. Si alguien quiere comprar Pemex, y Calderón lo quiere vender, esa empresa que quiere comprar tiene que saber que va a enfrentar la resistencia de la gente. Lo tienen que saber. Desde ahora.

­A juzgar por lo que dice Arturo Sarukhan, el experto de política exterior del calderonismo, hay un cambio de discurso, existe la intención de recomponer las relaciones lastimadas con algunos países líderes en América Latina, Cuba y Venezuela, entre otros. ¿No es eso lo que llaman "rebasarlos por la izquierda"?

­Esta administración de derecha tiene compromisos con quienes le permitieron hacerse del poder indebidamente. Van a tener que retribuirlos. Frases como esa son sólo cosméticas.

"Para entender la relación con Cuba, tenemos que entender la relación con Estados Unidos, que siempre ha sido la más importante pero no era estratégica hasta que el gobierno neoliberal la hizo así. Y no funcionó. Con Cuba tenemos una relación especial, que tiene que ver con el contacto de los pueblos, que resiste incluso las diferencias entre los gobiernos. Ahora tenemos un problema mayor por la incomprensión de México sobre la naturaleza de esta relación. México decidió utilizar la estrategia de Estados Unidos de hostilizar a Cuba con el tema de los derechos humanos, que en el fondo lo que pretende es atacar a Cuba en su momento de mayor debilidad, cuando lo único que le queda es la moral revolucionaria.

"Pero eso llevó a que en la Asamblea General se desarrollara, cada vez con mayor fuerza, la condena al bloqueo estadunidente mientras que la condena a Cuba en la ya desaparecida Comisión de Derechos Humanos era cada vez más suave, porque se pretendía que fueran más países los que se adhirieran. Y terminó acabando con la comisión, que desvirtuó su cometido. México no lo supo entender.

"Otra cosa que no entendió el gobierno es que cualquier hostilidad contra Cuba tiene efectos en la política interior. Y atacó a Cuba para congraciarse con Washington. Así que si algo se quiere recomponer ahora, no basta con una disculpa superficial. Hay que acudir a la esencia de la relación, que radica en el respeto."

­¿La derecha mexicana lo puede entender así?

­Lo que el joven Sarukhan tiene que entender es que la situación geopolítica de México sigue siendo la de un país que está al sur de Estados Unidos y al norte de América Latina. Ellos hablan de la globalización como si se tratara de un nuevo mundo, y no se trata sino del ensanchamiento donde los ricos ejercen su poder, no hay un cambio de reglas. Y México es un país pobre. Hablan de recomponer una relación dañada como si fuera un asunto de relaciones públicas. Las cosas tienen un fondo. No aprendieron la lección que les dio el presidente Hugo Chávez, que respondió, cuando le preguntaron si iba a recomponer las cosas con Calderón. Recordó que fue el partido de Calderón el que usó su imagen, su nombre y el nombre de Venezuela durante la campaña para denostar al adversario. Ese es el problema de la derecha, que piensa que lo de ayer ya no cuenta, que la única forma de ser moderno en este mundo es olvidar el pasado.

 
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