Usted está aquí: jueves 21 de diciembre de 2006 Opinión Enfermedades peligrosas

Margo Glantz

Enfermedades peligrosas

Los políticos carecen del sentido de realidad, como algunos médicos que se ocupan sólo de una parte del cuerpo, entidad cuyos órganos dependen armónicamente unos de los otros. Recetan pastillas contra el colesterol: producen enfermedades del hígado y problemas musculares graves; se recomiendan estrógenos contra la osteoporosis que provocan cáncer de ovarios, matriz o mama.

Un ginecólogo se escandalizó cuando le dije que no tomaba ninguna hormona posmenopáusica y me las recetó, con el resultado de que casi de inmediato tuve consecuencias que, analizadas, demostraron que había habido una proliferación de células que podrían convertirse en cancerosas. Llevé el resultado de mi biopsia a un médico de la famosa clínica Baylord en Houston, Texas, y el médico, delante de su asistente hindú, como testigo, me recomendó tomar una medicina que a una amiga mía le había provocado hemorragias abundantes y casi mortales.

El médico me respondió textualmente, ''Dear Madam, if you bleed to death stop them", y como yo no tenía la menor gana de desangrarme hasta morir como el personaje de El médico de su honra, de Calderón, desistí del proyecto y aquí sigo, vivita y coleando.

Todo este preámbulo puede ser útil para analizar los recientes recortes al presupuesto y el paquete fiscal que la Secretaría de Hacienda ha promovido y que tanta justa indignación ha causado. Y es que aparte de ser escandalosos por lo violentos y arbitrarios no toman en cuenta en absoluto que el país es una unidad y que las distintas secretarías de Estado cumplen funciones parecidas a las que cumplen los órganos del cuerpo humano que se elige desconocer.

Se debate por un impuesto a los refrescos y la discusión toma en cuenta únicamente que el precio aumentado atentaría contra un alimento básico del pueblo mexicano, sin querer advertir dolosamente que en lugar de poner impuestos a los refrescos o, mejor, de aplicarlos a los que los fabrican ­Coca Cola y anexas­, la Secretaría de Salud debería ocuparse en bajar el precio de la leche y hacer que los niños la consuman en lugar de consumir refrescos que promueven las caries, la obesidad y la diabetes, males que para combatirse le causan gastos enorme a la Secretaría de Salud o, peor, aumentan los índices de mortalidad en el país.

El gobierno debería también preocuparse por instalar el agua potable en una infinidad de pueblos mexicanos que carecen de ese líquido fundamental para la vida humana y deben recurrir en cambio a los refrescos.

Pongo un ejemplo: el de Santa María Acapulco, cuya iglesia hermosísima y casi desconocida del siglo XVII está empezando a restaurarse por el INAH. Situado en la Sierra Gorda en San Luis Potosí, carece de agua potable y de servicios sanitarios ­hay un solo excusado en toda la entidad­ y apenas en 1994 se conectó la electricidad; en cambio, la CDI les obsequió 10 computadoras MacIntosh, último modelo, que por suerte los jóvenes y los niños han empezado a utilizar.

Flagrante ejemplo además sería el recorte para prevenir enfermedades cada vez más extendidas como el sida: equivale a tapar el sol con un dedo, como resultado de una dudosa y pacata moralidad; soslaya el hecho de que, cuando regresan a visitar a sus familias, muchos migrantes ­cuyas remesas constituyen uno de los máximos recursos con que cuenta la Secretaría de Hacienda que programa los recortes­ contagian a sus cónyuges, creando más problemas y gastos a la Secretaría de Salud.

En otro contexto, las encuestas atestiguan que México ha ido descendiendo en sus niveles educativos, tanto en cultura general como en las ciencias, aunque la Universidad Nacional Autónoma de México ha logrado superar algunos obstáculos, a pesar del maltrato que recibe.

Nombrar en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología a Romero Hicks es aceptar que no tiene ninguna importancia para el actual gobierno, además de ignorar el papel predominante que las humanidades, la tecnología y la ciencia juegan en la vida nacional. No sólo eso, los recientes planes propuestos por las autoridades educativas parecen tener como propósito abolir gran parte de nuestra memoria histórica y, por si fuera poco, dato que debería el gobierno anotar, otro de los grandes ingresos que el país recibe es justamente a través del turismo, gracias sobre todo a su patrimonio cultural, mismo que pretende abandonarse y fragmentarse por los bajos recursos otorgados y por el desprecio que se manifiesta por nuestra tradición cultural.

Felizmente, la marcha de ayer estaba constituida sobre todo por jóvenes.

 
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