Usted está aquí: lunes 18 de diciembre de 2006 Opinión La economía está maniatada

León Bendesky

La economía está maniatada

Se han acumulado veinte años de muy escaso crecimiento del producto y del empleo, de polarización cada vez mayor de la riqueza y persistencia de altos niveles de pobreza entre la población.

El primer presupuesto federal del actual gobierno no hace prácticamente nada por ir reduciendo esas cargas y así muestra la terca continuidad de una política económica fallida. Esto, dicho aun en el entorno de una reciente estabilidad financiera que tiene claros signos de fragilidad.

El presupuesto de Calderón-Carstens mantiene la dependencia de los ingresos petroleros y prevé incluso menores ingresos derivados de la captación de impuestos. Los ingresos públicos totales previstos bajan de 24.4 por ciento del PIB en 2006 a 22.6 por ciento en 2007. Los que provienen del petróleo pasan de 9.4 a 8.3 por ciento y los tributarios de 10.2 a 9.9 por ciento del PIB. México es uno de los países con menor recaudación fiscal, sobre todo aquella derivada de los impuestos a la renta.

No obstante que se proyecta una menor tasa de crecimiento del producto en 2007 (3.6 por ciento frente a 4.4 de este año), el gasto corriente del gobierno aumenta (de 80.4 a 82.5 por ciento) y el gasto de capital baja (de 19.6 a 17.5 por ciento). Y, como ya se sabe, el gasto para la "seguridad" sube (16.1 por ciento para la Secretaría de Defensa, 13.9 para la de Marina y 54.8 para la de Seguridad Pública), mientras que el gasto en educación y desarrollo social baja (3.4 y 5.9 por ciento, respectivamente). La seguridad pública es sin duda un asunto de primera importancia, pero suele confundirse con la represión del descontento social. El caso de Oaxaca es ilustrativo.

El crecimiento previsto en el nivel de la actividad económica sólo podría generar, según las tendencias observadas alrededor de 400 mil plazas de trabajo consideradas formales (registradas en el IMSS). Con ello seguirá el gran déficit en esta materia. Al mismo tiempo la migración será una válvula de escape pero con conductos obstaculizados por el menor crecimiento esperado de la economía de Estados Unidos y las prácticas de contención más estrictas en la frontera.

Así que visto desde la perspectiva económica el segundo gobierno panista continuará con la precaria situación económica y social, en la que será cada vez más costoso mantener la estabilidad macroeconómica.

La propuesta que ha hecho este gobierno significa una continuidad de la que no se puede desprender una mayor eficiencia en términos de los que debe ser el objetivo final de la política pública: el mayor bienestar del conjunto de la colectividad.

La estabilidad financiera y el crecimiento recientes no están sustentados en la mayor productividad y el gasto en inversión, sino en la renta derivada de las exportaciones petroleras y de las remesas de los trabajadores desde Estados Unidos. La economía mexicana representa un capitalismo de una ineficiencia enorme que, aun en el entorno de las grandes contradicciones de este sistema social, contrasta de manera muy clara con los resultados que se han obtenido en otros países. Este es un asunto relacionado con la estructura de poder prevaleciente y con la gestión gubernamental asociada con ella.

En ese marco no puede haber una expectativa real de que las reformas de tipo "estructural" que podría promover este gobierno se expresen en un funcionamiento más eficaz de la economía. En tanto no se modifiquen las condiciones que imponen una ineficiencia general, aunque muy efectiva para unas cuantas empresas en unos pocos sectores, esta economía seguirá atrapada en una camisa de fuerza y también el gobierno.

Hay una historia que no puede olvidarse cada seis años cuando cambia la administración federal. Es la de la concentración económica y las prácticas monopólicas que existen y que no tienen parangón en otros países. Esta es una contradicción ostensible en el entorno de una gestión que se dice liberal en el discurso y que, en cambio, actúa y promueve exactamente el comportamiento opuesto en los mercados. La esquizofrenia está más allá de los doctores del FMI y del Banco Mundial, supera las capacidades curativas de las clínicas del Consenso de Washington.

La concentración en los mercados, que se muestra a las claras también en el control político, hace cada vez más incoherente la gestión pública de la economía. El caso es que no hay disposición real de combatir a los monopolios u oligopolios que controlan buena parte de la economía. Así no hay manera de reformar en serio y abrir los mercados a una mayor inversión que haga realmente competitiva la economía mexicana y con ello acreciente las oportunidades de los trabajadores y de los empresarios.

Buena parte de la responsabilidad recae ahora en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes que se ocupa de un sector que se ha convertido en clave de la concentración del poder, aunque no el único. La responsabilidad de la Comisión de Competencia en también crucial. Pero es de temerse que en ambos casos la expectativa es baja y que si no hay muestras de una pronta modificación en las condiciones prevalecientes las estructuras de control seguirán reforzándose. El proyecto inicial de constitución del gobierno y de propuesta presupuestal es bastante pobre.

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