Usted está aquí: jueves 28 de diciembre de 2006 Opinión Recuento de los (d)años y los que vienen

Olga Harmony/ I

Recuento de los (d)años y los que vienen

El sexenio pasado fue de luces y sombras para el teatro por varias razones, entre otras por el crecimiento burocrático de esa entelequia, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) que, como es sabido, nació por decreto presidencial sin que fuera legislado y que, como nunca, absorbió las funciones del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), entidades ambas que sí están contempladas en nuestras leyes. Hubo varios intentos, casi a finales de sexenio, por dar carácter jurídico al CNCA pero todos fracasaron ante la oposición decidida de los gremios que ampara, poco satisfechos ante la que se conoció popularmente como Ley Sari. En lo que respecta al teatro, a finales de 2002, Sari Bermúdez ofreció varios millones para las artes escénicas, lo que se concretó meses después como México a la escena, proyecto un tanto confuso, pero proyecto al fin, en el que se recogían iniciativas ya puestas en marcha por la Coordinación de Teatro, entonces a cargo de Enrique Singer, con el añadido de otras muchas.

Parecía que el teatro tendría grandes impulsos y así fue al principio. Se renovó la Compañía Nacional de Teatro (CNT) con un director artístico, José Caballero, que emprendió ambiciosos proyectos, como el de lecturas teatrales que darían pie a escenificaciones, que sólo duró un año y con puestas en escena de envergadura que pudieron o no ser del gusto de todos, pero que le dieron nuevos alientos, como Don Juan, de José Zorrilla, y el Proyecto Shakespeare. En cambio, al cuarto centenario de El Quijote con el montaje de la versión de Mijail Afanasievich Bulgakov, dirigida por Germán Castillo se le dio menos relieve y se le concedieron solamente 30 funciones. En el último año, el proyecto Mural, tres siglos de teatro mexicano, ha tenido considerable altibajos, sobre todo por la extraña mescolanza de autores, olvidados algunos de los más importantes y escenificados otros de mucha menor trayectoria. A ello se suman la falta de difusión que tienen las representaciones y la terrible escasez de medios que el INBA sufrió a lo largo de 2006 y que afectó todos los proyectos.

Muchos atribuyen la falta de recursos a que fueron desviados para la llamada megabiblioteca José Vasconcelos (y a propósito, ¿cuántas bibliotecas José Vasconcelos tenemos?), el elefante blanco del sexenio, pero sea como fuere, los dineros fueron disminuyendo su caudal hasta la sequía que se llegó a tener en el último año. Otro proyecto de México a la escena tomado de las ideas del segundo coordinador de teatro del INBA ­que tuvo tres­ Enrique Singer, fue el del circuito de giras, en que escenificaciones relevantes hechas en la capital visitaran otros puntos de la República y viceversa, así como las de algunos estados pudieran ir a otros del país. Este proyecto fue rápidamente desechado, aunque en el DF se han podido ver compañías estatales, pero de forma anárquica y sin un diseño claro, y las de la capital, sobre todo las de la CNT, han dejado de viajar por otros puntos del país.

El apoyo a grupos independientes sí se dio, tanto a algunos capitalinos como de provincia que contaran con trayectoria y calidad, lo que les permitió concretar varios proyectos. La convocatoria para el renuevo se retrasó tanto que los que ya lo habían tenido, en un magnífico gesto de generosidad, presionaron para que otros teatristas lo obtuvieron y, al cabo de muchas gestiones, se logró que fuera publicada la convocatoria, aunque en este difícil momento no sabemos qué pueda ocurrir.

Dos programas de mucha importancia para el teatro a futuro, como los de Teatro Escolar en los estados y en la capital, tuvieron severos recortes por la falta de presupuesto, lo que resulta más que indignante y no por culpa de los funcionarios que los tuvieron a cargo, sino porque muestra el desdén gubernamental hacia los niños y adolescentes de nuestras escuelas públicas a los que se privó en muchas ocasiones de algo tan importante para su formación y su gozo como es el arte teatral. A la debacle de la educación básica, con todo y la demagógica Enciclomedia de que tanto presumió Vicente Fox y que tuvo tan magros resultados, hay que sumar este nuevo atentado que fue la reducción del número de escenificaciones en ambos ­dos, no cuatro­ programas, el capitalino de larga trayectoria y el de los estados, ya consolidado.

 
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