Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de diciembre de 2006 Num: 616


Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Las bragas de la reina
GABRIEL SANTANDER
El sonido del fuego
ENRIQUE H. GÓMEZ LÓPEZ
Desencuentro de cadáveres
GUADALUPE LIZÁRRAGA
Nevermind en Cozumel, Miles
ROBERTO GARZA ITURBIDE
Rumi
RUBÉN MOHENO
Paraíso con gatos
PABLO SOL MORA
Al vuelo
ROGELIO GUEDEA
Mentiras transparentes
FELIPE GARRIDO

Columnas:
Y Ahora Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Indicavía Sonorosa
ALONSO ARREOLA

Tetraedro
JORGE MOCH

(h)ojeadas:
Reseña de Enrique Héctor González sobre Desde el tiempo


Directorio
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LUIS TOVAR
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URBANITAS (I DE II)


Escena de Fuera del cielo

Muchagente, cuya desgobernada pendularidad suele obligarlo a enderezar opiniones extremas, en las cuales puede quedarse retozando muy a gusto durante largas temporadas, ha decidido que en tiempos recientes ya son muchas las películas que tienen como escenario, trasfondo, motivo, tema, razón de ser o inclusive personaje omnipresente, a este lugar llamado Ciudad de México. Y ha dictaminado todavía más: que dicha demasía va en detrimento de todas aquellas otras historias que no se desarrollan –mejor dicho: que no se han desarrollado, ya que de filmar se trata--, en la que hace bastante tiempo dejó de merecer el apelativo de Ciudad de los Palacios.

La probable causa de haber caído en tamaño error fue no tanto la existencia, sino para ser preciso la notoriedad –para bien o para mal-- de ciertos filmes: Todo el poder, Sexo, pudor o lágrimas, Amores perros, De la calle, Perfume de violetas, Ciudades oscuras, Vivir mata, El mago, Batalla en el cielo, Cero y van cuatro, Nicotina, El cielo dividido, por mencionar solamente algunas de aquellas de las que, en efecto, puede afirmarse que no serían las mismas si no tomaran asiento en Chilangotitlán. Lo cierto es que no es cierto el segundo dictum de Muchagente, porque al mismo tiempo se ha filmado una cifra equiparable de películas cuya trama tiene lugar en cualquier otro lugar, desde Baja California hasta Oaxaca: Sin dejar huella, Rito terminal, El último profeta, Sexo por compasión, Cuento de hadas para dormir cocodrilos, Las Buenrostro, Una de dos, Japón, Dos auroras, Noticias lejanas, Sangre, En las arenas negras, Así, Mezcal

PREJUICIO ANTICHILANGO

Dé por hecho que lo anterior no arredrará al nunca bien ponderado Muchagente cuando, al referirse a Fuera del cielo (2006), saque de nuevo a pasear su prejuicio antichilango y, con palabras como las que siguen o con otras parecidas, repita que se trata solamente de una película más por culpa de la cual el DFctuoso continúa llevándose la parte del león cinematográfico mexicano, y que esto sucede en detrimento de otros filmes que, según eso y por tácita extensión, valdrían más la pena o serían mayormente dignas de tomarse en cuenta.

No hace falta siquiera ejercer las que de suyo suelen ser unas muy sólidas dotes de chovinismo, que todos poseemos y que ejercitamos cuando se nos habla mal de la patria chica, y ni siquiera importa si se nació en Imecatitlán o fuera de ella para darse cuenta de que lo anterior, amén de no ser sino la retrógrada exhibición de un prejuicio, sería contraproducente y sus efectos serían negativos para todo el cine nacional. Si de golpe, por algún despropósito monumental, dejaran de filmarse todas aquellas películas de algún modo relacionadas con Ciudad de México, nuestra producción fílmica largometrajista descendería casi a la mitad de la cifra que actualmente alcanza. Desde otro punto de vista, esa irreflexiva opinión con tintes de censura reduciría, en aras de un falso bien o un supuesto beneficio, la obvia libertad que chilangos y no chilangos tenemos de referirnos a, o contar historias acerca de, cualquier lugar en específico. El centralismo, innegablemente padecido en los ámbitos económico, político y cultural, no se corrige a punta de kaputz tonantes, dedos flamígeros ni puestas en práctica de una discriminación que busca el absurdo de cancelar la voz de quien tiene algo que decir, sólo porque no le gusta lo que oye.

NOMBRES Y APODOS

En efecto, el primer largometraje de Javier Patrón se desarrolla en Ciudad de México y la historia que cuenta es a tal punto nativa de la capital de la República, que en algún momento de su muy largo proceso de elaboración tuvo el título Nocturno chilango. En otro momento quiso cambiársele por otro –El Malboro y el Cucú--, pero no pudo ser debido al problema de titularidad de derechos con la compañía tabacalera propietaria de la marca del vaquero fumador.

Ni los nombres de estos personajes ni los actos por ellos protagonizados provienen de la sinrazón, pues obedecen a la urdimbre de un guión minucioso: el primero de ellos, el mayor, es llamado así debido a que su magra capacidad de comunicación verbal suele ser llenada con el humo de un eterno cigarro, mientras el menor debe su sobrenombre al sonido inarticulado que fue lo único que pudo pronunciar durante un lapso mucho más prolongado del que le hubiera tomado a un niño que contara con todo aquello de lo que el Cucú careció, posiblemente resumido en el concepto de familia –de lo que la cinta nos entera en una secuencia de belleza terrible, donde una Isela Vega en el papel de la madre, vieja prostituta retirada, drogadicta solitaria que no tiene ni quiere compañía, tiene la cabeza del Cucú en el regazo y le explica, con una ternura insondable, como vuelta de revés, que ella hubiera preferido verlo muerto pero él se aferró a una vida que no tenía previsto darle la bienvenida.

(Continuará)