Usted está aquí: martes 2 de enero de 2007 Cultura Dar a conocer la verdad histórica de los pueblos prehispánicos, objetivo de la Universidad Náhuatl

Ubicado en Ocotepec, Morelos, el plantel está edificado al estilo de las pirámides

Dar a conocer la verdad histórica de los pueblos prehispánicos, objetivo de la Universidad Náhuatl

En este año ofrecerá la primera licenciatura en lengua y cultura náhuatl en México

Debemos enseñar a la gente a no avergonzarse de un país que ni conocen: Isabel Quevedo

FERNANDO CAMACHO SERVIN ENVIADO

Ampliar la imagen Las instalaciones de la institución están edificadas como si fueran templos de aquella época, recreando el espíritu de un centro ceremonial precolombino, y están dedicadas a los dioses Tezcatlipoca, Huitzilopochtli, Tláloc y Xipe Tótec Foto: Fernando Camacho

Ocotepec, Mor. No tener identidad es un poco como estar ciego. Te obliga a buscar una prestada, y obedecerla para saber por dónde debes caminar.

En la búsqueda por recuperar los conocimientos ancestrales de las culturas prehispánicas que definen nuestra personalidad como pueblos, desde hace 17 años existe un ambicioso proyecto educativo "mexicanista" que ha andado su propio camino al margen de las instituciones.

Se trata de la Universidad Náhuatl de Ocotepec (UNO), escuela independiente fundada por el artista y estudioso de las culturas indígenas Mariano Leyva, uno de los precursores del teatro campesino y popular en México y Estados Unidos, fallecido el 27 de octubre pasado.

Asentada sobre una colina de esta comunidad nahua, aledaña a Cuernavaca, la universidad se compone de un singular conjunto arquitectónico de cuatro edificios construidos al estilo de las pirámides, uno dedicado a Tezcatlipoca (dios azteca del cielo y la tierra), otro a Huitzilopochtli (dios de la guerra), otro a Tláloc (dios de la lluvia) y uno más a Xipe Tótec (dios de la primavera y la fertilidad).

El sitio está cubierto de murales que buscan recrear el espíritu que habría tenido un centro ceremonial precolombino y comprende otras dos pequeñas edificaciones en donde vivió el tlatoani Leyva y su compañera, Isabel Quevedo, quien en entrevista con La Jornada cuenta cómo ha sido su trabajo en la revaloración de las civilizaciones originarias de América.

Educación anahuaca integral

Al ritmo que fijan los calendarios azteca y maya, decenas de estudiantes indígenas, mestizos y extranjeros ­entre los que se cuentan no pocos activistas chicanos e indígenas estadunidenses­ se han reunido en la UNO, lugar fundado en 1989 con el apoyo de Jaime Sabines, Julio Bracho y Andrés Henestrosa.

El recinto se convirtió en la sede del grupo de teatro popular Mascarones, creado por Mariano Leyva en los años sesenta. La idea del colectivo era presentarse en lugares públicos con un nuevo estilo artístico contestatario, y escenificar mitos de la tradición oral indígena como el Popol Vuh, o la vida de personajes como Canek, Cuauhtémoc, Moctezuma o Emiliano Zapata.

En el centro de estudios hay lugar para una biblioteca, un foro al aire libre para danza, teatro y ceremonias; dormitorios, aulas, un taller, una cocina y un baño de temazcal hecho con barro.

Con profesores indígenas que dan clase en náhuatl y español, la escuela ha formado maestros bilingües, a quienes se les proporciona material escrito y audiovisual, y a personas no hablantes de náhuatl que están interesadas en acercarse a este mundo, entre ellos líderes guatemaltecos exiliados y activistas sociales de varios países.

Entre los cursos y diplomados que se ofrecen en la UNO están los de lengua y filosofía náhuatl, análisis del calendario azteca; matemáticas con el sistema maya, pintura mural y en papel amate e interpretación de códices.

También hay estudios de teatro, narración oral, nutrición, medicina tradicional y danza mexica, así como sesiones de temazcal, reinterpretación crítica de la invasión europea y viajes de observación astronómica en sitios arqueológicos, como el vecino Xochicalco.

Con más de 15 años de experiencia en este terreno, la UNO presentará a inicios de 2007 la primera licenciatura en lengua y cultura náhuatl en el país, que reunirá todos los conocimientos que han logrado sistematizar hasta ahora.

Un pueblo que conoce el tiempo

Amable y dispuesta a explicar su labor, Isabel Quevedo, hoy encargada del proyecto junto con su hija Katia, niega de forma categórica que promuevan una visión idealizada o mística del pasado prehispánico y asevera: "ya es tiempo de que la verdad histórica sea conocida. No éramos unos simples indios sacacorazones, sino un pueblo importante para el planeta, que conoce el tiempo y vive en armonía con la naturaleza".

Dice que el esfuerzo educativo de la Universidad Náhuatl se ha llevado a cabo sin apoyo alguno de instituciones oficiales, debido en gran parte a que consideran "obsoleta" la forma de enseñar de aquellas, más preocupadas por inculcar la obediencia que el conocimiento.

Para Quevedo, la educación debe ser una posibilidad ética de llenar la vida y enseñar a la gente ­sobre todo a los jóvenes­ a no avergonzarse de un país "que no conocen y por tanto no pueden amar". El hecho de ser o no reconocidos por las autoridades en esta tarea carece de importancia para los anahuacos. "No quiero permiso, quiero que no nos estorben".

 
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