Usted está aquí: jueves 28 de diciembre de 2006 Política "Dijeron que iban a tirarnos al mar", testimonio de detenidos en Oaxaca

Golpes, humillaciones y amenazas de la PFP, constante en documento de la Limeddh

"Dijeron que iban a tirarnos al mar", testimonio de detenidos en Oaxaca

Alberto Santiago Pérez, de 59 años, fue detenido el pasado 25 de noviembre junto con sus dos hijos

VICTOR BALLINAS

Ampliar la imagen Pinta de ayer en la ciudad de Oaxaca contra el gobernador Ulises Ruiz Ortiz Foto: Blanca Hernández

Detenciones ilegales, golpes, humillaciones, amenazas y malos tratos contra mujeres y hombres detenidos el pasado 25 de noviembre en Oaxaca son documentados por la Liga Mexicana de Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh), por medio de los testimonios de varios de los encarcelados, en los cuales se da cuenta de los abusos que sufrieron por elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP). Los testimonios de Edith Coca, Níckel y Alfredo Santiago Rivera, y Alberto Santiago Pérez revelan esas vejaciones.

Níckel narró las violaciones a sus derechos desde el momento en que fue capturado: "Me llamo Níckel Santiago Rivera, me detuvieron el 25 de noviembre entre las 7:30 y 8:30 de la noche; junto conmigo capturaron a mi papá, Alberto Santiago Pérez, y a mi hermano Alfredo Santiago Rivera. Nos encontrábamos en nuestro domicilio, cuando a mi papá le dio dolor de estómago y se tomó una pastilla, pero como es alérgico a ese medicamento, se le enrojecieron las piernas, le dio comezón y le brotaron ámpulas grandes en las piernas.

"Por ello, determinamos bajar al centro en el coche de mi hermano para comprar la medicina. Dejamos el coche en un estacionamiento, como a la una de la tarde; luego fuimos a comprar el medicamento, y como a las dos, nos fuimos a comer al mercado 20 de Noviembre. Entre las tres y las siete de la noche vimos ropa en las tiendas, y después decidimos ir por el coche, pero el estacionamiento estaba cerrado.

"Decidimos entonces tomar un camión, pero tampoco había servicio de transporte, por lo que seguimos caminando, y cuando dimos vuelta en la calle Héroes de Chapultepec, en sentido contrario a nosotros venía corriendo un grupo de jóvenes. Ahí fuimos interceptados por tres camionetas de la PFP. De cada una bajaron aproximadamente seis policías, y sin decirnos que estábamos detenidos, nos indicaron que nos tiráramos al piso con las manos en la cabeza y boca abajo. Ahí nos golpearon con macanas y fui pateado en la espalda y las piernas.

Dos lesiones que sangraban...

"Después nos llevaron en la batea de una camioneta, acostados con la cara viendo hacia el piso; así nos tuvieron a siete personas. Mi papá iba conmigo en la misma camioneta, pero tenía dos lesiones que le sangraban, una en la parte media de la nariz y otra arriba de la mejilla izquierda. Nos llevaron a rendir declaración en la cárcel de Miahuatlán, ahí me despojaron de mi teléfono celular, cinturón, agujetas, tenis y un juego de tres llaves. Después nos llevaron ante el agente del Ministerio Público, y posteriormente nos sacaron a un patio donde nos dieron de comer.

"Luego nos reunieron y nos llevaron en dos grupos. En total eramos 51. Nos llevaron en un helicóptero a una pista donde nos esperaba otro avión, que nos llevó a Nayarit; ahí nos bajaron, nos interrogaron, todo ante una cámara de video. Esos datos ya nos los habían pedido antes dentro del avión. Luego nos subieron a un autobús que nos llevó al Cefereso número 4 Noreste de Tepic, Nayarit. En todo el trayecto nos tuvieron agachados con esposas en la manos. En el Cefereso nos colocaron hincados con la cabeza abajo, nos pidieron los zapatos para que los olfateara un perro, luego los calcetines.

"Más tarde, desnudos, nos revisaron y nos preguntaron si teníamos alguna enfermedad de transmisión sexual o crónica. Me dieron un uniforme beige. Luego me pusieron con la cabeza agachada en una máquina, como una lámpara negra, a la que antes hicieron que mirara. Me raparon y nos pasaron a un cuarto donde nos tomaron huellas digitales en cada dedo, las palmas y las orillas de la mano, y sólo ambos pulgares en cuatro ocasiones. En el trayecto a la celda 23 pasillo B me dijeron que yo era líder de la APPO, y que en este lugar no había líderes. En la celda hay vigilancia con cámara de circuito cerrado y micrófonos; escuchan y ven todo, incluso cuando dormimos. Me intimidan sicológicamente diciéndome que en el celular tengo el número de Radio Universidad, que soy líder de la APPO"

Alberto Santiago Pérez, de 59 años y profesor de educación primaria, padre de Níckel Santiago, también, narró a la Limeddh las violaciones a sus derechos. "Me encontraba mal de salud, por lo que salí con mis hijos Alfredo y Níckel hacia el centro de la ciudad; de regreso, esperábamos un autobús cuando en la calle Niños Héroes me golpearon en la cara con sus macanas y en los pies con parte de los gemelos. Fueron dos policías federales preventivos. Ya dentro de la camioneta me golpearon con toletes. Nos llevaron a Miahuatlán y de ahí a Nayarit. Soy inocente de lo que me imputan. "Acuso a los que me atropellaron física y moralmente. Estoy lastimado en la cara y con hinchazones en los ojos. La PFP violó mis derechos".

Otro de los testimonios es el de Edith Coca Soriano, de 30 años, bióloga y estudiante de maestría en ciencia en productividad de egroecosistemas. "Me detuvieron a un costado del Pochote, paralelo a Alcalá. Eran policías vestidos de azul; uno me golpeó la cabeza, me tiró, me pateó y me arrastró. Me gritaba, y luego me dejaron levantarme para subirme a una camioneta. Dejaron de golpearme, pero a mis compañeras de a lado les pegaban en la cabeza. Me quitaron mi celular, y en las camionetas nos quitaron las mochilas; yo llevaba ahí una cámara digital. Nos llevaron al llano, donde nos tomaron muchas fotos, nos pidieron nombre, dirección y edad. Dimos como 10 veces los datos a diferentes personas.

"Después nos subieron a otras camionetas y nos llevaron a otro lugar que no conocía, pero dijeron que eran los hangares. Nos preguntaron de nuevo nuestros datos y nos amenazaron con que nos iban a violar. Descubrí que son unos incultos, porque decían que sí queríamos que el Che fuera presidente y que el socialismo ha fracasado en todo el mundo. Después nos llevaron a un cuartel. Tuve miedo, pensé que ahí sí nos iban a violar o torturar".

"De nuevo nos trasladaron. Un policía intentó tocarme los senos, pero pegué los brazos a mi cuerpo y ya no insistió. Una vez que llegamos a Miahuatlán supe que no nos iban a torturar. Me trataron bien, me dejaron sacar mi suéter de la mochila porque hacia mucho frío; ya no estaba mi cámara fotográfica. Un médico nos revisó y nos tomaron declaración preparatoria, pero yo no declaré porque no había alguien de mi confianza ni abogados de oficio. Nos dejaron hacer una llamada. Por la tarde llegó la PFP y nos sacó del penal; ahí estaban los de derechos humanos del estado entrevistando. Nos sacaron en helicóptero y cuando íbamos subiendo nos dijeron que nos iban a tirar al mar.

"Llegamos de noche. Vi un edificio que decía Universidad California; no supe dónde estábamos, nos pasearon en autobús y nos ordenaron que a todo teníamos que decir: 'sí señor, no señor'; dijeron que estábamos en un penal de máxima seguridad. Nos revisaron, nos desnudaron y nos tomaron fotos. Yo estaba muy sucia, y me bañé. Me regañaron y por la madrugada nos cortaron el pelo; me sentía muy mal porque hacía 12 años que no me lo cortaba, y aquí, sin más, me lo mutilaron. Hasta el día siguiente nos dieron desayuno y el agua que tomamos sale sucia de la llave. La estancia está sucia y las carceleras nos insultan. Me acusan de sedición, daño a particulares, a moteles de Oaxaca y al ADDO. Soy inocente. Nos humillan, nos piden que nos bajemos la pantaleta y que nos alcemos la camisola, los guardias nos ven, esto es una humillación..."

 
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